LA CONQUISTA DE LA FELICIDAD
Bertrand Russell
S E G U N D A PA R T E: LAS CAUSAS DE LA FELICIDAD
X. Todavía
es posible la felicidad
A partir de aquí, la intención del autor es enumerar las
causas de la felicidad y el estudio del hombre feliz.Se distinguen dos clases
de felicidad: natural o imaginativa, o animal y espiritual, o de corazón y de
cabeza y la manera más sencilla de definir las diferencias entre ambas clases
es, -en palabras de Russell- que una es asequible a todo género humano, y otras
solamente a los que saben leer y escribir: la primera tiene que ver con la
felicidad basada en creencias naturales lejos de los motivos intelectuales que
son importantes para los otros. El trabajo por ejemplo, es una forma accesible
de encontrar placer sobre todo a nivel personal, mientras no se pretenda el
aplauso de los demás para desarrollarlo. Otra fuente de felicidad personal (tal
vez la mayor), es el querer y ser querido por el simple hecho de quererlo, es
decir, de manera espontánea, y no en un afán de deber ser como en ocasiones
puede aplicarse al trabajo.
XI.
Entusiasmo
Bertrand Russell encuentra en el entusiasmo el más universal
y característico signo de felicidad en el hombre y ejemplifica el sentido del
entusiasmo haciendo una comparación con lo que la comida significa, para unos
los alimentos son una molestia, otros comen sólo por obligación, o el caso del
gastrónomo que no encuentra nada suficientemente condimentado como quisiera. Es
importante el desarrollo de los intereses personales como puede ser coleccionar
algo, o el amor a las plantas, el conocimiento en los libros, etc. " nada
produce tanta satisfacción como un interés general por la vida misma, pues
aunque otras ocupaciones tengan atractivos, no pueden llenar por completo la
vida de un hombre, y existe el peligro de agotar el tema que absorbe nuestra
atención".
La recomendación es hacer las cosas por el simple placer de
hacerlas, ya sea comer, sostener una conversación, estudiar, practicar algún
deporte o amar a alguien y Russell termina este capítulo afirmando que el
entusiasmo es el secreto de la felicidad y del bienestar.
XII. Afecto
La sensación de no ser queridos es una de las causas
principales de la inseguridad y por tanto de la infelicidad. Vale la pena
insistir como se ha venido haciendo desde el inicio, la importancia de la
educación y el afecto en los menores, ya que la falta de atención o su extremo
opuesto, la sobreprotección, desarrolla en el individuo la inseguridad, el
miedo, la desconfianza o incluso producen como consecuencia defectos de
carácter que motivan el fracaso posterior para hacerse amar.
XIII. La
familia
Una de las instituciones antiguas que más deterioro y
desequilibrio han sufrido es precisamente la familia, siendo que el cariño de un
padre a su hijo y viceversa constituye uno de los motivos mayores para ser
feliz. Sin embargo en los tiempos modernos esta relación se ha visto alterada
por las circunstancias actuales de naturaleza psicológica, económica, social,
política y educativa. Ahora las mujeres piensan dos veces el hecho de procrear
un hijo e incluso el casarse y formar una familia. Lo que antes solía ser un
ejercicio triunfante del poder (el ser padre) ahora es todo un reto. La
desintegración se debe a numerosos factores, por ejemplo, la vida urbana; el
hecho de vivir en un espacio reducido, prohíbe a los niños la libertad del
juego y priva a los padres de un descanso placentero a causa del ruido. Muchos
papás deciden evadirlo por medio del trabajo, que en otros casos es una necesidad,
y su participación en la familia disminuye. El papel de la madre tampoco es
fácil, ya que al trabajar en su propia casa, la posibilidad de separar sus
relaciones familiares y el trabajo se vuelve complicado y esto puede
ocasionarle un conflicto interno. No se puede negar que el cariño de los padres
a sus hijos quizás sea el más fiel y solidario de todos; los amigos se quieren
por sus cualidades y los amantes por sus atractivos, pero cuando dichas
cualidades y atractivos disminuyen, la amistad y el amor pueden desaparecer.
Por el contrario en momentos de infortunio y enfermedad (sobre todo) el apoyo
de la familia brinda una seguridad que no se podría encontrar en otra parte.
XIV.
Trabajo
No es fácil precisar si el trabajo es fuente de felicidad o
de desgracia, pero para ambos casos hay trabajo. Desde luego el trabajo en
exceso puede ser perjudicial. Afortunadamente no sucede lo mismo cuando otorga
un beneficio, ya sea, una satisfacción personal o el simple hecho de llenar
muchas horas del día sin que tengamos que preocuparnos de lo que hemos de
hacer. Es preventivo del aburrimiento y nos permite saborear mejor los periodos
de descanso. El trabajo es estimulante y siendo optimistas tenemos que
reconocer que una de las formas más positivas de la vida es el éxito alcanzado
a través de la realización en una empresa o empleo constructivo.
XV.
Intereses impersonales
Este capítulo se refiere a los intereses extralaborales que
le atraen al individuo en sus horas de ocio y contribuyen a disminuir la
tensión de otras preocupaciones más serias, y estos intereses pueden ser por
ejemplo: la lectura, la práctica de algún deporte, la filatelia, el teatro, la
música, etc. que a parte de brindar reposo, ayudan a que el hombre conserve sus
sentido de proporción en relación con la naturaleza. Bertrand Russell asegura
que si él fuera responsable de organizar la enseñanza superior, sustituiría las
religiones ortodoxas por la historia o materias que les recuerden el hecho de
que la vida en él es nada más que un incidente temporal, y al mismo tiempo de
insistir en la insignificancia individual. Citando a el filósofo Spinoza quien
estudio la esclavitud y la libertad humana, el autor afirma que: "Quien
haya comprendido aunque sea temporal y pasajeramente, lo que constituye la
grandeza del alma, no puede ser feliz preocupándose egoístamente por cosas
triviales y temeroso de lo que el destino le reserve".
XVI.
Esfuerzo y resignación
La resignación es asociada con la religión, porque
básicamente ha sido predicada por místicos y santos, mientras que la doctrina
del esfuerzo por técnicos de la eficiencia y cristianos vigorosos. La
resignación es de dos clases: una se funda en la desesperación, y la otra en
una esperanza inasequible. La primera –dice Russell- es mala; la segunda buena.
Existen personas incapaces de resistir un fracaso por más sencillo que parezca,
no soportan pacientemente pequeñas molestias como pueden ser: el retraso del
tren, se indignan si la comida está mal hecha; se desesperan si la chimenea
hace humo y claman venganza contra la organización industrial cuando tarda en
llegar la ropa del lavandero. Pero para el autor de La conquista de la
felicidad, la energía que tales gentes pierden en cosas triviales sería
suficiente, bien dirigida, para hacer y deshacer imperios.
XVII. El
hombre feliz
Es claro que la felicidad depende tanto de las
circunstancias como de uno mismo, este libro pretende facilitar los mecanismos
a nuestro alcance para alcanzar la felicidad. Mucha gente desgraciada, atribuye
su desgracia a sus ideas o factores intelectuales, cuando gran proporción de
ella la constituyen los síntomas y la actitud que uno adopte ante los
problemas. "Hay cosas indispensables para la mayor parte de los hombres;
pero son cosas sencillas: la casa, la comida, la salud, el amor, el éxito en su
trabajo y el respeto a los suyos".
Para leer este libro
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