Era la época en que un llamado a la puerta, en medio de la
noche, podía significar la muerte. Decenas de dirigentes políticos habían sido
asesinados, centenares más intentaban sobrevivir en campos de concentración y
aun miles sufrían las penas del exilio. Millones de venezolanos vivían bajo
terror, mientras un solo hombre, Marcos Pérez Jiménez, decidía el destino de
todo el país.
Pero en 1957, la sumatoria de una serie de liderazgos
–políticos, religiosos, sindicales y estudiantiles– rescató la moral del país y
creó las condiciones para que terminara una de las dictaduras más tenebrosas de
Latinoamérica.
Existe un paralelismo entre esa fecha y los momentos que
vive actualmente el país, sobre todo porque 50 años después también existen en el
futuro amenazas similares como las de entonces.
Hay un gran paralelismo porque en 1957 estábamos amenazados
con la dictadura de Pérez Jiménez,
violando la constitución como en efecto la violó, trataba de prolongarse
en el tiempo, solamente la unida, la acogencia de los partidos, de las grandes
personalidades y de todos los sectores de la sociedad civil, de los sindicatos
de los obreros, impidieron que la dictadura se prolongara.
El año 1957 ingreso a
la historia como el gran año de la unidad, de gran claridad de las decisiones,
de gran coraje y gran lucidez.
Interpretación libre sobre textos de libro “1957, el año en que los venezolanos perdieron el miedo”, Simón Alberto Consalvi.
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