Yo creo que todo en la vida tiene un sentido, una lección
que aprender, siempre y cuando nos tomemos el tiempo de escuchar en nuestro corazón
ese sentido oculto. Pensemos cuántas veces los momentos de dolor, de rupturas,
son los que nos llevan a una reflexión profunda sobre lo que ha sido nuestra
vida, y de ahí a la conciencia de lo que hemos hecho a otros y a nosotros
mismos.
Esto puede desatar un proceso de purificación personal, de
conversión, de reconocimiento de nuestros errores y culpas, del daño que hemos
causado. De ahí puede surgir el deseo sincero de rectificación, y un cambio de
conducta; es decir, un proceso de conversión profunda. Esto conduce al perdón,
a la reconciliación y a la sanación.
... Sólo que el perdón pasa por la conversión, el
reconocimiento y reparación del daño. El perdón es la justicia que pasa por la
retribución. El perdón no es impunidad.
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