EL ACOSO
Estar triste es un hecho.
Comerse la tristeza es un acto.
Entre el acto y el hecho
pasan
una luna infantil y un libro
blanco donde
maquillaron
la palabra dolor.
Ahora parece un fruto,
una
casualidad o esperanza, isla
sola en el suelo.
Al fondo se ve el vértigo
de
pájaros anónimos que matan
olvidos de la compunción.
No van más lejos
que el
nacimiento de un delirio.
Alguien habla en la copia de mí
y
hace ruido un temblor acosado.
LA CARTA
Gato barato, sucio,
solo
en la calle husmeando una carta
que alguien sacó de
su sangre. Mira
palabras tiradas, las huele
como hay que
oler las palabras. Como él,
que las ve lejos de cerca.
La
carta tirada está ahí,
lamida por la noche.
El gato la
mira y la huele.
Nadie más.
ROSAS
Los
recuerdos antiguos que se fabrican hoy
despojan al pasado. Hay
rosas
para el no estar que deja
atrás incoherencias
del
lenguaje que sueña.
¿El acto que rompía
la doctrina de
la
vaga máscara humana?
Esto pesa como
una dificultad
que cae sobre
el esternón, el palmeral, la ciega.
Las
rosas hablan de
lo que hacen los grillos
cuando tu sombra
es el papel.
TANTA
A Jorge Boccanera
En
un colchón de piedras duerme
el saqueo del sueño, la
lengua
cortada a pedacitos
de la memoria a la linda alondra.
Qué
es una alondra preguntaba
la multitud que come altura,
el
existir que no quiere
ser ensuciado, la violenta
luz
de la suerte. Todo
se llama amor si lo llaman
amor, precio
de la
flor que surca el cerebro
contra tanta
infelicidad
abajo, atrás,
arriba, al frente, alrededor.
Juan Gelman
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