OREMOS



ORACIÓN POR LA PAZ
San Francisco de Asís

Señor, hazme un instrumento de tu paz:
donde haya odio, ponga yo amor,
donde haya ofensas, ponga yo perdón,
donde haya discordia, ponga yo unión,
donde haya error, ponga yo verdad,
donde haya duda, ponga yo fe,
donde haya desesperación, ponga yo esperanza,
donde haya tiniebla, ponga yo luz,
donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh, Señor, haz que yo no busque tanto
el ser consolado como consolar,
el ser comprendido, como comprender,
el ser amado, como amar.

Porque dando es como se recibe,
olvidándose de sí es como se encuentra,
perdonando es como se es perdonado,
muriendo es como se resucita para la vida eterna. Amen.









ORACIÓN A LA GRANDEZA




Señor

Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes.

Y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles.

 Si me das fortuna no me quites la razón.

 Si me das éxito no me quites la humildad.

 Si me das humildad no me quites la dignidad.

 Ayúdame siempre a ver la otra cara de la medalla.

 No me dejes inculpar de traición a los demás,
 por no pensar igual que yo.

 Enséñame a querer a la gente como a mi mismo,
 y a no juzgarme como a los demás.

 No me dejes caer en el orgullo si triunfo,
 ni en la desesperación, si fracaso.

 Mas bien recuérdame que el fracaso,
 es la experiencia que precede al triunfo.

 Enséñame, que perdonar es un signo de grandeza.

 Y que la venganza es una señal de bajeza.

 Si me quitas el éxito dame fuerzas,
 para aprender del fracaso.

 Si yo ofendiera a la gente,
 dame valor para disculparme,
 y si la gente ofende dame valor para perdonar.

 Señor…si yo me olvido de ti,
 nunca te olvides de mí.

Mahatma Gandhi





MICROCUENTO




Golpe
Pía Barros


Mamá, dijo el niño, ¿qué es un golpe? Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar donde te dio. El niño fue hasta la puerta de casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía un tinte violáceo.




FELIZ SEMANA


                                                                                                             Eduardo Galeano

domingo, 21 de junio de 2015

YO SOY TU PADRE...



Padre, papá, papi

Hasta hace cosa de un siglo, los hijos acataban el cuarto mandamiento como si no fuera dictamen de Dios sino reglamento de la Federación de Fútbol. Imperaban normas estrictas de educación: nadie se sentaba a la mesa antes que el padre; nadie hablaba sin permiso del padre; nadie se levantaba si el padre no se había levantado; nadie repetía almuerzo, porque el padre solía dar buena cuenta de las bandejas: por algo era el  padre…

La madre ha constituido siempre el eje sentimental de la casa, pero el padre era la autoridad suprema. Cuando el padre miraba fijamente a la hija, esta abandonaba al novio, volvía a vestir falda larga y se metía de monja. A una orden suya, los hijos varones cortaban leña, alzaban bultos o se hacían matar en la guerra.

-Padre: ¿quiere usted que cargue las piedras en el carro y le dé de beber a las vacas? ¡Cuánta fuerza tenía el padre!

Todo empezó a cambiar hace unas siete décadas, cuando el padre dejó de ser el padre y se convirtió en el papá. El mero sustantivo era una derrota. Padre es palabra sólida, rocosa; papá es apelativo para oso de felpa o perro faldero. Demasiada confiancita. Además -segunda derrota- “papá” es una invitación al infame tuteo. Con el uso de “papá” el hijo se sintió autorizado para protestar, cosa que nunca había ocurrido cuando el padre era el padre – ¡Pero, papá, me parece el colmo que no me prestes el auto…!

A diferencia del padre, el papá era tolerante. Permitía al hijo que fumara en su presencia, en vez de arrancarle de una bofetada el cigarrillo y media jeta, como hacía el padre en circunstancias parecidas. Los hijos empezaron a llevar amigos a casa y a organizar bailes y convivios, mientras papá y mamá se desvelaban y comentaban: “bueno, tranquiliza saber que están tomándose unos traguitos en casa y no en quién sabe dónde”.

El papá marcó un acercamiento generacional muy importante algo que el padre desaconsejaba por completo. Los hijos empezaron a comer en la  sala mirando el televisor, mientras papá y mamá lo hacían solos en la mesa. Y a usar el teléfono sin permiso, y a sustraer billetes de la cartera de papá, y a usar sus mejores camisas. La hija, a salir con pretendientes sin chaperón y a exigirle al papá que no hiciera mala cara al insoportable novio y en vez de “señor González”, como habría hecho el padre, lo llamara “Tato”.

Papá seguía siendo la autoridad de la casa, pero bastante maltrecha Nada comparable a la figura de prócer del padre. Era, en fin, un tipo querido, de lavar y planchar, a quien acudir en busca de consejo o plata prestada.

Y entonces vino “papi”. “Papi” es invento reciente, de los últimos 20 o 30 años. Descendiente menguado y raquítico de padre y de papá, ya ni siquiera se le consulta o se le solicita, sino que se le notifica. – “Papi”, me llevo el auto, dame para la gasolina…

A “papi” lo sacan de todo. Le ordenan que se vaya a cine con mami cuando los niños tienen fiesta y que entren en silencio por la puerta de atrás. Tiene prohibido preguntar a la nena quién es ese tipo despeinado que desayuna descalzo y en calzoncillos en la cocina.

A papi le quitan todo: la tarjeta de crédito, la ropa, el turno para ducharse, la afeitadora eléctrica, la computadora, las llaves… Lo tutean, pero siempre en plan de regaño:  ¡Tú sí que la riegas “papi”, no me vuelvas a llamar “chiquita” delante de Juanca…!

Aquel respeto que inspiraba padre, con papá se transformó en confiancita y se ha vuelto franco abuso con papi: – Oye, “papi”, me estás acabando el whisky, “panzón”, “bodoque”,…

No sé qué seguirá de “papi” hacia abajo. Supongo que la esclavitud o el destierro.

Yo estoy aterrado porque, después de haber sido nieto de padre, hijo de papá y papi de hijos, mis nietas han empezado a llamarme “bebé”.

Daniel Samper Pizano *






* Daniel Samper Pizano es un abogado, periodista, cuentista, columnista y novelista colombiano, colaborador de varios medios escritos y televisivos. Hermano del ex presidente Ernesto Samper Pizano y miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, es columnista habitual del diario “El Tiempo” en la columna llamada“Cambalache”, ha colaborado en publicaciones como “El Malpensante”, “Semana” y “Gatopardo”, sus escritos se caracterizan por tener un amplio y agradable sentido del humor y crítica social.


sábado, 20 de junio de 2015

POR AHORA....





“Una mente tranquila es todo lo que necesitas. Todo lo demás ocurrirá de manera correcta una vez que tu mente este quieta. En la luz de la calma, las energías interiores despiertan y realizan milagros sin ningún esfuerzo de tu parte.” 

Sri Nisargadatta Maharaj 


SENTIMIENTO VENEZOLANO





Quisiera confiar en ti

Quisiera confiar en ti, en tu inocente ignorancia,
en supuestas intenciones que te postulan a santo,
quisiera apreciar la estrella que brilla en esa arrogancia
y aceptarte poseedor de ese puesto, de ese espacio.

El superhéroe supuesto de los que no han visto el mundo,
los que no tienen palabra, no solo a falta de voz sino de conocimiento, la reencarnación de un muerto que por amor sigue vivo.

Práctica de una teoría, idea que se lee grandiosa y no funciona todavía.

Todo apunta para abajo, gravedad de lo incorrecto, mientras al fondo viajamos lo esencial vuela directo a un plano tan elevado que un pobre no alcanzaría.

Quisiera confiar en ti porque no tengo elección.
Sí, he visto a gente feliz, ojalá tengan razón.
Millones los inconformes, son hormigas ante ti
y ante ese poder enorme que te regaló el destino.

Yo no estoy nada contento, yo creo que has sido un tsunami,
lo que se ha llevado el viento, no veo luz en el camino.

Voy a esperar por el tiempo que se te fue concedido
para salir a buscar alguna mejor opción y cuando llegue el momento de enfrentar a divididos, usar la tinta en mi dedo para pintarte un adiós.

 Miguel Ignacio Mendoza
@nacholacriatura



¿ERES IDIOTA?






¿Eres idiota?

“Cada cual tiene más o menos claro que debe preocuparse por sí mismo y, en el mejor de los casos, que es importante procurar ser lo más decente que se pueda; pero de las cosas comunes, de lo que nos afecta a todos, de leyes, derechos y deberes generales… ¡bah, ganas de complicarse la vida! En mi época, se daba por supuesto que ser «bueno» políticamente le daba a uno licencia para desentenderse de la moral de cada día; ahora parece aceptado que con intentar portarse éticamente en lo privado ya se hace bastante y no hay por qué preocuparse de los líos públicos, es decir: políticos.

Me temo que ninguna de las dos actitudes es realmente sensata, sensata del todo. Ya en Ética para Amador procuré convencerte de que la vida humana no admite simplificaciones abusivas y que es importante una visión de conjunto: la perspectiva más adecuada es la que más nos ensancha, no la que tiende a miniaturizarnos.

Amador, los seres humanos no somos bonsais, más bonitos cuanto más se nos recorta; aunque tampoco desde luego somos una simple unidad dentro del bosque, siendo éste en tal caso lo único importante. Creo que se equivoca el que nos sacrifica al bosque y el que nos aísla y poda para dejarnos chiquititos… sin relación alguna con todos los millones que viven a nuestro alrededor. La vida de cada humano es irrepetible e insustituible: con cualquiera de nosotros, por humilde que sea, nace una aventura cuya dignidad estriba en que nadie podrá volver a vivirla nunca igual. Por eso sostengo que cada cual tiene derecho a disfrutar de su vida del modo más humanamente completo posible, sin sacrificarla a dioses, ni a naciones, ni siquiera al conjunto entero de la humanidad doliente. Pero por otra parte, para ser plenamente humanos tenemos que vivir entre humanos, es decir, no sólo como los humanos sino también con los humanos. O sea, en sociedad. Si me desentiendo de la sociedad humana de la que formo parte (y que hoy me parece que ya no es del tamaño de mi barrio, ni de mi ciudad, ni de mi nación, sino que abarca el mundo entero) seré tan prudente como quien yendo en un avión gobernado por un piloto completamente borracho, bajo la amenaza de un secuestrador loco armado con una bomba, viendo cómo falla uno de los motores, etc.. (puedes añadir si quieres alguna otra circunstancia espeluznante), en lugar de unirse con los restantes pasajeros sobrios y cuerdos para intentar salvarse, se dedicara a silbar mirando por la ventana o reclamara a la azafata la bandeja del almuerzo.

Los antiguos griegos (tipos listos y valientes por los que ya sabes que tengo especial devoción), a quien no se metía en política le llamaron idiotés; una palabra que significaba persona aislada, sin nada que ofrecer a los demás, obsesionada por las pequeñeces de su casa y manipulada a fin de cuentas por todos. De ese «idiotés» griego deriva nuestro idiota actual, que no necesito explicarte lo que significa. En el libro anterior me atreví a decirte que la única obligación moral que tenemos es no ser imbéciles, con las variadas formas de imbecilidad que pueden estropearnos la vida y de las que allí hablamos. Pues resulta que el mensaje de este libro que empiezas a leer también es un poco agresivo y faltón, porque puede resumirse en tres palabras: ¡no seas idiota!”

Fernando Savater
Política para Amador. ¿Eres idiota?
Publicado en octubre 31, 2013