Carlo M. Cipolla (1922-2000) fué un importante historiador italiano especializado en la historia de la economía. Fue un autor prolífico, creativo y con diversidad de intereses, que se demuestra con sus trabajos acerca de la estupidez humana, que plasmó en el libro que se reseña a continuación, en una versión resumida realizada por el equipo de eumed.net que publica la Enciclopedia y Biblioteca Virtual de las Ciencias Sociales, Económicas y Jurídicas con el apoyo de la Universidad de Málaga.
Las leyes fundamentales de la estupidez humana
Basado en el Libro, “Allegro ma non troppo” de Carlo M. Cipolla (1988)
PRIMERA LEY
"Es inevitable que todos siempre subestimen el número de individuos estúpidos en circulación"
A primera vista esta afirmación puede parecer trivial, o más bien obvia, o poco generosa, o quizá las tres cosas a la vez. Sin embargo, un examen más atento revela de lleno la rotunda veracidad de esta afirmación. Cipolla considera que por muy alta que sea la estimación cuantitativa que se haga de la estupidez humana, siempre quedaremos sorprendidos de forma repetida y recurrente por el hecho de que:
a.- personas que uno ha considerado racionales e inteligentes en el pasado resultan ser inequívocamente estúpidas;
b.-
día tras día, con una monotonía incesante, vemos cómo entorpecen y
obstaculizan nuestra actividad individuos obstinadamente estúpidos, que
aparecen de improviso e inesperadamente en los lugares y en los momentos
menos oportunos.
La
Primera Ley Fundamental impide la atribución de un valor numérico a la
fracción de personas estúpidas respecto del total de la población.
Cualquier estimación numérica resultaría ser una subestimación. Por ello
en las líneas que siguen se designará la proporción de personas
estúpidas en el seno de una población con el símbolo σ.
SEGUNDA LEY
SEGUNDA LEY
"La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra caracteristica de esa persona"
No todos los humanos son iguales ya que unos son más estúpidos que otros. Según Cipolla, el grado de estupidez viene determinado genéticamente por la naturaleza pero no está asociado a ninguna otra característica de raza, sexo, nacionalidad o profesión.
El
profesor Cipolla realizó amplios estudios demográficos con muy diversos
sectores de la población. Inicialmente afirma haber comprobado que
entre los trabajadores "de cuello azul" existía una fracción σ de
estúpidos y que esa fracción era mayor de lo que esperaba, con lo que se
confirmaba la primera Ley. Sospechando que podía deberse a falta de
cultura o a marginalidad social estudió muestras de trabajadores "de
cuello blanco" y a estudiantes, comprobando que entre ellos se mantenía
la misma proporción. Más sorprendido aún quedó al medir el mismo
parámetro entre los profesores de universidad. Decidió por tanto
expandir sus estudios hasta la élite de la sociedad, los laureados con
el Premio Nobel. El resultado confirmó el poder supremo de la
naturaleza: una proporción σ de laureados con el Nobel son estúpidos.
TERCERA LEY (Ley de Oro)
"Una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganacia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas"
El análisis de costes y beneficios de Carlo M. Cipolla permite clasificar a los seres humanos en cuatro tipos de personas, cada uno de los cuales ocupa un cuadrante en un sistema de coordenadas. Si representamos en el eje de abcisas el beneficio, positivo o negativo, que obtiene el individuo y en el eje de ordenadas el beneficio (+) o coste (-) que causa a los demás, podemos definir y estimar las coordenadas de los siguientes tipos:
• Desgraciado (D): aquel que se causa un perjuicio a sí mismo, beneficiando a los demás.
• Inteligente (I): aquel que se beneficia a sí mismo, beneficiando a los demás.
• Bandido (B): aquel que obtiene beneficios para sí mismo, perjudicando a los demás.
• Estúpido (E): aquel que causa pérdidas a otros, perjudicándose a la vez a sí mismo.
Distribución de Frecuencia
La
mayoría de los individuos no actúa consistentemente. Bajo ciertas
circunstancias una persona puede actuar inteligentemente y en otras
actuar como desgraciado. La única importante excepción a esta regla es
la de las personas estúpidas que normalmente muestran una fuerte
tendencia hacia un comportamiento estúpido en cualquier actividad o
empresa. Para los demás, podremos calcular su posición en el eje de
coordenadas del gráfico 1 como una media de los resultados de sus
acciones en términos de costes y beneficios causados sobre sí mismos y
sobre los demás. Esta posibilidad nos permite hacer la siguiente
digresión:
Consideraremos
un "bandido perfecto" aquel que mediante sus acciones obtiene para sí
mismo un beneficio igual al coste que origina en los demás. Es el caso
del ladrón que roba a otro cien euros sin causarle ningún coste
adicional. Esta situación puede ser definida como un "juego de suma
cero" en el que el conjunto de la sociedad ni gana ni pierde. El
"bandido perfecto" quedaría representado en el eje de coordenadas del
gráfico 2 sobre la línea OM que bisecta el cuadrante B.
Sin
embargo los "bandidos perfectos" son relativamente escasos. Es más
frecuente que haya "bandidos inteligentes" (Bi) que obtienen más
beneficios que los costes que causan, o "bandidos estúpidos" (Be), que
para obtener algún beneficio causan un coste alto a los demás.
Desgraciadamente
los bandidos que permanecen por encima de la línea OM son relativamente
poco numerosos. Es mucho más frecuente el individuo Be. Ejemplo de este
último puede ser el ladrón que destroza los cristales de un coche para
robar su radio o el que asesina a alguien para irse con su mujer a pasar
un fin de semana en Montecarlo.
El poder de la estupidez
Los
estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables
les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una
persona inteligente puede entender la lógica de un bandido. Las acciones
de un bandido siguen un modelo de racionalidad. El bandido quiere
obtener beneficios. Puesto que no es suficientemente inteligente como
para imaginar métodos con que obtener beneficios para sí procurando
también beneficios a los demás, deberá obtener su beneficio causando
pérdidas a su prójimo. Ciertamente, esto no es justo, pero es racional, y
siendo racional, puede preverse. En definitiva, las relaciones con un
bandido son posibles puesto que sus sucias maniobras y sus deplorables
aspiraciones pueden preverse y, en la mayoría de los casos, se puede
preparar la oportuna defensa.
Con
una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como
está implícito en la Tercera Ley Fundamental, una criatura estúpida nos
perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más
improbables y más impensables. No existe modo racional de prever si,
cuando, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque.
Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.
Puesto
que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de
la racionalidad, es lógico pensar que tienen todas las de ganar porque:
a.- generalmente el ataque nos coge por sorpresa.
b.-
incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible
organizar una defensa racional porque el ataque, en sí mismo, carece de
cualquier tipo de estructura racional.
El
hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida
sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática
la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque.
Y hay que tener en cuenta también otra circunstancia: la persona
inteligente sabe que es inteligente; el bandido es consciente de que es
un bandido y el desgraciado incauto está penosamente imbuido del sentido
de su propia candidez. Pero al contrario que todos estos personajes, el
estúpido no sabe que es estúpido y esto contribuye en gran medida a dar
mayor fuerza, incidencia y eficacia a su poder devastador.
CUARTA LEY
"Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estupidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error"
No hay que asombrarse de que las personas desgraciadas e incautas, es decir, las que en los gráficos 1 y 2 se sitúan en el cuadrante D, no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sino una manifestación más de su falta de previsión. Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni los bandidos consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez. Es extremadamente difícil explicar por qué sucede esto. Se puede tan sólo formular la hipótesis de que, a menudo, tanto los inteligentes como los bandidos, cuando son abordados por individuos estúpidos, cometen el error de abandonarse a sentimientos de autocomplacencia y desprecio en lugar de preparar la defensa y segregar inmediatamente cantidades ingentes de adrenalina ante tamaña situación de peligro.
Uno
de los errores más comunes es llegar a creer que una persona estúpida
sólo se hace daño a sí misma, pero esto no es más que confundir la
estupidez por la candidez de los desgraciados.
A
veces hasta se puede caer en la tentación de asociarse con un individuo
estúpido con el objeto de utilizarlo en provecho propio. Tal maniobra
no puede tener más que efectos desastrosos porque:
a) está basada en la total incomprensión de la naturaleza esencial de la estupidez y
b)
da a la persona estúpida la oportunidad de desarrollar sus capacidades
aún más allá de lo originalmente supuesto. Uno puede hacerse la ilusión
de que está manipulando a una persona estúpida y, hasta cierto punto,
puede que incluso lo consiga, pero debido al comportamiento errático del
estúpido, no se pueden prever todas sus acciones y reacciones y muy
pronto uno se verá arruinado y destruido sin remedio.
A
lo largo de los siglos, en la vida pública y privada, innumerables
personas no han tenido en cuenta la Cuarta Ley Fundamental y esto ha
ocasionado pérdidas incalculables.
QUINTA LEY (Microanálisis)
"La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe"
Las consideraciones finales de la Ley cuarta nos conducen a un análisis de tipo "macro", según el cual, en lugar del bienestar individual, se toma en consideración el, definido, en este contexto, como la suma algebraica de las condiciones del bienestar individual. Es esencial para efectuar este análisis una completa comprensión de la Quinta Ley Fundamental. No obstante, es preciso añadir que de las cinco leyes fundamentales, la Quinta es, de largo, la más conocida.
El corolario de la ley dice así: El estúpido es más peligroso que el bandido.
La
formulación de la ley y el corolario son aún del tipo "micro". Sin
embargo, tal como hemos anunciado anteriormente, la ley y su corolario
tienen profundas implicaciones de naturaleza "macro". Si todos los
miembros de una sociedad fuesen bandidos perfectos, la sociedad quedaría
en una situación estancada pero no se producirían grandes desastres.
Todo quedaría reducido a transferencias masivas de riqueza y bienestar.
Pero cuando los estúpidos entran en acción las cosas cambian
completamente. La personas estúpidas ocasionan pérdidas a otras personas
sin obtener ningún beneficio para ellas mismas y, por consiguiente, la
sociedad entera se empobrece.
El
gráfico 3 muestra un sistema de clasificación simple entre las acciones
que causan beneficio o perjuicio a la sociedad como un todo. Toda
actividad representable a la derecha de la línea NOM implica una
redistribución con beneficio social neto, mientras que las actividades
que caen a la izquierda o debajo de dicha línea implican pérdidas
sociales netas.
El
profesor Carlo M. Cipolla, erudito historiador que ha investigado
intensamente la sociedad clásica romana, la sociedad medieval y muchas
otras de la antigüedad, está perfectamente cualificado para afirmar,
como hace, que el coeficiente σ es una constante histórica. ¿Por qué
entonces unas sociedades prosperan y otras entran en decadencia? Depende
exclusivamente de la capacidad de los individuos inteligentes para
mantener a raya a los estúpidos.
Más
aún: en las sociedades en decadencia, el porcentaje de individuos
estúpidos sigue siendo igual a σ; sin embargo, en el resto de la
población Cipolla observa, sobre todo entre los individuos que están en
el poder, una alarmante proliferación de bandidos con un elevado
porcentaje de estupidez. Y entre los que no están en el poder, un
igualmente alarmante crecimiento del número de los desgraciados
incautos. Tal cambio en la composición de la población de los no
estúpidos es el que refuerza inevitablemente el poder destructivo de la
fracción σ y conduce al país a la ruina.
Fuente: EUMED.NET
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