lunes, 31 de marzo de 2014

EL CÁNTARO ROTO - Octavio Paz



EL CANTARO ROTO

La mirada interior se despliega y un mundo de vértigo y llama nace bajo la frente del que sueña:
soles azules, verdes remolinos, picos de luz que abren astros como granadas,
tornasol solitario, ojo de oro girando en el centro de una explanada calcinada,
bosques de cristal de sonido, bosques de ecos y respuestas y ondas, diálogo de transparencias,
¡viento, galope de agua entre los muros interminables de una garganta de azabache,
caballo, cometa, cohete que se clava justo en el corazón de la noche, plumas, surtidores,
plumas, súbito florecer de las antorchas, velas, alas, invasión de lo blanco,
pájaros de las islas cantando bajo la frente del que sueña!
Abrí los ojos, los alcé hasta el cielo y vi cómo la noche se cubría de estrellas.
¡Islas vivas, brazaletes de islas llameantes, piedras ardiendo, respirando, racimos de piedras vivas,
cuánta fuente, qué claridades, qué cabelleras sobre una espalda obscura,
cuánto río allá arriba, y ese sonar remoto de agua junto al fuego, de luz contra la sombra!
Harpas, jardines de harpas.

Pero a mi lado no había nadie.
Sólo el llano: cactus, huizaches, piedras enormes que estallan bajo el sol.
No cantaba el grillo,
había un vago olor a cal y semillas quemadas,
las calles del poblado eran arroyos secos
y el aire se habría roto en mil pedazos si alguien hubiese gritado: ¿quién vive?
Cerros pelados, volcán frío, piedra y jadeo bajo tanto esplendor, sequía, sabor de polvo,
rumor de pies descalzos sobre el polvo, ¡y el pirú en medio del llano como un surtidor petrificado!

Dime, sequía, dime, tierra quemada, tierra de huesos remolidos, dime, luna agónica,
¿no hay agua,
hay sólo sangre, sólo hay polvo, sólo pisadas de pies desnudos sobre la espina,
sólo andrajos y comida de insectos y sopor bajo el mediodía impío como un cacique de oro?
¿No hay relinchos de caballos a la orilla del río, entre las grandes piedras redondas y relucientes,
en el remanso, bajo la luz verde de las hojas y los gritos de los hombres y las mujeres bañándose al alba?
El dios-maíz, el dios-flor, el dios-agua, el dios-sangre, la Virgen,
¿todos se han muerto, se han ido, cántaros rotos al borde de la fuente cegada?
¿Sólo está vivo el sapo,
sólo reluce y brilla en la noche de México el sapo verduzco,
sólo el cacique gordo de Cempoala es inmortal?

Tendido al pie del divino árbol de jade regado con sangre, mientras dos esclavos jóvenes lo abanican,
en los días de las grandes procesiones al frente del pueblo, apoyado en la cruz: arma y bastón,
en traje de batalla, el esculpido rostro de sílex aspirando como un incienso precioso el humo de los fusilamientos,
los fines de semana en su casa blindada junto al mar, al lado
de su querida cubierta de joyas de gas neón,
¿sólo el sapo es inmortal?

He aquí a la rabia verde y fría y a su cola de navajas y vidrio cortado,
he aquí al perro y a su aullido sarnoso,
al maguey taciturno, al nopal y al candelabro erizados, he aquí a la flor que sangra y hace sangrar,
la flor inexorable y tajante geometría como un delicado instrumento de tortura,
he aquí a la noche de dientes largos y mirada filosa, la noche que desuella con un pedernal invisible,
oye a los dientes chocar uno contra otro,
oye a los huesos machacando a los huesos,
al tambor de piel humana golpeando por el fémur,
al tambor del pecho golpeando por el talón rabioso,
al tam-tam de los tímpanos golpeados por el sol delirante,
he aquí al polvo que se levanta como un rey amarillo y todo lo descuaja y danza solitario y se derrumba
como un árbol al que de pronto se le han secado las raíces, como una torre que cae de un solo tajo,
he aquí al hombre que cae y se levanta y come polvo y se arrastra,
al insecto humano que perfora la piedra y perfora los siglos y carcome la luz,
he aquí a la piedra rota, al hombre roto, a la luz rota.

¿Abrir los ojos o cerrarlos, todo es igual?
Castillos interiores que incendia el pensamiento porque otro más puro se levante, sólo fulgor y llama,
semilla de la imagen que crece hasta ser árbol y hace estallar el cráneo,
palabra que busca unos labios que la digan,
sobre la antigua fuente humana cayeron grandes piedras,
hay siglos de piedras, años de losas, minutos espesores sobre la fuente humana.

Dime, sequía, piedra pulida por el tiempo sin dientes, por el hambre sin dientes,
polvo molido por dientes que son siglos, por siglos que son hambres,
dime, cántaro roto caído en el polvo, dime,
¿la luz nace frotando hueso contra hueso, hombre contra hombre, hambre contra hambre,
hasta que surja al fin la chispa, el grito, la palabra,
hasta que brote al fin el agua y crezca el árbol de anchas hojas de turquesa?

Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos,
soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de sol soñando sus mundos,
hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces, tronco, ramas, pájaros, astros,
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado del dormido la espiga roja de la resurrección,
el agua de la mujer, el manantial para beber y mirarse y reconocerse y recobrarse,
el manantial para saberse hombre, el agua que habla a solas en la noche y nos llama con nuestro nombre,
el manantial de las palabras para decir yo, tú, él, nosotros, bajo el gran árbol viviente estatua de la lluvia,
para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser fieles a nuestros nombres
hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba,
más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las aguas del bautismo,
echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar de nuevo lo que fue separado,
vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo con dos flores gemelas,
hay que desenterrar la palabra perdida, soñar hacia dentro y también hacia fuera,
descifrar el tatuaje de la noche y mirar cara a cara al mediodía y arrancarle su máscara,
bañarse en luz solar y comer los frutos nocturnos, deletrear la escritura del astro y la del río,
recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el cuerpo, volver al punto de partida,
ni adentro ni afuera, ni arriba ni abajo, al cruce de caminos, adonde empiezan los caminos,
porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de follaje canta el agua
y el alba está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados fluyen como un río manso,
el día y la noche se acarician largamente como un hombre y una mujer enamorados,
como un solo río interminable bajo arcos de siglos fluyen las estaciones y los hombres,
hacia allá, al centro vivo del origen, más allá de fin y comienzo.

OCTAVIO PAZ
La estación violenta, 1958


    Octavio Paz Lozano fue un poeta, escritor, ensayista y diplomático mexicano, Premio Nobel de Literatura de 1990. Se le considera uno de los más influyentes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos.Nacio en tiempos de la Revolución Mexicana en Ciudad de México el 31 de marzo de 1914, y fallecido en la misma ciudad el 19 de abril de 1998. Dadas las actividades políticas del padre, que lo mantenían fuera de casa por largos períodos, su crianza estuvo a cargo de su madre, una tía y su abuelo paterno, novelista que influyó mucho en sus primeros contactos con la Literatura. Su variada vida profesional abarcó desde la participación en la Embajada de México en la India hasta la docencia en numerosas universidades estadounidenses. Su obra, influenciada desde temprano por poetas europeos de la talla de Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, comprende tanto denuncias de carácter social como análisis de naturaleza existencial.

    DÍA 20 UN PASIVO AGRESIVO UnaFotoxDíax28Días2014


    “SÍ...PERO NO" 
    una historia cotidiana


    “Todos miramos a nuestro alrededor, pero no todos vemos”
    Josef Koudelka

    domingo, 30 de marzo de 2014

    DÍA 19 UN DERECHO A LA VIDA UnaFotoxDíax28Días2014

     “SER”
    Soy porque existo. Existo, porque soy quien soy. Sólo en el mundo de los sueños, una persona es feliz, pues de ahí nacen los verdaderos deseos. Nacemos cuando podemos imaginar nuestro mundo, morimos cuando perdemos el derecho a soñar.


    “En el fondo la fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa” Roland Barthes


    sábado, 29 de marzo de 2014

    DÍA 18 UN NUEVO COMIENZO UnaFotoxDíax28Días2014



    “ESPERANZA DE UN NUEVO COMIENZO”
    Siempre encontrarás en la mirada de un niño
    las respuestas que los adultos no te pueden dar.



    “Hacer el retrato de una ciudad es el trabajo de una vida y ninguna foto es suficiente, porque la ciudad está cambiando siempre. Todo lo que hay en la ciudad es parte de su historia: su cuerpo físico de ladrillo, piedra, acero, vidrio, madera, como su sangre vital de hombres y mujeres que viven y respiran. Las calles, los paisajes, la tragedia, la comedia, la pobreza, la riqueza” Berenice Abbott

    NO VIOLENCIA


    ¿POR QUÉ LA NO VIOLENCIA ACTIVA ES SUPERIOR COMO MÉTODO DE LUCHA?
    Juan Carlos Jiménez   


    La lucha no violenta no parece ser una respuesta lógica frente a los gobiernos violentos que se apoyan en la fuerza letal de sus militares. Pero la no violencia activa ha sido más eficaz para salir de dictadores. Así lo demuestran más de 170 casos alrededor del mundo en los últimos 100 años. En su momento, no era fácil pensar que los gobernantes déspotas de esos países pudieran ser derrotados con no violencia activa. Pero así fue.

    ¿POR QUÉ LA LUCHA NO VIOLENTA ES MÁS EFECTIVA?

    Cuando la mayoría de la población se une y organiza para luchar sin violencia por sus derechos, demuestra más fuerza moral que el puñado de corruptos que usan la violencia para mantenerse en el poder. La fuerza moral de la no violencia reside en su esencia coherente: el cambio no se busca con la misma violencia que se combate y se desea cambiar. Este método de lucha permite que la mayoría de la población reconozca mejor que la pequeña cúpula del gobierno totalitario puede ser aislada y derrotada.

    VENTAJAS DE LA FUERZA MORAL DE LA NO VIOLENCIA:

    1 La mayoría de la sociedad no se identifica con métodos violentos de lucha.

    Tiene conciencia de sus desventajas, riesgos e ineficacia. En cambio, la no violencia activa permite que mucha más gente se incorpore a la lucha.

    2 Mientras más gente de diferentes sectores populares participe activamente en la lucha contra el gobierno, las iniciativas no violentas y su alcance político crecen como un espiral.

    3 La fuerza moral de la no violencia desenmascara mejor la perversidad de los dirigentes del gobierno corrupto y opresor. Así, la base popular de sus fuerzas militares logra ver que es manipulada por una minoría para agredir al pueblo del que forma parte, y con esto comienza el germen de la desobediencia dentro del propio gobierno.

    4 La no violencia activa permite que sus protagonistas se diferencien mejor de la violencia del gobierno. Con lo cual logran captar más apoyo de diferentes sectores, nacionales e internacionales.

    5 Cuando la minoría corrupta del gobierno queda más nítidamente responsable de la violencia y los problemas del pueblo, se aísla y se hace más fácil de presionar políticamente.

    Adicionalmente, la no violencia logra cambios en la sociedad que son más sustentables en el tiempo que los cambios violentos.

    RETOS QUE PLANTEA LA NO VIOLENCIA ACTIVA:

    1 .Entender la lucha social como un conjunto de iniciativas políticas, de diferente tipo, que involucra a diversos sectores, en donde la protesta de calle es sólo uno de los formatos de expresión (hay casi 200 formas de lucha no violenta que han sido documentadas).

    2 Desarrollar un lenguaje que invite e incluya a más personas, para poder aislar políticamente a la minoría opresora y violenta del gobierno. Esta es la prioridad inicial.

    3 Lograr promover un amplio movimiento compuesto por muchas organizaciones populares que tienen en común la defensa de sus derechos económicos, sociales y políticos, y las acciones no violentas.

    CONFUSIONES SOBRE LA LUCHA NO VIOLENTA

    La no violencia no significa sumisión ni falta de firmeza. Por el contrario, se requiere de mucha fortaleza emocional para asumir inteligentemente este enfoque de lucha.

    Los detractores de la no violencia suelen encajonar el concepto a la existencia de líderes carismáticos como Gandhi o Luther King. Pero no hubo tales líderes en Chile, Argentina, Serbia, Ucrania o Egipto, y el pueblo pudo vencer a sus dictadores.

    Por el contrario, un movimiento de cambio demasiado dependiente a un solo líder es muy riesgoso. Los dictadores siempre tratarán de decapitar al movimiento atacando al líder. Por lo cual es mejor contar con muchas organizaciones populares interconectadas y varios niveles de liderazgo. Cuando los líderes están dispersos a través de un movimiento, con nombres muchas veces desconocidos, es imposible arrestarlos a todos.

    ¿FUNCIONARÁ ESTO EN MI PAÍS?

    Puedes tener razón, una estrategia no violenta podría no tener éxito contra todo adversario. Mucha gente duda que pueda funcionar contra los oponentes realmente brutales. Pero el movimiento "Solidaridad" en Polonia tuvo éxito mientras se encontraban allá 70 mil soldados soviéticos. La junta militar de Pinochet fue derrotada con elecciones, y la acción masiva del pueblo sudafricano organizado, apoyada por la presión internacional, obligó al brutal régimen del "Apartheid" a negociar.

    Pero la no violencia activa no puede avanzar sin unión, organización, planificación y disciplina. Es una visión democrática de lucha, aunque el foco no está en las elecciones. Estas son sólo el mecanismo final para determinar el nuevo rumbo a seguir, después de salir de los tiranos.

    LA VIOLENCIA DEL GOBIERNO ES VULNERABLE

    Los gobiernos autoritarios recurren a la violencia para "defender" su origen. Pero la supremacía del pueblo (organizado y luchando) los puede detener, porque la base de sus fuerzas represivas es parte del pueblo oprimido.

    La violencia es el recurso de los más débiles porque no tienen argumentos ni autoridad moral. Lo que el gobierno impone con violencia, busca defenderlo de la misma manera, aunque no le funcione.

    Cuando un régimen totalitario aumenta la represión, amplía el número de los reprimidos y descontentos. Al aumentar el nivel de represión militar la resistencia civil también aumenta.

    En este sentido, la no violencia persigue aumentar el costo político de la represión, hasta tal punto que sea insostenible por el gobierno. Pero la arrogancia del gobernante autoritario no le permite ver que sus acciones represivas quedan ridiculizadas cuando no superan al pueblo organizado para resistir y seguir luchando. Así la población pierde el miedo y el respeto por esos gobernantes, y su lucha se fortalece.

    La no violencia activa busca derrotar moralmente al gobierno, para que sus fuerzas de seguridad se nieguen a reprimir al pueblo. No hay poder autoritario que dure si la mayoría desobedece de manera organizada y sin violencia. Es el método de lucha más eficaz para quebrar las lealtades militares y policiales, haciendo que el cambio sea inevitable.



    Fuente: http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/18743-ipor-que-la-no-violencia-activa-es-superior-como-metodo-de-lucha

    ME SIRVE.....


    Me sirve y no me sirve

    La esperanza tan dulce
    tan pulida tan triste
    la promesa tan leve no me sirve
    no me sirve tan mansa
    la esperanza
    la rabia tan sumisa
    tan débil tan humilde
    el furor tan prudente
    no me sirve
    no me sirve tan sabia
    tanta rabia
    el grito tan exacto
    si el tiempo lo permite
    alarido tan pulcro
    no me sirve
    no me sirve tan bueno
    tanto trueno
    el coraje tan dócil
    la bravura tan chirle
    la intrepidez tan lenta
    no me sirve
    no me sirve tan fría
    la osadía
    sí me sirve la vida
    que es vida hasta morirse
    el corazón alerta
    sí me sirve
    me sirve cuando avanza
    la confianza
    me sirve tu mirada
    que es generosa y firme
    y tu silencio franco
    sí me sirve
    me sirve la medida
    de tu vida
    me sirve tu futuro
    que es un presente libre
    y tu lucha de siempre
    sí me sirve
    me sirve tu batalla
    sin medalla
    me sirve la modestia
    de tu orgullo posible
    y tu mano segura
    sí me sirve
    me sirve tu sendero
    compañero.

    Mario Benedetti


    jueves, 27 de marzo de 2014

    MIÉNTEME, NECESITO CREERTE



    “Necesitamos desesperadamente que nos cuenten historias. Tanto como el comer, porque nos ayudan a organizar la realidad e iluminan el caos de nuestras vidas

    Paul Auster





    miércoles, 26 de marzo de 2014

    PROVERBIO ÁRABE



    No digas todo lo que sabes.
    No hagas todo lo que puedes.
    No creas todo lo que oyes.
    No gastes todo lo que tienes.

    Porque...

    Quien dice todo lo que sabe.
    Quien hace todo lo que puede.
    Quien cree todo lo que oye.
    Y gasta todo lo que tiene.

    Muchas veces...

    Dice lo que no conviene.
    Hace lo que no debe.
    Juzga lo que no ve.
    Gasta lo que puede.





    BALADA DE LA CÁRCEL DE READING



    A la memoria de C. T. W. 

    antiguo soldado de la Guardia Real de Caballería. 
    Muerto en el Presidio de Reading, Berkshire, 7 de julio de 1896:


    I 


    No vistió su chaqueta escarlata 

    porque el vino y la sangre ya son rojos, 
    y sangre y vino había en sus manos 
    cuando lo hallaron con la muerta, 
    la pobre que él amó 
    y a quien en su lecho asesinara. 

    Caminó entre los jueces 

    vistiendo el gris raído 
    con gorra en la cabeza 
    y paso alegre y leve. 
    Pero jamás vi a nadie que mirara el día 
    con igual ansiedad. 

    Jamás vi a nadie que mirara 

    con ojos tan ansiosos 
    la pequeña tienda azul 
    que los presos llaman cielo, 
    y a cada nube fugitiva 
    que cruzaba con velamen de plata. 

    Confinado en otros patios con otras almas 

    en pena me preguntaba 
    si había hecho algo grande 
    o algo insignificante, 
    cuando una voz me susurró al oído 
    «ese hombre va a la horca». 

    ¡Cristo! Los muros de la prisión 

    de pronto parecían tambalearse 
    y sobre mi cabeza era el cielo 
    un casco de quemante acero. 
    Y aunque era yo un alma en pena, 
    mi pena sentir no podía. 

    Supe qué pensamiento perseguido 

    su paso apresuraba; supe por qué 
    miraba el día brillante 
    con ojos tan ansiosos. 
    Había matado aquello que él amaba 
    y tenía que morir. 




    Y sin embargo, cada hombre mata lo que ama. 

    Que todos oigan esto: 
    unos lo hacen con mirada torva 
    otros con la palabra halagadora; 
    el cobarde lo hace con un beso, 
    con la espada el valiente. 

    Matan algunos el amor de joven 

    y otros cuando viejos; 
    estrangulan algunos con manos de lujuria, 
    otros con manos de oro: 
    el más amable usa el puñal 
    para que el frío llegue antes. 

    Aman algunos poco tiempo, largamente otros. 

    Hay quienes compran y también quienes venden. 
    El acto es cometido a veces en el llanto 
    y otras sin un suspiro. 
    Pues todos matan lo que aman; 
    pero no todos mueren. 

    No muere una muerte de vergüenza 

    un día de desgracia oscura; 
    ni nudo al cuello en la garganta lleva 
    ni paño sobre el rostro; 
    ni caen los pies primero por el piso 
    al espacio vacío. 




    No se sienta con hombres silenciosos 

    que lo vigilan noche y día, 
    que lo vigilan cuando busca el llanto 
    y también cuando busca la plegaria. 
    Que lo vigilan; no sea que él mismo robe 
    de la prisión la presa. 

    No se despierta al alba para ver 

    formas temibles en tropel por la celda: 
    el aterido Capellán en su túnica blanca, 
    el Alguacil adusto en su tristeza, 
    el Director en esplendente traje negro 
    y el amarillo rostro del Desastre. 

    No se apresura en prisa lamentable 

    a vestir el ropaje del convicto, 
    y un Doctor mordaz se regodea 
    notando el tic nervioso de cada pose nueva; 
    y en la mano un reloj cuyos tictacs 
    son como horribles golpes de martillo. 

    No conoce la sed brutal que lija la garganta 

    antes de que el verdugo 
    se deslice con guantes de jardín 
    por la puerta acolchada, 
    y lo ate con tres correas para apagar por siempre 
    la sed de la garganta. 

    No baja la cabeza para oír 

    la lectura del oficio mortuorio, 
    mientras el temor de su alma 
    le dice que no está muerto; 
    ni se cruza con su propio ataúd 
    al acercarse al cobertizo horrible. 

    Ni mira fijamente el aire 

    por un techo de vidrio; 
    ni reza con labios de arcilla 
    porque termine su agonía; 
    ni siente en su mejilla vacilante 
    el beso de Caifás. 

    II 


    Seis semanas nuestro soldado dio vueltas 

    por el patio, vistiendo el gris raído, 
    con gorra en la cabeza 
    y paso alegre y leve. 
    Pero jamás vi a nadie que mirara 
    el día con igual ansiedad. 

    Jamás vi a nadie que mirara 

    con ojos tan ansiosos 
    la azul tienda pequeña 
    que llaman los presos cielo 
    y a cada nube arrastrando 
    sus enredados vellones. 

    No retorció las manos como lo hacen 

    los necios que se atreven a alentar 
    a la Esperanza retadora 
    en la misma cueva oscura de la Desesperación: 
    Miró hacia el sol solamente 
    y bebió el aire matinal. 

    No retorció las manos ni lloró 

    ni miró furtivamente o languideció; 
    sino bebió el aire como si allí encontrara 
    saludable calmante; 
    la boca abierta bebió el sol 
    como si fuera vino! 

    Y yo y todas esas almas en pena 

    que caminaban en el otro patio 
    olvidamos si nosotros mismos 
    habíamos hecho algo grande o algo insignificante, 
    y contemplamos con asombro torpe 
    al hombre al que iban a colgar. 

    Pues era extraño verlo así pasar 

    con paso tan alegre y leve, 
    y extraño era verlo contemplar 
    con tal ansiedad el día. 
    Y pensar era también extraño 
    en esa deuda que pagar tenía. 




    El olmo, el roble tienen bellas hojas 

    que brotan en la primavera: 
    pero era horrible ver el árbol del cadalso 
    con la raíz mordida por las víboras, 
    y, verde o seco, debe morir un hombre 
    antes de dar su fruto. 

    El lugar más exaltado es ese trono de gracia 

    al que aspira todo el mundo. 
    ¿Pero quién se erguiría en correa de cáñamo 
    en el alto patíbulo y echaría 
    a través de collar asesino 
    su última mirada al cielo? 

    Dulce es bailar al ritmo de violines 

    cuando la vida y el amor son justos; 
    y extraño y delicado 
    al ritmo de laúdes y de flautas; 
    mas no hay dulzura cuando un ágil pie 
    baila en e aire. 

    Así, con curiosos ojos y aprehensión oscura 

    lo observamos día a día, 
    preguntándonos, si cada uno de nosotros 
    terminaría de manera igual, 
    pues nadie puede decir en qué Infierno rojo 
    su alma ciega extraviarse podría. 

    Por fin, el hombre muerto 

    cesó de caminar entre los Jueces, 
    y supe que estaba de pie 
    en el negro redil del acusado 
    y su rostro jamás vería otra vez 
    en bienestar o desastre. 

    Cual barcos condenados que en la tormenta se cruzan 

    nuestras rutas se habían encontrado: 
    no hicimos gesto alguno, no dijimos palabra, 
    y no había palabra que decir; 
    pues no nos encontramos en la noche sagrada 
    sino en día de vergüenza. 

    Un muro de prisión nos envolvía 

    y éramos dos parias; 
    nos arrojara el mundo de su corazón 
    y Dios de su cuidado: 
    la trampa de hierro nos había atrapado, 
    aquella que el Pecado siempre espera. 

    III 


    En el Patio de los Deudores 

    son duras las piedras, húmedo el alto muro, 
    y cuando tomaba el aire 
    bajo el cielo plomizo 
    a cada lado un guardia caminaba 
    para que el hombre no muriera. 

    A veces se sentaba con esos que guardaban 

    su angustia día y noche; 
    con quienes lo guardaban al llorar 
    y al arrodillarse para el rezo. 
    Con quienes lo guardaban, no sea que robara 
    la presa del patíbulo. 

    El Director era inflexible en aplicar 

    las disposiciones de la Ley; 
    el Doctor afirmó que la muerte 
    era un acto científico; 
    y dos veces al día lo visitaba el Capellán 
    y dejaba su pequeño folleto. 

    Y dos veces al día fumaba su pipa 

    y bebía su cuarto de cerveza; 
    su alma en actitud resuelta 
    no dejaba escondrijo para el miedo. 
    A menudo decía estar contento 
    de que el día del verdugo se acercara. 

    Pero por qué decía cosa tan extraña 

    ningún guardián osaba preguntar; 
    pues quien asume 
    la misión de guardián 
    debe sellar sus labios y transformar 
    en máscara su rostro. 

    De lo contrario, podría conmoverse, 

    podría tratar de dar consuelo: 
    ¿Y qué podría lograr la Piedad Humana 
    acorralada en un Hoyo de Asesinos? 
    ¿Qué palabra de gracia en tal lugar 
    podría ayudar el alma de un hermano? 




    Cabizbajos por el ruedo 

    hicimos el Desfile de los Locos. 
    Nada nos importaba: sabíamos bien 
    que éramos la Brigada del Diablo, 
    y con cabeza rapada y pies de plomo 
    nos prestamos a la alegre mascarada. 

    Desgarramos la cuerda alquitranada 

    con uñas romas, sangrantes; 
    frotamos las puertas, fregamos los pisos 
    y pulimos los barrotes brillantes; 
    y madero tras madero el tablón jabonamos 
    entre el estruendo de los cubos. 

    Cosimos los sacos, rompimos las piedras 

    y trabajó el taladro polvoriento: 
    golpeamos las latas y gritamos los himnos, 
    y sudamos en el molino, 
    mas en el corazón de cada hombre 
    quieto yacía el terror. 

    Y se hallaba tan quieto que cada día 

    se arrastraba cual ola sofocada por algas; 
    y olvidamos nuestro destino amargo 
    que espera por igual a pillo o necio, 
    hasta que una vez, volviendo del trabajo con andar pesado 
    pasamos junto a una tumba abierta. 

    Con bostezo feroz el amarillo pozo 

    a bocanadas parecía pedir algo viviente 
    y aun el barro mismo clamaba por la sangre 
    al ruedo de sediento asfalto. 
    Sabíamos que antes que cierto alba aclarara 
    un preso habría de ser colgado. 

    Y entramos con el alma absorta 

    en Muerte y Sueño y Hado. 
    El verdugo con su valijita 
    arrastraba los pies en la penumbra; 
    yo temblaba, a tientas en camino 
    hacia mi tumba numerada. 




    Esa noche los vacíos corredores 

    se llenaban de formas del Temor, 
    y por toda la ciudad de hierro 
    había pasos furtivos que no oíamos 
    y a través de las barras que esconden las estrellas 
    parecían asomarse caras blancas. 

    Yacía como quien soñase 

    en prados placenteros. 
    Los guardias en custodia de su sueño 
    no podían comprender 
    que alguien durmiera ese sueño dulce 
    tan cerca de un verdugo. 

    Pero no hay sueño cuando debe haber llanto 

    en quien nunca ha llorado. 
    Y nosotros -el necio, el pillo, el impostor-, 
    quedamos en vigilia interminable, 
    y en cada seso en manos del dolor 
    el terror de otro hombre se insinuaba. 

    ¡Ay, es algo tan terrible 

    sentir la culpa de otro! 
    La Espada del Pecado penetraba 
    hasta su empuñadura envenenada 
    y nuestras lágrimas eran de plomo derretido 
    pues la sangre no habíamos nosotros derramado. 

    Los guardias con calzado de felpa se acercaban 

    a cada puerta cerrada con candado 
    y atisbaban con ojos consternados 
    grises figuras en el suelo, 
    preguntándose por qué se arrodillaban a rezar 
    quienes jamás antes rezaran. 

    ¡Rezamos toda la noche arrodillados, 

    insensatos dolientes de un cadáver! 
    Las agitadas plumas de medianoche 
    agitaron las plumas funerarias. 
    Y como el vino amargo de la esponja 
    era el sabor del arrepentimiento. 




    El gallo gris cantó, cantó el gallo rojo 

    mas el día no llegó: 
    formas torcidas del Terror se agazaparon 
    por los rincones donde yacíamos 
    y cada espíritu maligno que vaga por la noche 
    se nos aparecía. 

    Pasaban deslizándose, ligeros 

    cual viajeros en velo neblinoso; 
    se mofaban de la luna bailando 
    un rigodón de vueltas y pasos delicados, 
    y con ritmo formal y gracia repugnante 
    los fantasmas acudían a su cita. 

    Con mueca consternada los miramos pasar, 

    esbeltas sombras tomadas de la mano; 
    giraron y giraron en grupos fantasmales 
    y bailaron allí la lenta zarabanda: 
    ¡Condenados grotescos hicieron arabescos 
    como el viento en la arena! 

    Y con piruetas como de marionetas 

    sus pasos afilados tropezaron; 
    llenaron los oídos con las flautas del Miedo 
    en esa horrible mascarada, 
    y a toda voz cantaron mucho tiempo 
    pues cantaban para despertar los muertos. 

    «¡Oh!», cantaban, «¡ancho es el mundo 

    pero cojean las extremidades aherrojadas! 
    Y tirar los dados una vez o dos veces, 
    es juego caballeresco 
    pero no gana jamás quien con el Pecado juega 
    en la secreta Casa de la Vergüenza.» 

    No eran cosas de aire esas bufonadas 

    que con tal júbilo retozaban 
    para hombres con vidas en grilletes, 
    cuyos pies jamás serían libres. 
    ¡Ah! ¡Por las heridas de Cristo! Eran algo viviente 
    y algo horrible de ver 

    Girando y girando devanaron el vals, 

    dieron vueltas algunos en parejas sonrientes; 
    con el paso afectado de un viajante, 
    algunos se acercaron con sigilo al peldaño 
    y con burla sutil y mirar de malicioso servilismo 
    todos ayudaron a decir nuestras preces. 

    Comenzó su lamento el viento matinal 

    pero la noche continuó; 
    en su enorme telar la red de la tristeza 
    se extendió hasta que cada hebra fue hilada: 
    y al rezar, nuestro miedo creció 
    ante la justicia del sol. 

    Vagó con su lamento el viento 

    por los muros llorosos de la cárcel. 
    Hasta que como rueda de acero giratorio 
    sentimos los minutos que avanzaban a rastras: 
    ¡oh, viento clamoroso! ¿Qué habíamos hecho 
    para merecer tal alguacil? 

    Al fin pude ver los barrotes sombreados 

    cual enrejado que forjado en plomo 
    se moviese por el muro blanqueado 
    frente a mi camastro de tablas 
    y supe que en un lugar del mundo 
    era roja el alba horrible de Dios. 

    Limpiamos nuestras celdas a las seis, 

    todo era calmo a las siete, 
    pero el susurro y el vaivén del viento 
    colmaba la prisión: 
    con su aliento helado el señor de la Muerte 
    había entrado a matar. 

    Y no pasó en purpúreo esplendor 

    ni montó corcel de blanco lunar. 
    Tres yardas de cuerda y un tablón 
    es lo que la horca necesita: 
    y así con cuerda de vergüenza el Heraldo llegó 
    a perpetrar la acción secreta. 

    Éramos como hombres que a través de un pantano 

    de inmunda oscuridad a tientas van. 
    No osamos murmurar una plegaria 
    ni tampoco alentamos nuestra angustia, 
    algo muerto se encontraba en nosotros 
    y eso muerto era la Esperanza. 

    La justicia del hombre inexorable avanza 

    y no habrá de apartarse: 
    mata al débil, mata al fuerte 
    en mortífera zancada: 
    ¡mata con taco de hierro 
    el monstruoso parricida! 

    Esperamos que sonaran las ocho. 

    Con la lengua hinchada por la sed 
    pues el octavo golpe era el Destino 
    que hace a un hombre maldito. 
    Y usará el Destino un nudo corredizo 
    para el hombre mejor y para el peor. 

    Nada teníamos que hacer, 

    sólo esperar que la señal llegara. 
    Así como piedras en valle solitario 
    mudos e inmóviles quedamos; 
    pero cada corazón latía agitado e intenso, 
    cual tambor de un demente. 

    En súbita conmoción el reloj de la prisión 

    golpeó el aire estremecido 
    y de toda la cárcel una queja se elevó 
    de impotente desespero. 
    Como el gemido que oyen pantanos asustados 
    de algún leproso en su cueva. 

    Y como quien ve algo horrible 

    en el cristal de un sueño, 
    vimos la soga de cáñamo grasiento 
    que montaba la viga ennegrecida 
    y escuchamos el rezo que el nudo del verdugo estrangulara 
    hasta que fuera un grito. 

    Y toda la aflicción lo conmoviera tanto 

    que soltó un grito amargo; 
    y los locos pesares, los sudores sangrientos 
    nadie los conocía como yo: 
    quien vive más de una vida 
    muere más de una muerte. 

    IV 


    No hay capilla esos días 

    cuando cuelgan a un hombre: 
    el corazón del Capellán está demasiado enfermo 
    o su rostro demasiado macilento, 
    o hay algo escrito en sus ojos 
    que nadie debería ver. 

    Así, nos tuvieron encerrados hasta casi el mediodía 

    y sonaron entonces. las campanas. 
    Los guardias con llaves tintineantes 
    abrieron cada celda atenta, 
    con estrépito bajamos la escalera de hierro 
    dejando cada uno su separado Infierno. 

    Salimos al dulce aire de Dios 

    mas no del modo acostumbrado, 
    pues este rostro estaba blanco de miedo 
    y aquél estaba gris; 
    jamás hombres tristes vi mirar el día . 
    con ansiedad igual. 

    Jamás hombres tristes vi 

    que miraran con ojos tan ansiosos 
    la azul tienda pequeña 
    que los presos llamamos cielo 
    y cada nube indiferente que pasaba 
    en libertad tan feliz. 

    Pero algunos de nosotros 

    que íbamos cabizbajos bien sabíamos 
    que habríamos elegido la muerte 
    si hubiéramos podido. 
    Mató él algo viviente, 
    ellos mataron lo que estaba muerto. 

    Pues quien peca una segunda vez 

    despierta un alma muerta al dolor, 
    sácala de su mortaja manchada 
    y hace que sangre otra vez, 
    la hace sangrar a borbotones 
    ¡y hace que sangre en vano! 




    Como mono o payaso en atuendo monstruoso 

    y con flechas torcidas adornados 
    dimos vuelta tras vuelta silenciosos 
    por el asfalto resbaladizo del patio. 
    Silenciosos marchamos vuelta tras vuelta 
    y nadie pronunció palabra. 

    Marchamos silenciosos 

    y en cada mente vacía 
    el recuerdo de algo horrible 
    pasó como un vendaval 
    y el Horror acechaba a cada hombre 
    y detrás el Terror se arrastraba sigiloso. 




    Los guardias se pavoneaban en idas y venidas 

    cuidando sus rebaños de brutos; 
    llevaban uniformes impecables 
    o vestían los trajes de Domingo; 
    sabíamos dónde habían estado: 
    la cal viva manchaba sus zapatos. 

    Pues donde ancha sepultura antes se abriera 

    no quedaba más tumba. 
    Sólo un tramo de arena y barro 
    junto al horrible muro 
    y un cúmulo de cal ardiente 
    como su paño mortuorio. 

    Pues tiene una mortaja ese desafortunado 

    como muy pocos pueden reclamar: 
    en lo profundo, bajo el patio de una prisión, 
    desnudo, para mayor vergüenza, 
    yace con los pies aherrojados 
    envuelto en una sábana de llamas. 

    Y todo el tiempo la cal ardiente 

    devora carne y hueso, 
    devora frágiles huesos en la noche 
    y carne blanda de día; 
    alterna carne con hueso; 
    pero siempre devora el corazón. 




    Tres largos años estarán sin sembrar, 

    sin plantar o cultivar allí; 
    y por tres largos años el lugar infeliz 
    será estéril, baldío, 
    y mirará el cielo perplejo, 
    con mirar sin reproche. 

    Piensan que el corazón de un asesino infectaría 

    cada semilla inocente que plantaran. 
    ¡No es verdad! La tierra bondadosa de Dios 
    es más generosa que lo que los hombres imaginan; 
    la rosa roja florecería más roja 
    y más blanca la blanca. 

    ¡De su boca saldría una rosa muy roja 

    y de su corazón una muy blanca! 
    Pues, ¿quién puede decir de qué extraña manera 
    Cristo saca a la luz Su voluntad 
    desde que el cayado estéril que portó el peregrino 
    floreciera a la vista del gran Papa? 

    Pero ni a la nívea rosa blanca ni a la roja 

    es permitido florecer en el aire de la prisión; 
    pedazos de loza, guijarros, pedernal 
    es lo que aquí nos dan: 
    pues sabido es que las flores pueden restañar 
    del desaliento al común de las gentes. 

    Por eso, jamás la rosa roja ni la blanca 

    caerá pétalo a pétalo 
    en ese barro, esa arena 
    junto al horrible muro de la cárcel, 
    para decir a quienes dan pesadamente vuelta por el patio 
    que el Hijo de Dios murió por todos. 



    Y, sin embargo, aunque el horrible muro 

    lo cerca por cada lado 
    y un espíritu no puede caminar de noche 
    cuando se halla aherrojado, 
    y puede sólo llorar cuando yace 
    en tierra no consagrada, 

    está en paz -este hombre desgraciado-, 

    en paz, o pronto lo estará: 
    nada hay que ya pueda enloquecerle, 
    ni camina el Terror a mediodía 
    porque la tierra oscura en que yace 
    no tiene ni Sol ni Luna. 

    Como a bestia lo colgaron; 

    ni hubo siquiera un réquiem 
    que tal vez trajera paz 
    a su alma sobrecogida. 
    Apresuradamente lo sacaron 
    y lo escondieron en un hoyo. 

    Los guardias lo desnudaron, 

    lo entregaron a las moscas: 
    se mofaron de la garganta grana e inflamada, 
    y de los ojos que miraban rígidos. 
    Entre risotadas le echaron el sudario 
    en el que yace el convicto. 

    El Capellán no se arrodilló a rezar 

    junto a su tumba deshonrada: 
    ni la marcó con esa Cruz bendita 
    que Cristo dio a los pecadores, 
    pero era el hombre de aquéllos 
    por quienes Cristo descendiera. 

    Pero todo está bien; solamente ha llegado 

    hasta el límite que la vida ha fijado 
    y lágrimas extrañas llenarán para él 
    esa urna de piedad tanto tiempo destrozada. 
    Quienes por él están desconsolados serán parias 
    y los parias jamás hallan consuelo. 

    V 


    No sé si son Leyes justas 

    o Leyes equivocadas; 
    sabemos quienes estamos en la cárcel 
    que el muro es muy poderoso, 
    y que cada jornada es como un año 
    de interminables días. 

    Pero hay algo que sé; sé que toda Ley 

    que los hombres han concebido para el Hombre, 
    desde que el primero quitara la vida al hermano 
    y así el triste mundo comenzara, 
    desecha el trigo y la paja retiene 
    con los aventadores más perversos. 

    Y esto también sé -y sabio sería 

    que todos lo supiéramos- 
    que cada prisión que los hombres erigen 
    está construida con ladrillos de vergüenza 
    y cercada con rejas no sea que Cristo pueda ver 
    cómo los hombre mutilan a sus hermanos. 

    Con barrotes ocultan la luna clemente 

    y ciegan el sol bienhechor: 
    y bien hacen escondiendo tal Infierno 
    pues allí se cometen tales actos 
    que ni Hijo de Dios ni hijo de hombre 
    jamás debería contemplar. 



    Los actos más viles, cual hierbas venenosas 

    crecen lozanos en el aire de la prisión. 
    Sólo aquello que en el hombre es bueno 
    allí se arruina y se marchita: 
    la pálida angustia guarda el pesado portal 
    y el guardián es la desesperación. 

    Hambrean al niño aterrado 

    hasta que llora noche y día; 
    azotan al débil y flagelan al necio; 
    se mofan del viejo ceniciento 
    y algunos enloquecen, y todos se malogran 
    y nadie puede pronunciar palabra. 

    Cada celda angosta que habitamos 

    es una oscura letrina maloliente 
    y cada apertura que cierran las barras 
    es fétido aliento de Muerte viviente; 
    y todo, menos la lascivia, se reduce a polvo 
    en la máquina Humana. 

    El agua salobre que bebemos 

    lleva una baba nauseabunda 
    el pan amargo que en las balanzas pesan 
    está lleno de cal 
    y el sueño no se acuesta jamás, camina 
    con ojos desorbitados y llora al Tiempo. 




    Pero aunque el Hambre magro y la verde Sed 

    luchan como víbora con áspid, 
    poco nos interesa la pitanza carcelaria; 
    porque aquello que enfría y mata por completo 
    es que cada piedra levantada de día 
    se torna en corazón de noche. 

    Con la medianoche siempre en el corazón 

    y el crepúsculo en la celda 
    damos vuelta el manubrio o desgarramos la cuerda 
    cada uno en su Infierno separado. 
    Y es más terrible el silencio 
    que el estrépito de cínica campana. 

    Jamás se acerca voz humana 

    para decir una palabra amable: 
    y el ojo que por la puerta espía 
    es duro, sin misericordia. 
    De todos olvidados nos pudrirnos 
    con cuerpo y alma mancillados. 

    De tal modo herrumbramos la cadena de la Vida, 

    solitaria, degradada, 
    Y algunos hombres maldicen y otros lloran; 
    los hay que no profieren lamento. 
    Pero la eterna Ley de Dios es bondadosa 
    y rompe también el corazón de piedra. 




    Y todo corazón que se destruye 

    en la celda o en el patio de la prisión 
    es igual que esa caja destruida 
    que rindió sus tesoros al Señor 
    y que llenó la casa impura del leproso 
    con la fragancia del nardo más preciado. 

    ¡Oh! Felices son los corazones que se rompen 

    y ganan la paz que da el perdón. 
    ¿De qué otro modo puede el hombre ordenar su vida 
    y purificar su alma del Pecado? 
    ¿Cómo si no por destrozado corazón 
    puede Cristo Señor hallar su ingreso? 




    Y aquél de la inflamada y púrpura garganta, 

    el de los ojos desorbitadas 
    aguarda las manos sagradas 
    que llevaron Ladrón al Paraíso. 
    Y un destrozado corazón contrito 
    el Señor no habrá de despreciar. 

    El hombre que vestido de rojo lee la Ley 

    otorgóle tres semanas de vida, 
    tres semanas cortas solamente para restañar 
    su alma de todas sus contiendas 
    y limpiar de cada mancha de sangre 
    la mano que sostuvo el puñal. 

    Y con lágrimas de sangre limpió la mano 

    que sostuvo el acero, 
    pues tan sólo la sangre sangre limpia 
    y tan sólo las lágrimas restañan; 
    y aquella roja sangre que fuera de Caín 
    tornóse en níveo sello de Jesús. 

    VI 


    En la Cárcel de Reading, junto a la ciudad de Reading 

    se encuentra un pozo de vergüenza 
    en el que yace un desgraciado 
    por dientes de fuego devorado. 
    Yace en mortaja llameante 
    y está su tumba sin nombre. 

    Y allí, hasta que Cristo llame a los muertos, 

    que en silencio descanse. 
    No es necesario gastar lágrimas necias 
    o entregarse a suspiros profundos: 
    el hombre había matado lo que amaba 
    y tenía que morir. 

    Y todos matan lo que aman, 

    que todos oigan esto; 
    algunos lo hacen con mirada torva 
    otros con la palabra halagadora, 
    el cobarde lo hace con un beso, 
    ¡con la espada el valiente! 


    OSCAR WILDE