VACLAV HAVEL, EL MENTOR DE LA REVOLUCIÓN DE TERCIOPELO
Para Vaclav Havel, y para su pueblo, todo cambiaría en 1989,
el año que Checoslovaquia fue testigo de la Revolución de Terciopelo.
Este intelectual y dramaturgo, fallecido este domingo tras
una enfermedad respiratoria, fue quien encabezó aquella extraordinaria muestra
de poder popular que derrocó al régimen comunista gobernante.
El mundo observó con
asombro cómo, en cuestión de semanas, aquel dramaturgo disidente casi
desconocido se convertía en presidente. De la noche a la mañana, grandes
multitudes de anticomunistas coreaban su nombre.
Vaclav Havel nació en 1936. Su padre era un ingeniero
exitoso y, según él mismo confesó, el joven Vaclav era un niño mimado de una
familia rica.
Sin embargo, cuando los comunistas llegaron al poder su
familia perdió todo.
El nuevo gobierno decidió que el joven Havel era
"demasiado burgués" como para recibir educación secundaria.
Pero él se las arregló para estudiar en la escuela nocturna,
mientras trabajaba como técnico de laboratorio durante el día.
El año 1968 vio nacer la Primavera de Praga, encabezada por
Alexander Dubcek. Fue el primer atisbo de reforma y de esperanza para
Checoslovaquia.
Havel, que ya era un dramaturgo exitoso, criticó
abiertamente a los estalinistas de la vieja guardia y los satirizó en el
teatro. Fue aclamado en todo el mundo de inmediato.
Sin embargo, la invasión soviética de Checoslovaquia aplastó
los sueños de Havel y su generación. De repente, su obra fue prohibida en su
país natal. Entonces, Havel contraatacó con una serie de obras en un acto que
se representarían en viviendas particulares.
Su teatro subterráneo estaba impregnado de política, y sin
embargo, Havel negaba ser otra cosa que un artista.
"Nunca quise ser un escritor político", dijo una
vez. "Creo que los buenos escritores y el buen arte y, en particular, el
buen teatro, siempre son políticos, pero no porque los escritores y los
directores quieran ser políticos sino porque es algo inherente a la esencia del
teatro".
Unos años más tarde
ayudó a fundar el movimiento para el cambio democrático Carta 77. Para ese
entonces, Vaclav Havel se había convertido en el disidente más famoso de
Checoslovaquia.
Encarcelado por el presunto delito de "actividad
antiestatal", se lo mantuvo bajo vigilancia constante por parte de la
policía secreta, incluso después de salir de la cárcel.
Sin embargo, a finales de 1989, Havel se sentó a discutir el
futuro de la nación con la misma gente que lo había enviado a la cárcel. El
Partido Comunista se estaba desintegrando y la democracia tomaba su lugar.
Después de 18 días de manifestaciones pacíficas y huelgas
conocidas como la Revolución de Terciopelo, el gobierno comunista cayó.
En un servicio
solemne en la catedral romana católica de Praga en diciembre de 1989, Havel fue
designado jefe de Estado. El prisionero devenido en presidente dijo que nunca
se había sentido tan absurdo.
A diferencia de los anteriores líderes de Europa del Este,
su gestión fue refrescante y abierta. Algunos dirían excéntrica: en ocasiones
recorría su enorme palacio en una moto de niño.
Era amante de la música rock y nombró al músico
estadounidense Frank Zappa embajador cultural honorario. También era fan de los
Rolling Stones.
"La vida de Vaclav Havel se parece verdaderamente a una
obra de arte", dijo de él su compatriota, el novelista Milan Kundera.
Pero el cuento de hadas pronto se acabó. Los nacionalistas
eslovacos hicieron campaña a favor de la independencia y la ganaron. El querido
país de Havel se dividió en dos, y como consecuencia recibió protestas y
abucheos.
"Después de toda fiesta hay una resaca", dijo
Havel al renunciar a la presidencia, sólo para ser reelegido líder de la nueva
República Checa unos meses más tarde, en enero de 1993.
Presidió la dolorosa transición del comunismo al
capitalismo. La industria fue privatizada en masa. Las empresas extranjeras
como Volkswagen comenzaron a ganar terreno y Havel criticó la corrupción que
invadía la venta de enormes activos estatales.
En sus últimos años, Vaclav Havel fue acosado por problemas
de salud. Se le extirpó parte de un pulmón durante una cirugía para el cáncer y
tuvo una serie de ataques graves de neumonía.
Tras abandonar al final de su segundo mandato como
presidente en 2003, dedicó sus días a apoyar a los activistas de derechos
humanos en todo el mundo.
En 2003, por ejemplo, creó el Comité Internacional para la
Democracia en Cuba, desde el que reivindicó la democracia para la isla.
Havel también volvió a escribir y publicó una nueva obra,
"A punto de partir", que se estrenó en 2008. En 2011, a la edad de 74
años, hizo su debut como director de cine al adaptar esa obra para la pantalla
grande.
Excluido de la política, siguió siendo muy admirado en todo
el mundo como embajador cultural de su país.
Havel se sentía incómodo con la pompa y ceremonia que lo
rodeaba. Quería volver a escribir a tiempo completo. Ese era el motivo, quizás,
por el que su gente lo quería y respetaba.
Después de todo, no sólo fue el hombre que ayudó a derribar
al régimen comunista, sino que lo logró sin derramar una gota de sangre.
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