miércoles, 30 de noviembre de 2011

SOBRE LA AUCTORITAS






A los romanos les debemos muchas cosas: el derecho y parte de la organización política son algunas de ellas.
Durante todo el Imperio Romano, que abarcó desde la fundación de Roma hasta la caída de Constantinopla, hubo numerosas etapas, algunas francamente mejorables, pero otras muy interesantes. Yo prefiero quedarme con la época senatorial; en la que un romano prefería morir a faltar a su palabra o a perder el honor.
En esta época estaban muy en boga lo que llamaban los romanos “virtudes”. Distinguían entre dos tipos de virtudes: las personales, que cada uno debía cumplir en privado y en público, y las públicas, que eran aquellas virtudes que se esperaba que una sociedad tuviera.
Los individuos no tenían virtudes públicas, pero con sus elecciones personales sí eran responsables de que las sociedades en las que participaban tuvieran estas virtudes. Hablamos de justicia, libertad o paz. En esta oportunidad quiero referirme a una virtud personal en particular, cuyo concepto desgraciadamente se ha perdido: es la “Auctoritas”.
Auctoritas es la cualidad por la cual una persona se hacía merecedora del respecto de los que la rodeaban a través de la experiencia, y la realización plena y completa durante mucho tiempo de otras virtudes: la Pietas, y la Industria.
Pietas era el respeto por los valores sociales de la república, y por la cultura; estos dos incluían el respeto por la Triada Capitolina y los antepasados, como manifestación de la religión. Pero la Pietas no era apenas un respecto social o cultural: también exigía el respecto por los que te rodean.
Industria era la capacidad de trabajar duro durante toda la vida para obtener tus objetivos.
Por lo tanto, para tener auctoritas, un romano debía labrarse una historia personal de trabajo, esfuerzo, experiencia y respeto por una serie de valores, así como respeto por las personas. Podías tener poder –potestas- o incluso poder absoluto -imperium-, pero el hecho de tener potestas en ningún momento aseguraba ni un ápice de auctoritas.
En el día de hoy  tener Auctoritas se refleja en el hecho de que la gente te escuche y acepta lo que dices no porque tienes el poder, sino porque tú, personalmente, tienes todo un registro de trabajo duro, de esfuerzo, de respeto, de sacrificio, y de conocimiento, que hace que la otra persona, que se siente respetada, piense “si fulanito lo dice, es porque es cierto”.
Actualmente se escriben cientos de libros sobre gerencia, gestión y liderazgo, pero tristemente hemos olvidado algo que los antiguos romanos sabían: auctoritas no es lo mismo que potestas. El hecho de que puedas dar ordenes no significa que alguien las vaya a obedecer. La gente hace algo bien si de buena fe cree en ello, y en el que lo propone.
Si bien es cierto que mediante la aplicación de medidas coercitivas se pueden conseguir algunos resultados, las consecuencias y rechazo por las órdenes ejecutadas por obligación forzada, no generan nunca resultados positivos.
Es gracioso y triste a la vez como algunos todavía se preguntan ¿Sí somos la autoridad y tenemos el poder absoluto porque  no me obedecen? La respuesta es obvia: Puedes tener potestas, pero ni sospechas que es la auctoritas.
¿Cómo tener auctoritas? Respeta y escucha a los que te rodean. Adquiere conocimiento, aprende de todo y de todos. Demuestra trabajo duro, responsabilidad y respeto durante años. Y cuando adquieras la potestas, no solamente no debes perder todo esto, sino además debes ser un ejemplo para todos. Y verás como todos creerán en ti, y lucharán juntos para conseguir los objetivos.

@gantillano



DEFENDER LA ALEGRÍA




Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias y las definitivas
defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias y los graves diagnósticos
defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres
defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa
defender la alegría como un derecho 
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.

Mario Benedetti






CUATRO PROPUESTAS PSICOMÁGICAS



1

Cada vez que veamos escrita la palabra “crisis”, la tacharemos y pondremos sobre ella la palabra “oportunidad” 

2

Cada vez que alguien retome el tema, sonreiremos recordando la pureza en la sonrisa de un niño. 

3

Cuando en la televisión, en una página Web, o en la radio, aparezca esta palabra, cambiaremos de canal. 

4

…Y cuando no haya más remedio que seguir la corriente sobre el tema, luego nos perfumaremos la cabeza con agua de lavanda (ideas perfumadas y desinfectadas), oiremos un poco de música y nos endulzaremos la boca con un caramelo de miel.









MI INFANCIA SON RECUERDOS.....





MI INFANCIA SON RECUERDOS DE UN PATIO DE SEVILLA


Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.


Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-;
mas recibí la flecha que me asignó Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.


Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.


Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.


Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.


¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.


Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.


Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habitó,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.


Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar. 


Antonio Machado






APUNTES SOBRE LA LEY DE LA ATRACCIÓN






La ley de la atracción dice que lo semejante atrae a lo semejante, y así cuando tienes un pensamiento, también estrás atrayendo pensamientos semejantes y los pensamientos acaban materializándose en tu realidad. tu vida es un reflejo de tus pensamientos anteriores. Eso incluye todas las cosas buenas y todas las que no lo son.
A la ley de la atracción no le importa si tú percibes algo como bueno o como malo, si lo quieres o si no lo quieres. Sólo responde a tus pensamientos. De modo que si estás sintiéndote fatal mientras escuchas noticias sobre la crisis y lees en los periódicos artículos que analizan la crisis, hablas de la crisis mientras te tomas una cerveza, paseas o visitas a la abuela, ésa será la señal que estarás emitiendo al Universo. “Me siento fatal por la crisis”. Te lo estás afirmando a ti mismo. Lo sientes en todos los planos de tu existencia. Por lo tanto, obtendrás más de lo mismo.
Si te quejas, la ley de la atracción te traerá con fuerza más situaciones para que puedas seguir quejándote. Si escuchas a otra persona quejarse y te estás enfocando en su lamento, en ese momento, estarás atrayendo más situaciones a tu vida para que te lamentes.
La ley simplemente está reflejando y devolviéndote justamente aquello en que te estás enfocando. Con este poderoso conocimiento puedes cambiar cualquier circunstancia y acontecimiento de tu vida, cambiando tu modo de pensar.







¡CUENTO CON MORALEJA!



EL COMERCIANTE
Había una vez un ciudadano que vivía al lado de una carretera donde vendía unas ricas albóndigas con pan. Estaba muy ocupado y por lo tanto no oía la radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión.
Alquiló un trozo de terreno, colocó una gran valla y anunció su mercancía gritando a todo pulmón: “Compren deliciosas albóndigas calientes”. Y la gente se las compraba.

Aumentó la adquisición de pan y carne. Compró un terreno más grande para poder ocuparse mejor de su negocio. Y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Comerciales a fin de que le ayudara.
Sin embargo, ocurrió algo importante. Su hijo le dijo:
-”Padre, ¿pero no escuchas la radio, ni lees los periódicos? Estamos sufriendo una grave crísis. La situación es realmente mala; peor no podría estar”.
El padre pensó: “Mi hijo estudia en la Universidad, lee la prensa, ve la televisión y escucha la radio. Sabe entonces lo que dice”.
Compró pues menos pan y menos carne. Sacó la valla anunciadora, dejó el alquiler del terreno a fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas albóndigas con pan. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más.
Después de un tiempo, el negocio estaba realmente afectado
-”Tenías razón hijo mío”, le dijo al muchacho. “Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis”.




CITAS PARA REFLEXIONAR SOBRE LA CRISIS




“Todo es para bien”

“A la crisis le llamo un maravilloso período de transformación: el gusano se convertirá en mariposa”

Alejandro Jodorowsky




“No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo”

“La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos”

“Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias”

“Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’”

“En los momentos de crisis sólo la creatividad es más importante que el conocimiento”

 Albert Einstein





“En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra”

 Eugenio Trias

“Frente a las dificultades, algunos frenan su avance. Pero otros, redoblan su impulso”

 José Narosky

“Crisis en peligro y oportunidad de cambio”
 Proverbio chino








¡ESTO TAMBIÉN PASARÁ!




Había una vez un rey muy poderoso que reinaba en un país muy lejano. Era un buen rey, pero tenía un problema: era un rey con dos personalidades.
Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz.
Ya desde la mañana, esos días parecían maravillosos. Los jardines de su palacio parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, se volvían amables y eficientes.
Durante el desayuno confirmaba que en su reino se fabricaban las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos.
En esos días, el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos.
Durante esos días, el rey accedía a todas las peticiones de sus súbditos y amigos.
Sin embargo, existían también otros días.
Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta que hubiera preferido dormir un poco más. Pero cuando se percataba, ya era demasiado tarde y el sueño lo había abandonado.
Por muchos esfuerzos que hiciera, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera le atendían bien. El sol le molestaba todavía más que las lluvias.
La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir visitas en su despacho aumentaba su dolor de cabeza.
Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba al pensar en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba a sus opositores....
Temeroso del presente y del futuro, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y la palabra que más utilizaba era "no".
Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey llamó a todos los sabios, magos y consejeros de su reino a una reunión.
Señores, -les dijo- .Todos ustedes conocen mis cambios de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos.
Pero el que más sufre soy yo mismo, porque cada día debo deshacer lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera.
Necesito, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro, que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ser consciente de los riesgos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.
Los sabios aceptaron el reto y, durante varias semanas, trabajaron en el problema del rey. Sin embargo, ninguna alquimia, ningún hechizo y ninguna hierba consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado.
Entonces, los consejeros se presentaron ante el rey y le confesaron su fracaso.
Esa noche el rey lloró.
A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia. Era un misterioso hombre de tez oscura vestido con una raída túnica que en algún momento había sido blanca.
-Majestad- dijo el hombre haciendo una reverencia- En el lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor.
He venido a traerte el remedio.
Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero.
El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja. Dentro sólo había un anillo plateado.
-Gracias- dijo el rey entusiasmado- ¿es un anillo mágico?
-Ciertamente lo es- respondió el viajero-, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en el dedo...
Todas las mañanas, en cuanto te levantes, deberás leer la inscripción que lleva el anillo, y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.
El rey tomó el anillo y leyó en voz alta:

"DEBES SABER QUE ESTO TAMBIÉN PASARÁ"





domingo, 20 de noviembre de 2011

¡DESPERTEMOS DE UNA VEZ!





El manejo del poder en Venezuela llega a un momento crucial. No sólo por quién lo ejerce, sino como se ejerce.
No fue la llegada de Chávez lo que banalizó la política criolla. Desde mucho antes la política en Venezuela carece de seriedad, de sensatez y de un mínimo de protocolo que sugiera respeto y hasta obediencia en el hecho de gobernar.
Hemos vivido en medio de caminantes, refranes, golosinas, barraganas hasta llegar al éxtasis de la cursilería (y lo soez), dando caña a rancheras, coplas, chistes (muy malos) y cadenas.
En medio de nuestro elocuente folklore político, topamos con el mayor desparpajo: el medalaganismo impertérrito y providencial, que hace de la presidencia y de la política, un botiquín de borracheras y tinglados dizque democráticos o revolucionarios.
A partir de esta absoluta relajación del poder y del caradurismo más irresoluto, nadie rinde cuentas de nada, y peor aún, la clase política de uno y otro lado de la acera, practica denodadamente la tapadera.
Uno no acaba de entender por qué se dan a la tarea de llamarse Partido Socialista Unido, Un nuevo Tiempo, Primero justicia o Acción democrática, Copei, Patria para todos, etc., sin ninguno de ellos enarbola con seriedad y lealtad ideológica y ciudadana, lo que predica.
El común denominador en los partidos políticos Venezolanos es hacerse del poder, para repartir sus privilegios y pactar sus andanzas. La dinámica sigue siendo la doblez y la hipocresía, desde lo cual surge el ‘no te preocupes hermano, vamos hablar, nos sentamos y resolvemos’.
La ausencia valorativa y profundamente ética en el ejercicio de la política, nos ha llevado a un estado de permisividad y de enriquecimiento fácil (impune) a cuenta del Estado, cuyos vicios bañan sin reparo y sin resistencia a toda la sociedad.
En mucho nos comportamos a semejanza de lo que vemos desde el poder. El compadrazgo para exprimir no sólo desde lo público, sino también desde lo privado, nos ha hecho una sociedad creativa y parasitaria más en lo celestino que en lo productivo, por lo que más inventamos como meternos lo ajeno en el bolsillo, que como producirlo honestamente.
A partir de lo dicho, el poder visto y ejecutado de manera disipada, corrupta y galbana, refracta una sociedad igualmente mediocre. Poco a poco todos nos vamos sumergiendo en una densa y pesada lasitud, que nos hace ver incapaces para resistirnos y voltear tanta embriaguez de inmoralidades, dejadeces y harteras. Y es este letargo al que debemos vencer.
El primer paso es elegir bien, elegir adecuada y conscientemente, y darle mi voto de confianza a aquella persona que intitule la dignidad, la educación y el carácter de rigor, para reivindicar la política en nuestro país, y conducirnos a todos, primeramente, a la recuperación de los esquemas grupales morales, éticos y valorativos.
Después vendrá lo demás: la productividad, el sujeto creativo, la justicia, la paz. Pero sin un ejercicio fundamental del rescate ético en el ejercicio del poder, incluso en un aspecto estilista y supremo, seguiremos patinando en el desparpajo de la locuacidad, la improvisación y la política de serenatas.
La mejor opción política no es confrontar a Chávez, es cotejarlo, compararlo, hacerlo asimétrico y al revés, en la contienda. Es decir, no se trata de un enfrentamiento estrictamente ideológico, reducido a debatir el modelo político que él representa. También hay que reseñar las formas, sus inconsistencias y contradicciones, que son la sed y la verdad de las cosas…
Los estilos, los modos, las maneras. El Estado no debe convertirse en un gran bazar desde el cual tomo a placer todo aquello que me guste, para satisfacción de mis egos. El Estado no es como el baño de mi casa o mi propio vehículo, desde lo cual me siento, hago y deshago a placer. Incluso en aquellos recintos, hay reglas de consideración propias y colectiva, para evitar excesos y ‘accidentes’.
El poder no es absoluto ni a medida de mis caprichos. El poder no es licencia para disponer de cualquier espacio o terreno, para improvisar un discurso o hacer de una canción, una arenga. El Estado no está hecho para que mis adversarios sufran las consecuencias de la ineficiencia, y los afectos gocen los privilegios de regentarlo.
No puede existir un Estado que convierta al delincuente en mártir y a la víctima en delincuente. Un Estado que persigue y encarcela al disidente y le da champagne y caviar a quien le adula. Un Estado que satanice la educación privada y mande a los hijos de los burócratas a estudiar a Oxford…No puede existir un Estado que crie ciudadanos pendientes de trepar con aquél, entre bonos, regalías, artificios cambiarios y trampas de todo orden, y esos mismos ciudadanos se laven la cara marchando en contra de aquel ESTADO, SIN EL CUAL NO SABEN VIVIR. No puede existir un ejercicio político que convierta al arrendatario en propietario y al propietario en miserable, por no poder contar más con su propia renta para vivir o mejorar su calidad de vida; un ejercicio político que convierta a los ciudadanos en bocazas y clientes de color, y al Estado en patrón y gran segador. No pude existir una práctica política mínimamente aceptable donde hoy soy rojo y mañana azul (Podemos, PPT), donde ayer fui azul y ahora verde oliva, donde ayer fui adeco y hoy del PSUV!.
Debemos entonces recuperar la compostura en la conducción política. Debemos rescatar la majestad de la presidencia de la República y de las instituciones. Debemos optar por una persona preparada, de demostrada solvencia moral, de profundos arraigos familiares y con un respeto indoblegable, por los valores primordiales ligados al poder: tolerancia, pluralidad, libertad y probidad.
En la oposición existe la tendencia a pensar que el mejor candidato para derrotar a Chávez es aquél que hable como pueblo-sic- “como lo hace él”.
En fin, se busca otro Chávez, otro saltimbanqui, otro “buen orador” de piel oscura, verruga en la nariz y cabello chicharrón, capaz de sentarse a comer y chuparse los dedos, con cualquier camarada en cualquier rincón… Pero nada más despreciativo y simplista que esta clase de casillas, donde partiendo del fenotipo político, del maniqueísmo, buscamos dar con los sentimientos y anhelos más íntimos de la gente.
Con la ‘experiencia’ del Conde del Guácharo (que nos sacó la Piedra), quedó demostrado que zapatero a su zapato, que la política no es cuestión de payasos.
A partir de este tipo de estereotipos, entrampados en lo carismático, en la imagen, en los símbolos, en el reparto redentor, en el mesianismo, en fin, en el mito, vamos directo a lo que hemos tenido: ordinariez, tosquedad, salvajismo, grosería y rudeza en el trato Estado-ciudadano. Y desde allí, al fracaso más la violencia.
Ver a través de ‘lo locuaz’, nos impide ver lo que realmente importa: el estadista, el visionario, el gerente, el hombre de talante y carácter para liderar y llevar al país a un destino ilustrado y evolutivo, a contrapelo de quiénes nos han llevado a un continuo de relajamientos, cuadres y desmadres, bajo manejos populacheros e irresponsables.
A partir de la ausencia de un prístino y monolítico sentido de seriedad en el ejercicio del poder, el denominado medalaganismo mítico, nos ha conducido a permutar esperanzas por simpatías. Hemos sacrificado sensatez y sinceridad, a cuenta de falsas promesas, porque en medio del relajo y la falta de consistencia ciudadana, no sabemos unirnos para exigir cuentas de lo ofrecido, menos sabemos demandar respeto.
A cuenta de popularidad, renombre, notoriedad y elocuencia hemos permutado ciudadanía. Y como dicen, la elocuencia no hace curriculum.
A cuenta del medalaganismo mítico, se exacerba el culto a la personalidad, el narcisismo irreductible, la loa cómplice, de lo cual deviene el titanismo, el súper-yo , el ultra-hombre.
A cuenta del insustituible, surge la imposición, la falaz democracia de las mayorías (fascinadas por el amo y no por el líder), y la eternalización del mando. A cuenta del medalaganismo mítico, surge la violencia, misma que se nutre del desprecio iracundo por quiénes adoran al ‘ídolo’.
Yo invito a los venezolanos que busquemos no sólo un contendor contra Chávez, sino su antítesis. No nos dejemos llevar por simples conveniencias de medición e imagen. Por lo risueño, la franelita, las sandalias, la gorra o el paltó ocasional….
Hay que ir más allá. Hay que evaluar las cualidades académicas, la trayectoria, la preparación, la oferta y las FORMAS de cada candidato. Debemos evaluar su desenvolvimiento frente al público, sus condiciones valorativas, su sentido de solidaridad, su profundidad humana, su pasión coherente (no fingida) sin dejar de lado, su pragmatismo e inclinación hacia la excelencia y la elevada gerencia.
El mejor no debe ser aquél que vista, recite, cante o baile como “Ariel”. No debe ser un sujeto guarachero, meloso o zalamero que mueva la cadera o bata la muñeca a ritmo de feria. Debe ser alguien que inspire autoridad por inspirar respeto y comportar sabiduría.
Comprendemos que debe haber un sentido de afectuosidad y telegenia que transmita amor, protección e inclusión a la gente, en un país por mitad o más, invadido de pobreza, ostracismo y relegación. Pero esa transmisión de afectuosidad y tutelaje, no puede venir asistida de insolencias, artificios, risitas tarifadas, soberbias, o lucha de clases. Debe venir acompañada de aptitudes y capacidad para gobernar un país saturado de odios y sensibles fracturas sociales, más desmantelamiento económico y moral. Y esa aptitud se ve más en los ojos y en las manos del líder (Seneca), que en la palabra. Sepámoslo apreciar. Eso es sobriedad en la política.
La coherencia en el actuar político-debo insistir- no viene dada por la elocuencia del discurso. Es la linealidad en ese mismo actuar, mismo que se denota en la suavidad de los actos, en el estilo de decir las cosas, sus contenidos bien elaborados, porque existe proporcionalidad entre lo que se dice y lo que se siente. El alcance de una oferta política, su vialidad, su realidad, está en la credibilidad que sobre ella tenga su propio ofertante. Y esa confianza se logra con un plan de acción sustentado, ajustado tanto a las necesidades del pueblo como a las disponibilidades del Estado.
No caigamos más en la trampa del chapucerismo político criollo. Son tiempos de emergencia de lo elevado y de lo magnánimo. Venezuela no resiste no sólo a otro Chávez, sino a otra representación barata del poder de las mayorías, de las arengas, de las bacanales y elocuentes promesas, del poder embriagador.
De esto tenemos ya un ratón de décadas, donde lo más difícil ha sido no recordar como llegamos a él…
Despertemos de una p.vez…no es un título, es una intitulación del ejercicio de la elocuencia en contra de las formas cordiales y menesterosas, que agitan la indignación. Favor disculpar entonces el desentono, pero el uso del poder de la palabra omitida (por locuaz y hartera), resalta exactamente lo que quise decir…



Orlando Viera-Blanco

sábado, 19 de noviembre de 2011

EL ANALFABETO






“El peor analfabeto es el analfabeto político. Él no oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. Él no sabe que el costo de vida, el precio del pan, de la harina, del vestido, del calzado y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales"

 Bertolt Brecht





ESPERANZA VENEZUELA





“Son madres que quieren que las cosas cambien y quieren tener esperanzas por sus otros hijos y sus nietos”
María Fernánda Pérez
 Directora  Proyecto, Esperanza
























Fotos: AFP/Leo RAMIREZ

Esperanza es un proyecto artístico-social que busca promover el respeto a la vida de todas las personas en Venezuela. Las protagonistas: 52 madres que han perdido a uno o varios hijos a causa de la violencia, y que claman por paz. Con estas imágenes de madres de víctimas quieren sensibilizar sobre la violencia en el país.