DEBEMOS ABANDONAR EL REBAÑO





Debes abandonar el rebaño. Es urgente. Y es lo mejor para todos. No, no estamos hablando de echarte a la montaña y alejarte de la civilización ni de convertirte en un personaje inadaptado y antisocial incapaz de relacionarse con el resto de la sociedad.

Alejarte del rebaño es un arduo trabajo psicológico, que implica la recuperación del propio poder y criterio por encima de la opinión del resto del mundo. Un acto de extrema responsabilidad y generosidad, rayando en el heroísmo, pues no te reportará beneficios sociales, reconocimiento, ni recompensas materiales.

No se trata pues de un acto de rebeldía adolescente, ni de una pataleta inconformista sin consecuencias. Es mucho más profundo: se trata de dar un salto evolutivo como individuo que favorece el salto evolutivo de toda la especie humana. Un ejercicio enriquecedor pero ingrato, muchas veces solitario y doloroso, pero que todos debemos emprender sin más dilación.

Y es que paradójicamente, abandonar el rebaño es la mejor manera de salvar al propio rebaño de sí mismo. No te quepa ninguna duda de ello.

La humanidad, como colectivo, tiene un problema que no quiere afrontar. Ese problema se puede ver reflejado, no sólo en nuestro entorno diario, sino en diversos experimentos psicológicos altamente significativos.

En la década de 1950, el psicólogo polaco Solomon Asch, realizó un estudio sobre los individuos y la conformidad con las normas del grupo. Los participantes en el experimento se inscribieron para participar en un experimento de psicología en el que se les pedía que completaran un test de visión. Pero básicamente, se trataba de un engaño.

Lo que Asch pretendía poner a prueba era hasta qué punto un individuo era capaz de resistir la presión de la mayoría para que aceptara como verdadero, algo que era obviamente falso.

En resumidas cuentas, el experimento consistía en una serie de pruebas visuales de fácil resolución, en las que se debía determinar la longitud de unos segmentos. La solución a los problemas siempre era obvia y la posibilidad de error era prácticamente nula. Sin embargo, las personas sometidas a este experimento estaban rodeadas por otras personas, que ellos creían que eran participantes en el experimento como ellos, pero que en realidad, actuaban encompinchados a las órdenes del psicólogo, conformando un grupo que actuaba al unísono. La función de las personas de este grupo era ofrecer respuestas equivocadas regularmente, para ver si el participante, al ser preguntado sobre la solución al problema, decidía concordar con la opinión mayoritaria a pesar de que ésta fuera obviamente errónea. El resultado fue que, al menos una de cada 3 veces, los participantes concordaban con la opinión de la mayoría, aún sabiendo que daban una respuesta equivocada.
Esto puede parecer algo anecdótico e irrelevante, pero no lo es de ninguna manera.

Lo que refleja este experimento es que hay gran cantidad de individuos adultos capaces de aceptar algo obviamente erróneo, simplemente porque lo dice la mayoría, renunciando a su propia opinión sin tan solo haber recibido ningún tipo de presión ni coacción por parte del grupo. Es decir, los humanos tendemos a supeditar nuestra capacidad personal de raciocinio, la más desarrollada de entre todas las especies animales sobre este planeta, a la opinión errónea de una mayoría, sin ninguna razón, ni beneficio aparente.

 Entonces, ¿para qué necesitamos disponer de un cerebro tan grande, complejo y desarrollado si no lo vamos a utilizar adecuadamente a la hora de tomar decisiones?

¿Por qué razón la naturaleza ha empleado tanta energía a nivel evolutivo si a la hora de la verdad no vamos a hacer caso de los dictados de nuestros eficientes instrumentos biológicos?

Es un fenómeno que casi se podría calificar de anti natural.

Un ejemplo extremadamente grave de lo que nos está sucediendo como especie.

Y si alguien cree que esta es una afirmación exagerada, hay otro experimento que lo corrobora y que aún resulta más inquietante que el de Asch. En este estudio, los investigadores descubrieron que los niños de tan sólo 2 años de edad tendían a aceptar e imitar las decisiones de los compañeros que les rodeaban por encima de los propios juicios o el propio instinto, aún sabiendo que las decisiones de los demás eran erróneas. Algo parecido a lo expuesto en el experimento de Solomon Asch.

Lo irritante de este estudio es que se realizaba una comparación entre la actitud de los seres humanos y la de un grupo de chimpancés y orangutanes.

Y el estudio demostró que, los chimpancés y orangutanes, cuando sabían que tomaban la decisión correcta y que el resto del grupo tomaba una decisión errónea, mantenían su propio criterio individual por encima de la decisión mayoritaria.

Y esto nos arroja de cabeza a hacernos una pregunta desgarradora: ¿Cómo puede ser que un chimpancé o un orangután, tenga más personalidad que un ser humano?

Los expertos y en concreto el director del experimento, Daniel Haun, concluyeron que: “La conformidad es una característica muy básica de la sociabilidad humana que se muestra desde edades muy tempranas”

Algo que según el científico: “Sirve para conservar los grupos, ayuda a que los grupos se coordinen y estabiliza la diversidad cultural, una de las características distintivas de la especie humana”

De acuerdo, quizás tenga razón y la conformidad con el grupo sea un instrumento social; pero sin embargo, los chimpancés o los orangutanes también son capaces de configurar grupos sociales estructurados, organizados y coordinados. Y como ellos, otros mamíferos y especies animales.

Mucha gente argumentará que los niveles de organización social de estos animales no es tan compleja o elaborada como la de los humanos; pero probablemente se deba a que su intelecto no se lo permite o a que sus circunstancias no lo exigen.

Por lo tanto, en lo referente a nuestra negación del criterio individual estamos ante un fenómeno, a nivel de especie, que se puede calificar de inquietante si nos comparamos con nuestros parientes más cercanos.

No deja de ser extraño que seres dotados de un intelecto superior tiendan a renunciar a su uso en favor de una mayoría, aun cuando ello contribuya a tomar decisiones erróneas que perjudican, tanto al individuo que renuncia al propio criterio correcto, como al grupo que sigue un criterio erróneo.

En estos casos, la conformidad solo conduce al error de toda la comunidad al completo, algo que, por más vueltas que le damos, no tiene ninguna lógica pues es un desperdicio de recursos intelectuales y un mecanismo ineficiente y anti evolutivo. Y eso nos hace pensar que quizás es el reflejo de un problema y no de una característica como especie.

Los sistemas sociales, esas complejas estructuras psíquicas creadas por el hombre, tiende a uniformar y a eliminar toda representación de individualidad y personalidad propia diferenciada. Los experimentos antes señalados podrían ser un reflejo de ello; algo que nos indicaría que el nivel de afectación de este problema es mucho más grave de lo que mucha gente quiere creer, porque nos estaría afectando ya a nivel biológico y evolutivo.

De ser así, podríamos concluir que ese “ente” llamado Sistema nos impide ser lo que podríamos llegar a ser como seres humanos. Un problema que requeriría de una solución inmediata.

 Esta tendencia ciega a la conformidad con el grupo, actuando por encima de la propia capacidad de raciocinio individual, es la fuente principal de la que emanan las desgracias de la humanidad. Mediante este mecanismo perverso se puede explicar el por qué de la pervivencia de todas esas creencias religiosas, supersticiones, mitos absurdos, fanatismos, tradiciones salvajes e ideologías sin sentido que tanto daño nos han hecho a lo largo de la historia.

Solo es necesario que en un punto del tiempo alguien plante la semilla de un mito, por disparatado que sea y si esa idea es capaz de arraigar en un número suficiente de personas, mediante las mecánicas de conformidad con el grupo, esa creencia será capaz de perdurar en la mente de los individuos durante siglos, transmitiéndose generación tras generación, como si fuera un ser con vida propia que trata de perpetuarse.

La mayoría de conceptos que configuran nuestro paquete de creencias está fundamentado en mentiras que han terminado por ser consideradas verdades intocables por simple presión grupal. No es necesario especificar ejemplos concretos, porque estamos rodeados de ellos.

Todo el mundo es capaz de hallar por sí mismo un cúmulo de tonterías en las que creemos todos, simplemente porque la sociedad, el grupo, la mayoría, la masa, nos dice que debemos hacerlo, aunque nuestra propia razón nos dicte todo lo contrario. Es algo que debería avergonzarnos como especie e incluso como seres vivos, porque no tiene ninguna base lógica y es incluso ridículo. Y no, no tiene nada que ver con nuestra evolución cultural como especie, ni es el pilar fundamental en el que se sustenta la civilización humana. Esto no tiene nada de natural.

Que los Rapanui, lo habitantes de la Isla de Pascua acabaran extinguiéndose por haber talado todos los árboles de la isla dominados por creencias absurdas no es un ejemplo de “evolución cultural”, es un ejemplo claro y diáfano de estupidez grupal, de esclavitud ciega a nuestras propias creaciones abstractas. Es un caso de subyugación extrema al Sistema, que en ese caso concreto llevó a la destrucción de esa comunidad y del propio ecosistema de la isla.

El caso de la cultura Rapanui es el reflejo de un problema psíquico a nivel global y un ejemplo en pequeño de lo que puede sucedernos a todos en conjunto si no le ponemos solución urgentemente.

Si realmente queremos cambiar las cosas, como individuos debemos combatir esta tendencia a la conformidad grupal.

Es uno de los primeros pasos para terminar con el Sistema que nos esclaviza como especie y es algo que solo puede hacerse a nivel individual, sin crear doctrinas, creencias estructuradas, grupos o etiquetas que puedan conformar un nuevo cuerpo abstracto susceptible de convertirse en nueva corriente grupal o mayoritaria.

Entonces no estaríamos combatiendo al monstruo: solo cambiaríamos parte de su nomenclatura.

Y es que lo más paradójico del caso es que para salvar al rebaño de su caída al abismo, lo mejor que podemos hacer es salirnos del rebaño.

Pero ¿qué significa salirse del rebaño?

Como indicábamos al principio del artículo, salir del rebaño no significa abandonar el mundo y aislarse de la sociedad. En realidad se trata de demostrar la propia independencia individual a los demás y exhibirla si es necesario. Y no, no estamos hablando de llevar peinados raros o ropajes chillones, ni de salir a la calle a hacer excentricidades. Básicamente consiste en empezar a ver la realidad tal y como es, despojándonos de esas ficciones abstractas que inundan nuestra mente y que distorsionan nuestra visión del mundo a través de una realidad “aumentada” que solo existe en nuestra psique. Un largo y duro proceso que necesita de una serie de pasos:

El primer paso, obviamente, es negarnos a obedecer nuestros impulsos de conformidad con el grupo.

En lugar de dejarnos arrastrar por la corriente mayoritaria y sus absurdas modas y creencias sin sentido, debemos darnos un tiempo para escuchar nuestra propia voz y pensar por nosotros mismos; algo que debemos hacer no solo a nivel racional, sino también a nivel intuitivo…un proceso largo y tortuoso que cada uno emprende como puede y que empieza a culminar cuando ya no nos vemos a nosotros mismos como miembros de un grupo, comunidad o corriente de pensamiento; cuando detestamos ser clasificados con un número o un código o cuando somos incapaces de aplicarnos a nosotros mismos una etiqueta que nos clasifique de tal o cual manera.

Cuando nos sintamos así, significará que hemos dado un paso importante.

Llegados a este punto, empezaremos a ser conscientes de nuestra individualidad y podremos empezar a enfrentarnos a uno de los pasos más difíciles: dejar de ver a “los miembros del rebaño” como a simples borregos.

Ese es el segundo paso y es extremadamente difícil.

Consiste en dejar de ver a los demás como miembros de un grupo, una corriente, una comunidad o una raza. Dejar de aplicar sobre cada individuo una categoría o una etiqueta y empezar a considerarlo como una pieza única e irrepetible. Y eso es algo complicado de conseguir, porque realmente hay muchas personas que no parecen individuos y que ni tan solo hacen el mínimo esfuerzo por considerarse a si mismos como tales. Son gente que, dominada por el Sistema, intentan disolverse a sí mismos en la masa informe y que son capaces de luchar a muerte contra cualquier individuo libre que les recuerde lo que son en realidad: piezas únicas.

Luchar contra la uniformidad que algunas personas tratan de alcanzar y contra la visión de esa uniformidad que nosotros mismos percibimos en ellos, representa una lucha titánica que requiere de los mejores sentimientos disponibles. Algo muy fácil de decir y muy difícil de conseguir.


El tercer paso, es quizás el más peligroso e ingrato. Consiste en demostrarle al rebaño que somos independientes y enfrentarnos a las reacciones airadas del grupo con todas las consecuencias.

Llegados aquí, debemos saber que el Sistema nos atacará por tierra mar y aire. Nos chillará a través de las bocas de nuestros amigos y parejas, nos castigará con miradas de desprecio a través de los ojos de las personas que nos rodean o tratará de derrumbar nuestra moral a través de sus risitas burlonas o de sus comentarios hirientes.

Ese mismo monstruo, instalado en millones de mentes, utilizará todos sus resortes mecánicos para atacarnos, sabedor del peligro que representamos para él, utilizando todos los ojos, lenguas y manos de los que dispone.

Veremos entonces como las personas se transforman en anticuerpos al servicio de este macroorganismo psíquico y nuestra “supervivencia” como individuos dependerá en gran medida de nuestra capacidad de ocultación y adaptación a las circunstancias.

Lo más difícil alcanzado este estado es no odiar ni despreciar a las personas que nos atacan y ser capaz de comprender que están siendo utilizados por el software instalado en sus mentes, de la misma manera que lo es cualquier soldado fanatizado que lucha a muerte por una ideología, una religión o una patria.

Pero que nadie se engañe: no odiar ni menospreciar a los que nos ataquen, no significa que al recibir un golpe debamos poner sumisamente la otra mejilla.

Todo lo contrario.

 Y llegados aquí, si estamos dispuestos a realizar este esfuerzo de desprogramación personal y de lucha por ayudar a los demás a liberarse de sus cadenas mentales, debemos ser completamente sinceros con nosotros mismos y aceptar la cruda realidad, la dura situación a la que vamos a enfrentarnos.

Y es que nadie nos ha otorgado esta misión: somos nosotros mismos los que decidimos emprenderla con todas las consecuencias. Eso significa que en esta lucha no formaremos parte de ninguna organización, de ninguna conspiración divina, ni seremos enviados de ningún Dios que nos proteja con su aliento celestial o con una cúpula invisible. No se hará justicia por nuestros actos, ni por nuestro sacrificio. No habrá medallas, honores, ni reconocimiento, ni golpecitos de aprobación en la espalda. Ni tan solo una sonrisa cómplice o un atisbo de comprensión o solidaridad de los demás. No bajarán ángeles tocando sus trompetas ni se levantarán escaleras de plata que nos conduzcan al paraíso al final de nuestros días. No esperemos un juicio final donde se nos premie por nuestros esfuerzos.

Aquí no habrá mas juez supremo que nuestra propia conciencia, ni más premio que la satisfacción personal del sacrificio anónimo por el bien común. Demostraciones, todas ellas, del máximo poder que un individuo puede ejercer sobre sí mismo.

Tú decides si quieres hacerlo o no y tú estableces tu nivel de compromiso con tu causa.

Los más afortunados y capacitados sabrán cambiar las cosas formando parte del mundo y utilizando los resortes del propio Sistema en la medida de lo posible.

Otros quizás más atrevidos, no puedan, no sepan o no quieran emprender este duro camino sin recibir las embestidas más duras y acabar, en cierta medida, solos y aislados.

Quién sabe: puede que algunos incluso se sientan solos estando rodeados de multitud de sonrientes amigos y familiares que nada entienden, ni nada quieren comprender.

Y ahora que sabes que para salvar al rebaño deberás salir de él y abandonar su calidez…

Ahora que sabes que no recibirás recompensa ni te espera un paraíso por tu sacrificio…

¿Aún quieres emprender la lucha?

+Gustavo Antillano 








AUTOESTIMA Y ESTUPIDEZ






Autoestima y estupidez: el efecto Dunning-Kruger


 “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes 
llenos de dudas” Bertrand Russell.


El efecto Dunning-Kruger es un fenómeno psicológico descrito por científicos de la Universidad de Cornell (Nueva York, EEUU) según el cual las personas con escaso conocimiento tienden sistemáticamente a pensar que saben mucho más de lo que saben y a considerarse más inteligentes que otras personas más preparadas. El fenómeno, rigurosamente demostrado en una serie de experimentos desarrollados por los psicólogos Justin Krugger y David Dunning publicado en The Journal of Personality and Social Psychology en diciembre de 1999, se basa en los siguientes principios:


 1. Los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades
2. Los individuos incompetentes son incapaces de reconocer las verdaderas habilidades en los demás.


Tanto Kruger como Dunning habían investigado anteriormente sobre el fenómeno conocido por los psicólogos según el cual la mayoría de la gente tiende a valorarse a sí misma muy por encima de la media, cuando es estadísticamente imposible: así, es difícilmente comprensible que el 98% de los catedráticos de Universidad, según un estudio, esté convencido de que trabaja mejor que los demás.
Siguiendo estos indicios, los profesores Krugger y Dunning diseñaron un experimento consistente en medir las habilidades intelectuales y sociales de una serie de individuos y pedirles una posterior evaluación. Una vez finalizados los test, los resultados fueron realmente reveladores:

 - Los estudiantes más brillantes, muy superiores a sus compañeros, estimaron que estaban por debajo.
- Los estudiantes mediocres se consideraron por encima de la media
- Los estudiantes rematadamente malos se mostraron convencidos de estar entre los mejores: de hecho, cuanto más inútil era el individuo, más seguro estaba de que hacía las cosas bien.


Así pues, los más incompetentes, según la doctora Kruger, sufrían un doble agravio: “no sólo llegan a conclusiones erróneas y toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse cuenta de ello”. En todo caso, y como se ha apuntado frecuentemente, el efecto Dunning-Kruger es una especie de refrendo de la vieja máxima de Charles Darwin:


“La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento”.





LA LIBERTAD








En el plano cotidiano, el concepto de libertad es distinto según como lo interpretamos. Para unos, la libertad consiste en escapar a la esclavitud del consumo y a la tiranía del capitalismo. Para otros, libertad es el derecho a hacer o decir cuanto les venga en gana sin más límite que los que impone la libertad del prójimo o la ley común establecida y mayoritariamente aceptada. Es de suponer que para algunos la libertad constituye un derecho sin límites, absoluto, y para otros, en fin, sólo tiene aplicación en pequeñas cuestiones como elegir una camisa roja o azul.

En esto de la libertad, como en tantas otras cosas, se busca un ejercicio exterior, aparente, ficticio. Se busca la libertad de hacer, de decir y de pensar. Para la mayoría, la libertad es sacudirse el yugo condicionante de las presiones externas, de las circunstancias, de las alineaciones o de otras personas. ¡Qué pocos se dan cuenta todavía de que la mayor esclavitud es la de la propia mente! ¡Qué pocos ven en el juego de los sentidos esa circunstancia condicionante que anula nuestra propia libertad! ¡Qué pocos aun los que aciertan a ver en su propio ego el tirano dictador que los oprime!

La libertad de palabra y de pensamiento no es verdadera libertad. Hacer en cada momento lo que a uno le viene en gana no es verdadera libertad. Poder desnudarse en público tampoco es libertad. Como tampoco lo es ser monarca, detentar poder o poseer inmensas riquezas. Ni siquiera renunciar al mundo puede considerarse una total liberación.

La auténtica libertad no es meramente política y económica. La verdadera libertad es el dominio sobre sí mismo. La verdadera libertad consiste en librarse del egoísmo y de los deseos; de los gustos y de los disgustos; de la lujuria, de la avaricia, de la cólera y de los miedos. Las pasiones, deseos y miedos son quienes verdaderamente esclavizan al hombre. Es su mente la causa de su falta de libertad y de su infelicidad.

Son muchos hoy los que claman por libertad, pero cuesta trabajo creer que esas voces entiendan muy bien toda la dimensión del concepto. Se lucha denodadamente por conseguir pequeñas libertades, pero eso es todo. Las libertades por las que muchos luchan hoy, otros las disfrutan desde hace tiempo y no por ello han desaparecido sus miserias y desdichas. ¿O es que la libertad política y sexual o la independencia económica liberan de enfermedades, dudas, angustias y temores? Los hombres nos liberamos de unas esclavitudes y caemos en otras. La verdadera libertad es liberarse de sí mismo. Hasta que el hombre no consiga trascender las limitaciones de su mente no habrá emancipación ni libertad.

Es cierto que hay que reformar y perfeccionar lo externo. No es menos cierto que hay que someter y controlar lo interno. Algunos dicen: "En una sociedad libre y justa siempre reinaría la paz y la felicidad". Tal vez, pero una sociedad nunca será justa mientras no lo sean los hombres que la formen. Y la justicia del hombre no se consigue legislando, sino purificando el corazón. Del mismo modo, una sociedad nunca será libre mientras que los individuos que la componen sean esclavos de su ambición y sus pasiones. Si queremos una sociedad justa, formemos hombres justos. Si queremos una humanidad en paz, hagamos que la paz reine en el corazón de cada hombre. Si queremos un mundo libre, liberémonos de nuestros deseos egoístas y de nuestras pasiones incontroladas. Si queremos reformar la sociedad, reformémonos a nosotros mismos. La sociedad quedará automáticamente reformada.

Uno puede haber conseguido todas las licencias del mundo, pero seguirá prisionero de su propio cuerpo. Y además embutido en el rígido corsé de los hábitos. Y maniatado por sus apetencias y necesidades. Y vigilado por su eterno guardián: el ego. En estas circunstancias, ¿puede considerarse libre un hombre porque puede gritar?


Vivir es caminar hacia la libertad. La vida es una oportunidad que se nos da para liberarnos de nuestras miserias. Es preciso emplearse cuerdamente y no gastar la energía en salvas. Uno debiera practicar con perseverancia, con fe y con ilusión, preparandose con paciencia, no para ganar las pequeñas batallas de las libertades, sino para ganar la guerra de la auténtica liberación.


@gantillano 



RADIOGRAFÍA DE UN TIRANO







Cree ser el único y predestinado, capaz de  llevar solo las riendas del país. Su ego no le permite reconocer a nadie más talento para gobernar. Su proyecto político no admite variante o no deja espacio para otro; pero es maleable y cambia sin explicaciones de acuerdo a las necesidades del momento. Lo importante es la meta que no el camino. Revisemos a lo largo de años las promesas de las continuas campañas electorales. En tomo a él distinguimos a sus admiradores, o simplemente a los que, sin fuerza propia suficiente, se cuelgan de sus botas  para prosperar, a los que creen que lo manipulan, que tocan los instrumentos de esta orquesta más ruidosa que sinfónica. No tolera a su lado por mucho tiempo a la gen te de talento propio. En sus actuaciones se muestra como un buen histrión  pero sobre todo como fiel discípulo de su líder.


Cree ser el único y predestinado, capaz de resolver solo  hasta  los problemas más mínimos rompiendo  la necesaria jerarquía que les da funcionalidad y autoridad a los organismos del Estado.


Cree ser único y predestinado, pero la vida nos recuerda que solo somos humanos, pero el  “Líder Único “es incapaz de verse como hombre, es un dios inmortal ajeno a lo terrenal.


Es el “Líder Único “, pero no el único,  la historia nos ha enseñado que  ha habido otros, de  diferentes o similares ideologías, pensamientos y acciones pero inexorablemente todos con el mismo final.


El pueblo vive feliz en la ilusión del engaño, pero la ilusión no es fácil de mantener. El pueblo despierta cada cierto tiempo y ve la realidad.

 @gantillano





¿QUÉ PASÓ UN 23 DE ENERO DE 1958?








¿Qué pasó el 23 de Enero de 1958?


La Junta Patriótica que luchaba en la clandestinidad contra Marcos Pérez Jiménez llamó a un paro de la prensa el 20 de enero, como punto de partida para el inicio de una huelga general el día 21 de enero y la sublevación de las fuerzas militares contra la dictadura. Desde el fracaso del levantamiento del coronel Hugo Trejo el 1 de enero, la crisis interna de la dictadura se hizo cada día más grave. El movimiento popular cobró fuerza, se produjeron nuevos brotes insurreccionales en las Fuerzas Armadas y densos sectores sociales suscribieron manifiestos de denuncia contra el régimen. Cuando arrancó el paro, que se cumplió a cabalidad, en las calles se sucedían manifestaciones, mítines; y en varios lugares de Caracas se producían enfrentamientos con las fuerzas del Gobierno. En la noche del día 22, la Marina de Guerra y la Guarnición de Caracas se pronunciaron contra la dictadura y Pérez Jiménez, privado de todo apoyo en las Fuerzas Armadas, huyó en la madrugada del 23 de enero, rumbo a Santo Domingo. 


 ¿El 23 de Enero fue una fecha al azar o ya estaba planificada?


Desde 1957 se venían produciendo las primeras manifestaciones que fueron debilitando el régimen pérezjimenista. El primer sacudón ocurrió cuando monseñor Rafael Arias Blanco leyó la famosa Carta Pastoral contra la dictadura, el 29 de abril de 1957. Más tarde, el 21 de noviembre, los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV)salieron a la calle y fueron reprimidos brutalmente por la Seguridad Nacional (SN). Otro movimiento que terminó por debilitar al régimen fue el alzamiento militar comandado por el coronel Hugo Trejo, el 1 de enero de 1958 que, aún cuando falló, terminó por fracturar a las Fuerzas Armadas. 


¿Cómo fue la rebelión militar del 1 de enero de 1958?


 El primero de enero de 1958 aviones F-86 sobrevolaban Caracas con la intención de bombardear Miraflores y la sede la Seguridad Nacional. Al mismo tiempo, en el cuartel Urdaneta de Catia se alzaron dos unidades blindadas, compuestas por tanques, que partieron hacia Maracay. Mientras, en la guarnición de esa ciudad, las tropas tomaron una emisora de la localidad. Al mando de la rebelión militar se encontraba el coronel Hugo Trejo.Pero una mala coordinación en las estrategias y la falta de comunicación entre las otras guarniciones llevó al fracaso de la insurgencia militar.


¿Cómo fue la dictadura?


 Tras participar en el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, Marcos Pérez Jiménez ocupó el Ministerio de Defensa y formó parte de la Junta Militar de Gobierno, junto a Carlos Delgado Chalbaud y Luis Llovera Páez. El 2 de diciembre de 1952 desconoció los resultados de las elecciones a una Asamblea Nacional Constituyente, que ganó el partido Unión Republicana Democrática (URD), liderado por Jóvito Villalba. Pérez Jiménez, actuando “en nombre de las Fuerzas Armadas”, asumió la presidencia dictatorialmente. Se trató de una dictadura militar, autoritaria y personalista que silenció a las fuerzas de la oposición, ilegalizó a Acción Democrática y al Partido Comunista, prohibió y mantuvo en una semi-legalidad a URD y a Copei; cerró Tribuna Popular del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y El País de Acción Democrática (AD), e impuso una rígida censura a la prensa, la radio y la televisión. Durante su mandato muchos opositores fueron perseguidos, torturados, empujados al exilio o encarcelados, sin cargo alguno, o sólo por sospecharse su oposición al Gobierno. 



Para ello se valió de la Seguridad Nacional, una fuerza de policía subordinada a Miraflores. El objetivo de Pérez Jiménez era permanecer en el poder mediante el plebiscito de 1957, lo que produjo la reacción de los partidos políticos y el descontento de las Fuerzas Armadas, que lo habían apoyado hasta entonces. 


¿Cuántos opositores murieron en manos de la SN?


El número exacto de fallecidos a manos del régimen se desconoce. Sin embargo, algunos nombres fueron representativos de la represión brutal de la dictadura: el abogado Leonardo Ruiz Pineda; Antonio Pinto Salinas; Castor Nieves Ríos; el médico Germán González; el abogado Alberto Carnevalli; el teniente León Droz Blanco, los capitanes del Ejercito, Wilfrido Omaña y Jesús Alberto Blanco; entre otros. José Matos Rojas, en su libro Pérez Jiménez y su brutalidad, señala que la cifra de presos políticos llegó a 3000 personas.



¿Qué era la Vaca Sagrada?


 Fue el primer avión presidencial adquirido por un gobierno venezolano. Un Douglas C-54 “Skymaster” que Pérez Jiménez usaba en sus viajes por el país y al exterior. El nombre le viene por las estrictas medidas de seguridad que se tomaron para su protección. Cuentan que los mismos pilotos debían dar un saludo militar al avión cuando pasaban por la rampa.


¿Qué era la Junta Patriótica?








La organización clandestina de lucha contra la dictadura. Para la fecha del derrocamiento de Pérez Jiménez estaba integrada por Silvestre Ortiz Bucaram (AD), Enrique Aristiguieta Gramcko (Copei), Guillermo García Ponce (PCV) y Fabricio Ojeda (URD), quien la dirigía nominalmente, porque el verdadero coordinador en la práctica era García Ponce, del PCV. 


¿Quién fue Fabricio Ojeda?


Un reportero de El Nacional y militante de URD. En la clandestinidad era conocido como “Roberto”. Al caer la dictadura fue electo diputado, pero renunció en 1962 para unirse a las guerrillas de la izquierda contra el gobierno de Rómulo Betancourt, conocidas como Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Tras varios años de clandestinidad fue detenido por el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA) en cuyos calabozos, que quedaban en el Palacio Blanco, murió. El Gobierno presentó su deceso como suicidio. Para la izquierda, fue víctima de torturas y asesinato. 


Más tarde, durante las protestas de los años 60, al pasar frente a Miraflores, los manifestantes gritaban: “En ese quinto piso, mataron a Fabricio”. 




¿Quienes fueron los líderes estudiantiles contra la dictadura?


Germán Lairet, dirigente de la Juventud Comunista, y Américo Martín, de la juventud de AD, entre otros, fueron los fundadores del Frente Universitario en abril de 1957. Pero al poco tiempo, ambos fueron encarcelados y el Frente los sustituyó por Héctor Pérez Marcano y Héctor Rodríguez Bauza; este último tenía mayor experiencia, debido a su militancia en el PCV y por haber ocupado el cargo de secretario general de la Juventud Comunista-Caracas.




¿Por qué los líderes del movimiento de resistencia no estaban en Venezuela?


La persecución que ejercida contra sus opositores obligó que muchos de ellos se fueran del país. Los líderes Rómulo Betancourt (AD), Jóvito Villalba (URD) y a última hora, Rafael Caldera (Copei) se encontraban en Nueva York. Pero no todos los líderes y militantes de los partidos vivían en el extranjero: algunos estaban presos en los sótanos de la SN; otros, luchando desde la clandestinidad.




Fuente: Diario Tal Cual Enero 2011