Expulsarme...
Expulsarme a mí misma de mí misma,
ojalá
yo supiera.
Son
siempre inexpugnables
las
murallas de todo corazón.
Mas,
puesto que combato en contra mía,
¿cómo
alcanzar la paz,
de
no ser subyugando
a
mi propia conciencia?
Y
si somos las dos mutuo monarca,
¿cómo
lo podré hacer,
de
no ser abdicando
yo
de mí?
Emily
Dickinson
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