El Carnaval es simbólicamente una festividad para despedirse de los placeres mundanos, de la carne, antes que llegue la cuaresma, por ende, el carnaval es en realidad un periodo de limpieza. En algunas culturas se acostumbra el ayuno para limpiar tanto el alma como el cuerpo, no es por casualidad que los carnavales se han relacionado tanto con el agua, los baños tan frecuentes en los juegos de niños para estas fechas son una representación de este proceso.
Una de las curiosidades de esta festividad es que algunos autores consideran que para la sociedad rural, fuertemente estructurada por el cristianismo, el tiempo de «carnestolendas» ofrecía mascaradas rituales de raíz pagana y un lapso de permisividad que se oponía a la represión de la sexualidad y a la severa formalidad litúrgica de la Cuaresma.
Lo cierto es que sin duda este es un momento para buscar re-encontrase con su pasado y descubrir que se quiere llevar al futuro. En sus orígenes, los disfraces del carnaval no eran más que el vestirse con las ropas viejas (propias o ajenas) que se encontraban en los baúles durante la limpieza anual.
Es que necesitamos también urgentemente sanear nuestra alma. Cambiar de alma por unos cuantos días para ventilar nuestro espíritu. Necesitamos emigrar a otras formas de personalidad y conducta, para que cuando retomemos la nuestra, nos alegremos de recuperarla.
@gantillano
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