lunes, 30 de enero de 2012

¿QUÈ ES EL HOMBRE?





“Más pequeño que lo más pequeño, mas grande que lo mas grande, esencia de todos los seres, reposa oculto en el corazón de todas las criaturas... Tú también eres el”
UPANISHADS (Libros sagrados hinduistas escritos en idioma sánscrito entre los siglos VII y principios del siglo XX)


Que el hombre es un microcosmos, una síntesis del universo.
Que es la medida de todo, amo y señor de la naturaleza.
Que dispone de facultades extraordinarias de voluntad y razón.
Que es un espíritu, que es un cuerpo, que es persona social.
Que es homo  sapiens, homo faber, homo ludens, homo oeconomicus, animal racional, animal político, superhombre.
Que es una pasión inútil, un ser absurdo, un milagro sin interés.
Que es el lobo para el hombre, pero que es algo sagrado e intocable, digno de mayor respeto.
Que es una máquina, un animal evolucionado, una parte de la naturaleza y que es un ser singular.
Que es el único ani mal capaz de destruirse a sí  mismo, destruir a su especie y  su  habitad y aun así  se cree superior del reino animal.
Que es el gran desconocido, y que no hay nada mas conocido que él mismo.  
“¿Qué quimera es, pues, el hombre?  ¡Qué novedad, qué  monstruo , que caos , que sujeto de contradicción, que prodigio¡ ¡ Juez de todas  las cosas, imbécil gusano, depositario de la verdad, cloaca de incertidumbre y de error, gloria y excelencia del universo…Recoced, pues, soberbios, que paradoja sois para vosotros mismos. Humillaos razón impotente. Naturaleza imbécil: sabed que el hombre supera infinitamente al hombre”…
BLAISE  PASCAL







NO TE RINDAS






Cuando las cosas vayan mal como a veces pasa ...
Cuando el camino parezca cuesta arriba ...
Cuando tus recursos mengüen y  tus deudas suban
y al querer sonreír, tal vez suspiras ...
Cuando tus preocupaciones te tengan agobiado ...
descansa ..., si te urge..., ¡pero no te rindas!


La vida es rara..., con sus vueltas y tumbos...,
como todos, muchas veces comprobamos.
Muchos  fracasos  suelen  acontecer,
aún  pudiendo vencer de haber perseverado.


Así es que no te rindas, aunque el paso sea lento...
el triunfo puede estar a la vuelta de la esquina.


El triunfo es el fracaso al revés,
es el matiz plateado de esa nube incierta que no te deja ver su cercanía... 

Por eso..., decídete a luchar sin duda

porque en verdad, cuando todo empeora el que es valiente no se rinde...








LA MANIPULACIÓN DEL PODER





Es necesario explorar las formas que toma la dominación por parte del Poder, conocer las causas de su aparición y su evolución en las sociedades. Sólo así se puede conocer hasta qué punto la dominación moldea los pensamientos más íntimos y hasta las acciones más simples del ser humano en la sociedad en la que vive.
El ser humano puede ser manipulado, programado y controlado desde fuera de sí mismo. La soberanía de su dignidad y libertad se desmorona. La manipulación es una forma de control mental y social, y ocurre cuando falta consciencia en el ser humano. Entonces se le reduce a un simple objeto. La manipulación es una violación de la libertad, una forma de violencia y de deshumanización.
La manipulación se da allí donde no existe consciencia crítica por parte del manipulado. No es una simple influencia, sino una forma irracional de ejercer la influencia y el poder; es el ejercicio del Poder de forma moralmente ilegítima, sin auténtica autoridad. La persona manipulada no percibe el ataque, pues los estímulos de la manipulación permanecen ocultos a la consciencia. Por medio de determinados arreglos, hechos con habilidad, la manipulación permanece oculta a la consciencia. El manipulador crea así una falsa consciencia, a partir de la cual la víctima cree equivocadamente que vive racionalmente, y que toma decisiones racionales.
Nos encontramos en una sociedad en donde llaman libertad a una vida programada, manipulada, superficial, encauzada dentro del marco de sus interesadas leyes, costumbres e intereses. Uno de los pilares que sustentan el actual Sistema es el control, muy sutil en algunos casos y no tanto en otros. De un modo u otro, el elevado grado de control mental que el Poder ha logrado ejercer sobre las personas es, por lo menos, preocupante y alarmante. El “pensamiento único” se extiende, aparentemente sin oposición, los intereses humanistas parecen confundirse cada vez más con los intereses del capitalismo. El control es cada vez más amplio y abarca tanto el ámbito privado o individual como el social. Si no se hace nada para evitarlo, si no se es consciente de ello, “los valores del sistema” se imponen, se instalan en la mente, en la percepción y en el sentir, en el criterio… anulando toda muestra de sentido crítico. Y en el peor de los casos, el “Sistema” u “orden social establecido” llega a predeterminar y dirigir nuestras vidas. Sorprende ver como millones de personas acudimos obedientemente, día tras día, a los puestos de trabajo que nos han asignado –o a la escuela, o a la cola del paro. Es necesario reflexionar sobre el hecho de que millones de personas aceptan y justifican sumisamente las injusticias y crueldades ocasionadas por el Sistema.
El Poder y sus secuaces, utilizando recursos que parecen venidos de la ciencia ficción, pretenden determinar cómo hemos de vivir y como hemos de pensar. Intentan, con evidente éxito, establecer nuestros gustos, horarios, opiniones… El significado de los términos “bueno” y “malo” ha sido monopolizado y falseado por ellos.
El control se manifiesta en los diferentes ámbitos de la vida en la familia, la escuela, el trabajo, el “ocio”… Sin este control sobre el pensamiento de las personas no podrían mantener sus privilegios, sus intereses, su poder… por eso no escatiman en recursos ni energías para poder seguir ejerciéndolo. Las relaciones jerarquizadas o relaciones de poder ente patrón-obrero, padres-hijo, profesor-alumno, etc. Han sido interiorizadas hasta tal punto que parecen “normales”, inevitables, incluso naturales. Así van generando una sociedad cada vez más obediente y pasiva.
Mediante el control que logran establecer sobre cada uno de nosotros, consiguen eso que ellos llaman “consenso social”, “paz social” o “sociedad democrática”, y que tiene mejor nombre: control social o sociedad totalitaria. La imposición del control social o de “pensamiento único” utiliza todos los medios a su alcance. Desde la escuela inculcan los “valores” que rigen la sociedad –competitividad, productividad, respeto a la autoridad…-, desde los medios de “comunicación” nos bombardean con noticias que ocultan la verdad, con anuncios sobre los que debemos consumir, con modelos o estereotipos en los que nos tenemos que basar… Los mass-media, y quienes están detrás, producen y controlan la “información”, sin tener reparos en manipularla o “adaptarla” a sus intereses. Hoy en día los mass-media se han convertido en un arma muy eficaz para el Poder, y al mismo tiempo, en un elemento a combatir y desenmascarar.
El Poder se emplea a fondo en la manipulación de la cultura y en la comercialización del arte, pues la “cultura” es otro de los medios que le sirven al Estado para mantener su dominio. Liberarse de la zarpa de la “cultura” hace al ser humano menos obediente, menos pasivo y más creativo. A unas circunstancias determinadas, a un determinado tipo de sociedad, de relaciones sociales, de relaciones de producción corresponde una cultura determinada. Es preciso, por tanto, colocar tras el nombre de cultura los adjetivos que le correspondan, en este caso cultura capitalista, consumista, mediatizada y mediática, especuladora, etc. El Poder tiene la capacidad de fabricar la realidad a su medida, y lo hace por medio de la cultura.
Cultura viene a ser todo ese conjunto más o menos complejo de elementos cuya misión es legitimar esta sociedad, es la encargada de reproducirla, de perpetuarla. La cultura es necesaria para crear un acuerdo sobre el tipo de sociedad y una adhesión a ella. El Poder presenta mediante la cultura su modelo de sociedad, y lo hace como la única posible, la normal, la natural, la mejor. Así, las capas más desfavorecidas económicamente, las que podrían cuestionar una sociedad basada en el tener, apenas articulan contestación, cuestionamientos o protesta. Sobre aquellos excluidos económicamente, socialmente, el Poder debe potenciar la inclusión cultural para que no se produzca una fractura en el Sistema.
El control social afecta a todas las personas pero, evidentemente, se ven perjudicadas en mayor medida por este control todas aquellas que han optado por no adaptarse al Sistema, sino por enfrentarse a él. Es entonces cuando el Estado despliega todos sus medios: cuerpos represivos y policiales, servicios de información y bases de datos donde se almacena información sobre los rebeldes, sistemas de vigilancia –videovigilancia, intervención telefónica (teléfono móvil incluido), tecnología de búsqueda (FLIR, GPS, que es un sistema de vigilancia que detecta la posición de una persona en cualquier lugar, tecnología de reconocimiento facial), tecnología de visión nocturna, sistema Echelon…- infiltración de agentes en grupos disidentes, represión y criminalización de los llamados movimientos sociales, montajes policiales y mediáticos para detener y encarcelar a personas molestas para el orden dominante… y, en último lugar, la mayor expresión de la represión: la muerte o la cárcel.
Es usual que se infiltren elementos policiales en los grupos que se oponen al Sistema para sonsacar toda la información posible acerca de quienes son, cómo funcionan, cuales son sus objetivos, sus medios… En ocasiones, cuando disponen de la mínima información necesaria, recurren a los montajes policiales, que son cada vez más eficaces gracias a la inestimable ayuda y colaboración de los medios de “comunicación”. El Estado es el que ordena que se inicie la represión, la policía crea las “pruebas” y los medios de “comunicación” colaboran a encubrir y adornar el montaje convirtiéndolo en realidad a los ojos de la gente de la calle.




LAMENTO DE ARIADNA – Fiedrich Nietzsche



¿Quién me calienta, quién me ama todavía?
¡Dadme manos ardientes!
¡dadme un brasero para el corazón!
Tendida en la tierra, estremeciéndome,
como una medio muerta a quien se le calienta los pies,
agitada, ay, por fiebres desconocidas,
temblando ante glaciales flechas agudas de escalofrío,
cazada por ti, ¡pensamiento!
¡Innombrable! ¡Encubierto! ¡Aterrador!
¿Tú, cazador entre las nubes!
¡Fulminada a tierra por ti,
ojo sarcástico que me mira desde lo oscuro!
Así yazgo,
me doblo, me retuerzo, atormentada
por todos los martirios eternos,
herida,
por ti, el más cruel cazador,
tu desconocido, dios...

¡Hiere más hondo!
¡Hiere de nuevo!
¡Pica, repica en este corazón!
¿A que viene este martirio
con flechas de dientes romos?
¿Qué miras otra vez
sin cansarte del tormento humano
con malévolos ojos de rayos divinos?
¿No quieres matar,
sólo martirizar, martirizar?
¡Para qué martirizarme a mí,
malévolo dios desconocido?

¡Ah, ah!
¿Te acercas sinuoso
en semejante medianoche?...
¿Qué quieres?
¡Habla!
Me estrechas, me oprimes,
¡ah, ya demasiado cerca!
Me oyes respirar,
acechas mi corazón,
¡celoso!
-¿pero celoso de que?-
¡Fuera, fuera!
¿para qué la escala?
¿quieres subir
adentro, hasta el corazón,
subir hasta mis más
secretos pensamientos?
¡Impúdico! ¡Desconocido! ¡Ladrón!
¿Qué quieres sacar robando?
¿Qué quieres sacar escuchando?
¿Qué quieres sacar atormentando?
¡tú, atormentador!
¡tú, dios verdugo!
¿O como el perro debo
refregarme contra el suelo ante ti?
¿Sumisa, embelesada fuera de mí
menear la cola por amor?
¡Es inútil!
¡Punza otra vez,
aguijón el más cruel!
No soy tu perro, sólo tu presa,
¡cazador el más cruel!
tu más orgullosa prisionera,
bandido tras las nubes...
¡Habla al fin!
¡Tú, encubierto con el rayo! ¡Desconocido! ¡habla!
¿Qué quieres, salteador, de mi?...
 
¿Cómo?
¿Un rescate?
¿Qué quieres de rescate?
Pide mucho, ¡lo aconseja mi orgullo!
Y habla poco, ¡lo aconseja mi orgullo!

¡Ah, ah!
¿a mí es a quien quieres? ¿a mí?
¿a mí entera?...
¡Ah, ah!
¿Y me martirizas? ¡Loco que eres un loco!
¿Requetemartirizas mi orgullo?
Dame amor, ¿quién me calienta todavía?
¿quién me ama todavía?
dame manos ardientes,
dame un brasero para el corazón,
dame, a la más solitaria,
a la que el hielo, ¡ay!, siete capas de hielo
enseñan a añorar enemigos,
da, sí, entrega,
enemigo el más cruel,
dame ¡a ti!..

¡Se acabó!
Entonces huyo él,
mi único compañero,
mi gran enemigo
¡mi dios verdugo!...
¡No!
¡vuelve!
¡Con todos tus martirios!
Todo el curso de mis lágrimas
discurre hacia ti,
y la última llama de mi corazón
para ti se enardece.
¡Oh, vuelve,
mi dios desconocido! ¡mi dolor!
¡mi última felicidad!...

Un rayo. Dionisyos aparece con esmeraldina belleza.

Dionysos:
Sé juiciosa, Ariadna...
Tienes oreja pequeñas, tienes mis orejas:
¡mete en ellas una palabra juiciosa!
¿No hay que odiarse primero, si se ha de amarse?...
Yo soy tu laberinto...

Este  poema se encuentra en dos sitios en la obra de Nietzsche.  Primero en la cuarta parte de Zarathustra (“palabras del encantador”) y después en los ditirambos dionisiacos con el titulo “Quejas de Ariadna “




Quizás la mejor poesía de Nietzsche no esté en sus poemas explícitos, sino en sus escritos filosóficos, empezando por Así habló Zaratrustra, tan profundo como bello. La dimensión poética se halla sin dificultad en toda la producción intelectual de este filósofo-artista, como Dionisios, aunque se conozca muy poco su obra propiamente poemática. Quizás por eso Nietzsche puede convertirse en ese dios de la embriaguez que habla de su amada Ariadna como si fuera él mismo.
La transmutación de su identidad es parte de ese baile de máscaras que tanto lo sedujo como posibilidad misma de la desnudez. Cierto que hay una filosofía no poética y una poesía no filosófica. A riesgo de confundirme irremediablemente, confieso que sólo cuando los poemas tienen esa modulación propia de la auto-reflexividad siento que la escritura acaricia lo real, aproximándose ya no sólo al abismo del ser, sino como decía Castoriadis, al ser como abismo. A pesar de un cierto tono declamatorio, lo que irrumpe aquí quizás no sea más que la gestualidad del dolor –dolor indesterrable del laberinto- y es ese dolor, más que la sabiduría, lo que nos acerca a ese núcleo insondable que llamamos Nietzsche.

Arturo Borra








lunes, 23 de enero de 2012

23 DE ENERO DE 1958 “LA CRISTALIZACIÓN DE UN SUEÑO”





 ¿Qué pasó el 23 de Enero de 1958?

La Junta Patriótica que luchaba en la clandestinidad contra Marcos Pérez Jiménez llamó a un paro de la prensa el 20 de enero, como punto de partida para el inicio de una huelga general el día 21 de enero y la sublevación de las fuerzas militares contra la dictadura. Desde el fracaso del levantamiento del coronel Hugo Trejo el 1 de enero, la crisis interna de la dictadura se hizo cada día más grave. El movimiento popular cobró fuerza, se produjeron nuevos brotes insurreccionales en las Fuerzas Armadas y densos sectores sociales suscribieron manifiestos de denuncia contra el régimen. Cuando arrancó el paro, que se cumplió a cabalidad, en las calles se sucedían manifestaciones, mítines; y en varios lugares de Caracas se producían enfrentamientos con las fuerzas del Gobierno. En la noche del día 22, la Marina de Guerra y la Guarnición de Caracas se pronunciaron contra la dictadura y Pérez Jiménez, privado de todo apoyo en las Fuerzas Armadas, huyó en la madrugada del 23 de enero, rumbo a Santo Domingo.




 ¿El 23 de Enero fue una fecha al azar o ya estaba planificada?

Desde 1957 se venían produciendo las primeras manifestaciones que fueron debilitando el régimen pérezjimenista. El primer sacudón ocurrió cuando monseñor Rafael Arias Blanco leyó la famosa Carta Pastoral contra la dictadura, el 29 de abril de 1957. Más tarde, el 21 de noviembre, los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela (UCV)salieron a la calle y fueron reprimidos brutalmente por la Seguridad Nacional (SN). Otro movimiento que terminó por debilitar al régimen fue el alzamiento militar comandado por el coronel Hugo Trejo, el 1 de enero de 1958 que, aún cuando falló, terminó por fracturar a las Fuerzas Armadas.





¿Cómo fue la rebelión militar del 1 de enero de 1958?

 El primero de enero de 1958 aviones F-86 sobrevolaban Caracas con la intención de bombardear Miraflores y la sede la Seguridad Nacional. Al mismo tiempo, en el cuartel Urdaneta de Catia se alzaron dos unidades blindadas, compuestas por tanques, que partieron hacia Maracay. Mientras, en la guarnición de esa ciudad, las tropas tomaron una emisora de la localidad. Al mando de la rebelión militar se encontraba el coronel Hugo Trejo.Pero una mala coordinación en las estrategias y la falta de comunicación entre las otras guarniciones llevó al fracaso de la insurgencia militar.





¿Cómo fue la dictadura?

 Tras participar en el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, el 24 de noviembre de 1948, Marcos Pérez Jiménez ocupó el Ministerio de Defensa y formó parte de la Junta Militar de Gobierno, junto a Carlos Delgado Chalbaud y Luis Llovera Páez. El 2 de diciembre de 1952 desconoció los resultados de las elecciones a una Asamblea Nacional Constituyente, que ganó el partido Unión Republicana Democrática (URD), liderado por Jóvito Villalba. Pérez Jiménez, actuando “en nombre de las Fuerzas Armadas”, asumió la presidencia dictatorialmente. Se trató de una dictadura militar, autoritaria y personalista que silenció a las fuerzas de la oposición, ilegalizó a Acción Democrática y al Partido Comunista, prohibió y mantuvo en una semi-legalidad a URD y a Copei; cerró Tribuna Popular del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y El País de Acción Democrática (AD), e impuso una rígida censura a la prensa, la radio y la televisión. Durante su mandato muchos opositores fueron perseguidos, torturados, empujados al exilio o encarcelados, sin cargo alguno, o sólo por sospecharse su oposición al Gobierno.

Para ello se valió de la Seguridad Nacional, una fuerza de policía subordinada a Miraflores. El objetivo de Pérez Jiménez era permanecer en el poder mediante el plebiscito de 1957, lo que produjo la reacción de los partidos políticos y el descontento de las Fuerzas Armadas, que lo habían apoyado hasta entonces.




¿Cuántos opositores murieron en manos de la SN?

El número exacto de fallecidos a manos del régimen se desconoce. Sin embargo, algunos nombres fueron representativos de la represión brutal de la dictadura: el abogado Leonardo Ruiz Pineda; Antonio Pinto Salinas; Castor Nieves Ríos; el médico Germán González; el abogado Alberto Carnevalli; el teniente León Droz Blanco, los capitanes del Ejercito, Wilfrido Omaña y Jesús Alberto Blanco; entre otros. José Matos Rojas, en su libro Pérez Jiménez y su brutalidad, señala que la cifra de presos políticos llegó a 3000 personas.



.¿Qué era la Vaca Sagrada?

 Fue el primer avión presidencial adquirido por un gobierno venezolano. Un Douglas C-54 “Skymaster” que Pérez Jiménez usaba en sus viajes por el país y al exterior. El nombre le viene por las estrictas medidas de seguridad que se tomaron para su protección. Cuentan que los mismos pilotos debían dar un saludo militar al avión cuando pasaban por la rampa.




¿Qué era la Junta Patriótica?

La organización clandestina de lucha contra la dictadura. Para la fecha del derrocamiento de Pérez Jiménez estaba integrada por Silvestre Ortiz Bucaram (AD), Enrique Aristiguieta Gramcko (Copei), Guillermo García Ponce (PCV) y Fabricio Ojeda (URD), quien la dirigía nominalmente, porque el verdadero coordinador en la práctica era García Ponce, del PCV.




 ¿Quién fue Fabricio Ojeda?

Un reportero de El Nacional y militante de URD. En la clandestinidad era conocido como “Roberto”. Al caer la dictadura fue electo diputado, pero renunció en 1962 para unirse a las guerrillas de la izquierda contra el gobierno de Rómulo Betancourt, conocidas como Fuerzas Armadas de Liberación Nacional. Tras varios años de clandestinidad fue detenido por el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA) en cuyos calabozos, que quedaban en el Palacio Blanco, murió. El Gobierno presentó su deceso como suicidio. Para la izquierda, fue víctima de torturas y asesinato.

Más tarde, durante las protestas de los años 60, al pasar frente a Miraflores, los manifestantes gritaban: “En ese quinto piso, mataron a Fabricio”.




 ¿Quiénes fueron los líderes estudiantiles contra la dictadura?

Germán Lairet, dirigente de la Juventud Comunista, y Américo Martín, de la juventud de AD, entre otros, fueron los fundadores del Frente Universitario en abril de 1957. Pero al poco tiempo, ambos fueron encarcelados y el Frente los sustituyó por Héctor Pérez Marcano y Héctor Rodríguez Bauza; este último tenía mayor experiencia, debido a su militancia en el PCV y por haber ocupado el cargo de secretario general de la Juventud Comunista-Caracas.




¿Por qué los líderes del movimiento de resistencia no estaban en Venezuela?

La persecución que ejercida contra sus opositores obligó que muchos de ellos se fueran del país. Los líderes Rómulo Betancourt (AD), Jóvito Villalba (URD) y a última hora, Rafael Caldera (Copei) se encontraban en Nueva York. Pero no todos los líderes y militantes de los partidos vivían en el extranjero: algunos estaban presos en los sótanos de la SN; otros, luchando desde la clandestinidad.


Fuente: Diario Tal Cual Enero 2011

EL INICIO DEL FIN.....





1957 EL AÑO EN QUE LOS VENEZOLANOS PERDIMOS EL MIEDO 

Era la época en que un llamado a la puerta, en medio de la noche, podía significar la muerte. Decenas de dirigentes políticos habían sido asesinados, centenares más intentaban sobrevivir en campos de concentración y aun miles sufrían las penas del exilio. Millones de venezolanos vivían bajo terror, mientras un solo hombre, Marcos Pérez Jiménez, decidía el destino de todo el país.

Pero en 1957, la sumatoria de una serie de liderazgos –políticos, religiosos, sindicales y estudiantiles– rescató la moral del país y creó las condiciones para que terminara una de las dictaduras más tenebrosas de Latinoamérica.

Existe un paralelismo entre esa fecha y los momentos que vive actualmente el país, sobre todo porque después de más de 50 años, también existen en el futuro amenazas similares como las de entonces.

Hay un gran paralelismo porque en 1957 estábamos amenazados con la dictadura de Pérez Jiménez,  violando la constitución como en efecto la violó, trataba de prolongarse en el tiempo, solamente la unidad verdadera, la acogencia de los partidos, de las grandes personalidades y de todos los sectores de la sociedad civil, de los sindicatos de los obreros, impidieron que la dictadura se prolongara.

El año  1957 ingreso a la historia como el gran año de la unidad, de gran claridad de las decisiones, de gran coraje  y gran lucidez.


LA ILUSIÓN DE UN TIRANO





Cree ser el único y predestinado, capaz de  llevar solo las riendas del país. Su ego no le permite reconocer a nadie más talento para gobernar. Su proyecto político no admite variante o no deja espacio para otro; pero es maleable y cambia sin explicaciones de acuerdo a las necesidades del momento. Lo importante es la meta que no el camino. Revisemos a lo largo de años las promesas de las continuas campañas electorales. En tomo a él distinguimos a sus admiradores, o simplemente a los que, sin fuerza propia suficiente, se cuelgan de sus botas  para prosperar, a los que creen que lo manipulan, que tocan los instrumentos de esta orquesta más ruidosa que sinfónica. No tolera a su lado por mucho tiempo a la gen te de talento propio. En sus actuaciones se muestra como un buen histrión  pero sobre todo como fiel discípulo de su líder.

Cree ser el único y predestinado, capaz de resolver solo  hasta  los problemas más mínimos rompiendo  la necesaria jerarquía que les da funcionalidad y autoridad a los organismos del Estado.

Cree ser único y predestinado, pero la vida nos recuerda que solo somos humanos, pero el  “Líder Único “es incapaz de verse como hombre, es un dios inmortal ajeno a lo terrenal.

Es el “Líder Único “, pero no el único,  la historia nos ha enseñado que  ha habido otros, de  diferentes o similares ideologías, pensamientos y acciones pero inexorablemente todos con el mismo final.

El pueblo vive feliz en la ilusión del engaño, pero la ilusión no es fácil de mantener. El pueblo despierta cada cierto tiempo y ve la realidad.





lunes, 16 de enero de 2012

LA TEMPLANZA





Templanza significa sobriedad. Es la virtud por la cual empezamos a darnos cuenta de cuáles son nuestras necesidades reales, orientadas a lograr  nuestro bienestar y desarrollo, y cuáles son imaginarias y producto de los deseos inagotables que nacen de las carencias que produce el ego y son por tanto perjudiciales. Desde la sobriedad se manejan de manera adecuada los recursos, evitando tanto los excesos como las carencias.
La templanza es la virtud que permite dominar racionalmente los apetitos y moderar la atracción hacia los placeres sensibles y el uso de los bienes creados. La disposición natural al gozo puede hacer obrar desordenadamente al ser humano. Existe en él una rebelión de los diferentes egos contra el dominio del propio espíritu, contra el vivir consciente y el obrar adecuado.
La moderación, la medida y la honestidad, al mantener y defender el orden en el propio interior, crean los fundamentos necesarios para la realización del bien. Sin la templanza, el instinto de la propia afirmación que hay en el ser humano rebasa todas las fronteras y anega todo cuanto encuentra en su camino. Se perdería la orientación y el raudal de energías jamás encontraría el mar de la perfección en que deben desembocar. La templanza no es el caudal, sino la madre del río que canaliza sus ímpetus y su velocidad y abre el paso preciso.
El desenfreno, la ambición desmedida y los deseos desordenados dan lugar a una ceguera del espíritu que incapacita para ver los bienes del alma y quita la fuerza de la voluntad. En cambio, la sobriedad nos hace capaces y nos dispone para la vida espiritual. No muere el alma porque le falte algo sino porque algo la envenena.
Nuestra existencia consiste en ser conscientes y en obrar adecuadamente, por eso se dice que cuando alguien vive espiritualmente es fiel a sí mismo. La deshonestidad y la ambición de poder  destruyen de una forma especial esa fidelidad del ser humano consigo mismo y ese permanecer en el propio ser. Ese abandono del alma, que se entrega desarmada al mundo sensible de las pasiones, paraliza y aniquila la capacidad de decidir y de obrar adecuadamente. El alma no es entonces capaz de escuchar silenciosa la llamada realidad, ni de reunir serenamente los datos necesarios para adoptar la postura justa en una determinada circunstancia. El ser humano se ha hecho parcial y se insensibiliza para percibir la totalidad de su realidad. Y esto significa el mal uso y corrupción de la prudencia, la ceguera del espíritu y la desaparición de la vida espiritual. Todo buen propósito quedará siempre amenazado por la inconstancia y teñido por los deseos más bajos.
El ser humano  envidioso, voraz y ávido de poder quiere, pero quiere exclusivamente para sí mismo; siempre se halla distraído por un interés ilusorio, que no es real. La obsesión de poder, que lo tiene siempre ocupado, le impide acercarse a la realidad serenamente y le priva del auténtico conocimiento. El mirador del alma se vuelve opaco, empolvado por el interés egoísta, que no deja pasar hasta ella el aroma de la Vida. Sólo puede ver y oír quien guarda un silencio consciente, y sólo emite Luz la pureza.
La templanza es honestidad, pero la búsqueda del poder desmedido  lleva sobre sí la maldición de un egoísmo estéril. La honestidad no sólo capacita y predispone para percibir correctamente la realidad, creando así conductas acordes con ella, sino que prepara el alma para la contemplación, esa forma sublime de contacto con la verdad objetiva en que se confunde el conocimiento límpido con la verdadera entrega.
Mediante la vida espiritual, el ser humano entra en comunión con Dios asimila la Verdad, que es el bien supremo, y obra adecuadamente. La esencia de la persona espiritual y virtuosa consiste en vivir abierto a la verdad real de las cosas, vivir la verdad que se ha incorporado al propio ser y obrar adecuadamente. Sólo quien sea capaz de ver esto y de realizarlo en su propia vida será también capaz de entender hasta qué profundidades llega la destrucción que en sí mismo desencadena un corazón impuro.
La deshonestidad destruye el verdadero gozo de lo que es sensiblemente bello, pues la persona, al percibir la belleza sensible propia de cada cosa, tiende siempre a reducirlo al deleite. Sólo percibe la belleza del mundo y la disfruta quien lo contempla con mirada limpia. La alegría del corazón es el agradable fruto de la muerte del ego. Cuando esa alegría está presente se puede estar seguro de que la simpleza de seguir una doctrina o unos ideales, o la estirada vanidad de quien sólo se mira a sí mismo, se hallan lejos. La alegría del corazón es una señal inequívoca de la verdadera templanza que sabe, sin egoísmos, conservar y defender el verdadero valor de la persona.
La templanza es el origen y la condición de toda verdadera valentía. En cambio, el infantilismo de un alma desordenada no sólo acaba con la belleza, sino que crea seres pusilánimes. Cuando el ser humano pierde esa moderación de carácter integral, disipa su esencia y su energía y se hace inservible para plantar cara a la fuerza del mal, que causa estragos por el mundo.




EL ARTE DE VIVIR





Parece que todos deseamos tener y llevar una vida buena (honesta, valiosa, justa con los demás… y llegar a realizarnos como personas humanas en un mundo humano) pero descubrir esto es un arte que debemos ir practicando con el propio vivir. Pero no un vivir cualquiera, sino un vivir consciente, sabiendo lo que hacemos, siguiendo nuestra guía interna y el respeto a todos los demás seres humanas.
La ética es sobre todo una asignatura práctica, que se puede ir aprendiendo cada día si nos empeñamos en ello, pero también podemos ir extraviándonos de la ruta, poco a poco, casi sin darnos cuentas. No hace falta tener grandes dotes intelectuales o físicas, ni mucho dinero  para llevar y tener una vida buena. Hay gente que ha sido capaz de conseguirlo desde la sencillez.
La vida buena es un arte. La práctica asidua, el empeñarse en el desarrollo y el ejercicio de este arte no deja de tener consecuencias positivas para quien lo practica. Quizás no nos podemos poner de acuerdo sobre qué es lo bueno (unos dicen el placer, otros la utilidad o la perfección…) pero tal vez existan una serie de reglas objetivas que quien las sigue puede ir adquiriendo maestría en este arte de vivir.
Actúa con autenticidad, es decir, no actúes con hipocresía. No le eches la culpa a otros de lo que te corresponde a ti. Mantente despierto y vigilante.
Examina cada día tus actos, considera si no deberías haber actuado de otra manera.  Sócrates decía que una vida sin examen no merece la pena.
Aprende a ser comprensivo con los defectos de los demás –también con los propios-, pero no por eso consideres que son algo bueno. Compréndelo pero encuentra la manera de ir cambiando lo que puedas cambiar.
Escucha las razones y expón las tuyas, considera que no se sabe todo desde el principio y hay enseñanzas que podemos recibir de otros. Aunque no aceptes lo que te digan da la posibilidad a otros a que den sus razones.
Las reglas del arte de vivir se aprenden de nuestro entorno, pero también tenemos un conocimiento profundo: la conciencia, una voz que nos habla y nos dirige. Si no la acallamos puede decirnos las reglas del arte de vivir una vida buena. Por ejemplo: actúa de tal manera que no te importase que los demás actuaran de la misma manera. Es decir, haz a los demás lo que quieres que te hagan y no hagas a los demás lo que no quieres que te hagan. Esto es ciertamente, un “regla de oro” de este arte.







PARA UN PAÍS SIN MEMORIA







Discurso de orden pronunciado por el Doctor Jorge Olavarría  ante el Congreso Nacional, el 5 de julio de 1999 con motivo de la conmemoración de los 188 años de la Declaración de Independencia.



“Señor Presidente Constitucional de la República. Señores Presidente y Vicepresidente del Congreso Nacional. Señores Representantes de los Poderes constitucionales de la República. Excelentísimo señor Nuncio de su Santidad, Decano del cuerpo diplomático y Excelentísimos señores Embajadores y Honorables Encargados de las misiones diplomáticas aquí presentes. Señoras y señores.
Esta solemne celebración, la última del siglo, coincide con una hora menguada de la patria. Es una hora triste, tensa y bochornosa. Preñada de peligros y de amenazas para los que queremos vivir en libertad y democracia, bajo el imperio de la ley.
No es hora de historias pasadas. La historia se está haciendo aquí y ahora. Es la circunstancia la que nos exige seguir el ejemplo de los próceres que firmaron la declaración de la independencia. De los que fundaron las bases y sentaron los principios de un Estado Constitucional en el cual la ley respetase la virtud y el honor, como lo cantaba una cancioncilla que andaba por las calles de la Caracas de aquellos días. Es la hora de hacer verdad el himno que hoy cantamos. Es la hora de hacer como ellos. No de hablar de ellos. Porque si no, seguiremos cantando que el vil egoísmo, otra vez triunfó.
Con el recuerdo de las heroicidades de los libertadores no vamos a exculpar las cobardías de hoy. Así no aprenderemos las lecciones que, con el sacrificio de sus vidas, nos dieron quienes firmaron el Acta que acaba de ser leída. Con esa retórica, apenas lograríamos anestesiarnos el dolor de las verdades que hoy nos abochornan y que nos han traído donde estamos. Por ese camino no nos vamos a encontrar jamás con nosotros mismos.
Los hechos de hoy plantean ante la conciencia moral de los venezolanos de hoy la obligación de hacer algo por lo que hoy amenaza la esperanza de cambiar lo que hay que cambiar, pueden hacer y van a hacer retroceder a Venezuela a un ayer, cuyos atavismos de violencia están latentes, y sólo falta alguien que los despierte. Y alguien los está despertando.
Mañana nadie podrá declararse eximido de responsabilidad, si hoy cada quien no asume la responsabilidad que le corresponde. Sin egoísmos. Sin cobardías.
Para las revoluciones que están revolucionando al mundo de hoy, la retórica heroica de las revoluciones de ayer, de poco vale. Esa retórica heroica no nos hace más ricos, ni más sabios, ni mejores ciudadanos. No nos consuela de lo que somos, con el recuerdo de lo que fuimos. Lo que ellos hicieron ayer, no nos exime de lo que nosotros, aquí y ahora, debemos hacer hoy.
La valentía que vale en el mundo del siglo XXI, no es la valentía del asaltante temerario. Es la valentía del saber, la valentía del trabajo, la valentía del dominio de una tecnología que ha cambiado al mundo en los últimos años, más que todos los cambios del milenio que concluye y que va a cambiar la dinámica política de las sociedades humanas a extremos que la imaginación no alcanza a imaginar.
Esa debe ser la valentía de los venezolanos que tienen que ser valientes en el siglo XXI.
Para ellos, los venezolanos que hoy y ahora tenemos alguna responsabilidad, debemos tener, hoy y ahora, el valor y la decisión que se necesitan para enfrentarse a la orgía de insensatez demencial que nos empuja hacia atrás. Que nos lleva a desandar caminos andados. Que nos induce a repetir errores cometidos.
Si los venezolanos nos dejamos alucinar por un demagogo dotado del talento de despertar odios y atizar atavismos de violencias, con un discurso embriagador de denuncia de corruptelas presentes y heroicidades pasadas, el año entrante Venezuela no entrará en el siglo XXI. Se quedará rezagada en lo peor del siglo XX. O retornará a lo peor del siglo XIX.
El desprecio que el señor Presidente manifiesta por una Constitución que le otorga legitimidad a su mandato, pero que él sentenció a prematura muerte, no nos aclara los términos de la Constitución de sus verdaderas intenciones con la cual propone reemplazarla.
Por lo pronto, está claro que nadie puede ignorar las repetidas amenazas que el señor Presidente ha proferido en contra del Congreso; de la Corte Suprema de Justicia y sus Magistrados; del Fiscal y del Contralor de la República, del Consejo Nacional Electoral y de las Fuerzas Armadas. Ni un sólo Poder Constitucional ha sido eximido de sus amenazas. Ni uno solo.
Y no es que la imagen que el país tiene de estos poderes sea inmerecida. No. Si hemos llegado a una situación en la cual estas amenazas se profieren sin que el país se ponga de pie para protestarlo, es por algo.
Pero estas no son las amenazas de un reformador de lo que se niega tercamente a ser reformado. Son los anuncios de un destructor.
El señor Presidente amenazó a la Corte Suprema de Justicia con lanzar a sus seguidores a la calle a manifestar en su contra, si decidía un recurso interpuesto en forma que él consideraba contraria al pueblo. Y no pasó nada.
Un pueblo en cuyo nombre dice hablar y del cual alega haber recibido un mandato de poder absoluto y dictatorial. Así lo consignó por escrito, en una memorable carta enviada a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia. Reclamó para si la exclusividad en la conducción del Estado. El Señor Presidente cree, sinceramente, que el Estado es él. Que él es el único representante del pueblo.
Cuando la Corte Suprema de Justicia decidió en una forma contraria a la que él esperaba, el Presidente acusó a sus magistrados de estar coludidos contra él y, en repetidas ocasiones posteriores, de corrupción. Y no pasó nada.
El señor Presidente ha instado repetidamente al desacato por la Constituyente a ser elegida, de los términos del mandato aprobado por los electores en el referéndum, cuyas bases clara y explícitamente le negaron a la Asamblea Constituyente a ser elegida, el carácter «originario».
La Corte Suprema de Justicia ha negado el pretendido carácter originario de la Asamblea. Sin embargo, el señor Presidente ha afirmado y reafirmado repetidamente, que la Asamblea Constituyente va a disolver los poderes, va destituir a los Diputados y Senadores y a los gobernadores de los Estados, tan legítimamente elegidos como él, va a destituir a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y a todos los jueces y va a nombrar sus sustitutos porque alega que su origen está viciado, y que esa Asamblea va a derogar, modificar y hacer Leyes, todo ello antes de aprobar la Constitución y antes de que esta sea aprobada por el pueblo en un referéndum.
Nunca antes, salvo los días de Boves y Morales, se había hecho una predica tan clara y abierta en favor del caos y la anarquía. Nunca. Los más radicales revolucionarios han predicado un orden nuevo. Pero orden. Nadie ha predicado el desorden, la incertidumbre y la arbitrariedad como ideales para construir una república.
El Presidente pretende equiparar la elección de la Constituyente con un hecho revolucionario, creador de un gobierno de facto. Estamos, pues, ante la necesidad de desvelar un enorme engaño, que nos está invitando a elegir no a unos representantes encargados de hacer una nueva Constitución, sino a unos Dictadores.
Unos Dictadores tumultuarios que amenazan abrir juicios populares a todo el que ellos califiquen de corruptos. Juicios en los cuales los principios cardinales del Derecho que le han costado dos milenios a la humanidad consagrar como derechos intangibles, sean reemplazados por el trágico eufemismo de la justicia popular que nunca ha sido justicia y siempre ha terminado masacrando al pueblo. Una asamblea dictatorial obediente a su voluntad que tendrá, según dicen, el poder de disponer de nuestras vidas y bienes a su arbitrio, pues no estarían limitados por más ley que su voluntad.
Además el Presidente ha instado al Consejo Nacional Electoral a la violación de las bases comiciales para la elección de la Asamblea Constituyente. Unas bases que él mismo propuso y que aprobadas por el electorado en el referéndum, fueron vertidas por la autoridad electoral en un reglamento que ahora, el señor Presidente se niega a respetar, alegando que puesto que no hay ley que regule la elección de una Constituyente, él puede hacer y decir lo que le venga en gana para promover a sus candidatos, así se lo prohiba la ley y las bases comiciales que él mismo propuso y que se aprobaron en el referéndum.
En esta línea de palabras y acciones, el señor Presidente apoya abiertamente a los candidatos de su parcialidad y para ello hace uso público y notorio de recursos del Estado. Cuando el Consejo Nacional Electoral le amonesta, el Presidente hace burla del arbitro electoral, de la amonestación recibida, anuncia que seguirá haciendo lo mismo y lo sigue haciendo. Cuando el Contralor anuncia su decisión de investigar el hecho, el Presidente lo ofende y lo descalifica.
El hecho es dramáticamente claro, señoras y señores. El señor Presidente de la República ha violado su deber de respetar y de hacer respetar la Constitución y las Leyes de la República. Nadie puede negarlo.
No digo que el Presidente ha violado su juramento, porque lo dio en forma harto irregular, al extremo que puede decirse que no juró como se lo manda la Ley. En ese momento calificó de «moribunda» a la Ley Constitucional y no se si dijo que juraba respetarla o terminarla de matar.
Pero si la respuesta del señor Presidente a la pregunta ritual que le fuera formulada fue equívoca, la autoridad que le tomó el juramento, lo entendió por dado cuando le dijo:
Si así lo hiciéreis, que Dios y la patria os premien. Si no, que os lo demanden.
No lo ha hecho. No ha respetado ni ha hecho respetar la Constitución y las Leyes. Por el contrario, ha instigado abiertamente a su desobediencia a las obedientes y no deliberantes Fuerzas Armadas. Y como Dios anda muy ocupado en cosas más importantes, y la patria somos todos y no es nadie, alguien se lo debe demandar.
Hace tres días, en su condición de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Nacionales, el Presidente violó su juramento constitucional de respetar y sostener la Constitución y las Leyes, cuando promovió a treinta y tres oficiales de las Fuerzas Armadas cuyo ascenso había sido expresamente negado por el Senado de la República, en legítimo ejercicio de su atribución establecida en el Ordinal Quinto del Artículo 150 de la Constitución.
Además de esto, que es obvio, y debe producir acciones inmediatas por parte de quienes están obligados a tomarlas, lo que el Presidente Hugo Chávez está haciendo con las Fuerzas Armadas, legal, paralegal, metalegal o ilegal, va a llevar a la destrucción de una de las instituciones de mayor prestigio en la sociedad venezolana. Una institución cuyo nivel de profesionalismo, había costado muchos esfuerzos de muchos años lograr.
La atribución del Senado, ejercida en sintonía con lo que las instancias de evaluación interna de las Fuerzas Armadas habían decidido en relación a los oficiales cuyo ascenso negó, no la inventaron los que el Presidente Chávez llama las «cúpulas corruptas» de los partidos. El primero que lo propuso y lo introdujo en el proyecto de Constitución que presentó al Congreso de Angostura de 1819 fue Simón Bolívar.
Desde el mismo inicio de su carrera militar, la preocupación de Bolívar por la disciplina del Ejercito y su acatamiento a la autoridad civil y constitucional fue constante.
En 1813, después de la exitosa campaña guerrillera del Magdalena, y de haber tomado Cúcuta, Bolívar se vio impedido de pasar a Venezuela por la actitud del Coronel Castillo, a quien se le había nombrado como su segundo y quien alegaba que Bolívar no podía legalmente llevar las tropas granadinas más allá de la frontera.
Bolívar acató esto y se dirigió al Congreso de la Unión en solicitud del permiso correspondiente. Pero como se hizo evidente que la actitud de Castillo era obstruccionista y no legalista, Bolívar le escribe al Presidente de la Unión, y más que un raciocinio táctico, estratégico o político de la campaña que pensaba iniciar en Venezuela, le formula una declaración de principio y el 26 de Abril de 1813 le escribe:
«No hay estado beligerante sin tropas, y no hay tropas sin disciplina.»
Este primer incidente en su carrera revela la constante de una firme convicción en la disciplina del Ejército como condición de su misma existencia. Y de su sumisión al poder civil como requisito de su carácter republicano y constitucional. La disciplina del poder militar, y su razón de ser como brazo armado de una república constitucional por la cual se luchaba, fueron los dos pilares del pensamiento de Bolívar y la constante de su vida.
Tras la conquista de Angostura y la instalación del Congreso en 1819, Bolívar presentó un proyecto de Constitución en el cual, por primera vez en la historia constitucional de Venezuela, se le atribuyó al Senado la facultad de aprobar los ascensos militares en estos términos:
«El Presidente...(3) «Nombra los empleos civiles y militares que la Constitución no reservare. Entre los reservados se comprenden los de Coronel inclusive arriba, cuyo nombramiento lo hará el Poder Ejecutivo con aprobación del Senado. Si este no conviniere en el nombramiento, puede repetir su instancia apoyándola mejor. La resolución del Senado, en este caso, es decisiva.» La Constitución de Bolívar, estableció por primera vez en nuestra historia constitucional, el carácter no deliberante de las Fuerzas Armadas y su jefatura por quien quiera ejerciera las funciones de Presidente. Y apartándose del modelo federal de la Constitución de 1811, estableció que la Fuerza Armada eran exclusividad de la República y no la facultad soberana de las provincias de tener sus propias fuerzas armadas.
Ya lo había dicho en 1813 y lo consignó en la Constitución que propuso a la Constituyente de 1819: No hay Estado sin fuerza armada. No hay fuerza armada sin disciplina. No hay disciplina sin ley. No hay ley si el jefe de esa fuerza disciplinada y obediente, no la respeta y la hace respetar.
Si la Ley se rompe por quien tiene que respetarla y hacerla respetar, se acaba la disciplina. Se acaba la Fuerza Armada. Se acaba el Estado. Palabra de Bolívar. Así de clara. Así de sencilla.
La Constitución de 1830 repitió la atribución del Senado para autorizar ascensos y el carácter no deliberante de las Fuerza Armadas.
La Constitución Federal de 1864 omitió esta atribución del Senado y consagró la facultad de los Estados de tener sus propias Fuerzas Armadas, al extremo que la Fuerza Armada Nacional tenía que pedir permiso para pasar por el territorio de los Estados de la Unión. Esa fue una de las causas que llevaron al enguerrillamiento crónico que le siguió hasta que en 1908 Gómez tomó el poder y acabó con el federalismo y con sus caudillos.
Y esa fue la razón de la proliferación de rangos militares otorgados por el Mariscal Falcón y por los presidentes que le siguieron, por lo cual, para fines del siglo pasado Venezuela tenía más generales y coroneles que soldados. Y no tenía un Ejercito. Los ejércitos de entonces eran los partidos de entonces. Eran partidos armados. Eran fuerzas de ocupación al servicio de Guzmán Blanco o de Crespo, pero no de la Nación y mucho menos de sus instituciones.
Llegar a eso parecía una quimera. Regresar a eso parecía ayer una imposibilidad. Pero ese es el camino por el cual vamos. Por lo pronto ya tenemos más coroneles y generales de aviación, que aviones y más almirantes y capitanes de navío, que navíos.
La creación de un Ejército profesional, permanente y nacional se inició a comienzos de este siglo. Cuando Gómez apartó a Castro del poder inició con energía y decisión, la integración de las viejas montoneras del siglo pasado en un Ejército homogéneo, tecnificado y moderno. El paso fundamental se dio cuando el 5 de julio de 1910 se inició el primer curso en la Escuela Militar de «La Planicie».
Algunos de los responsables visibles del progreso de su primera etapa se conocen: el General Francisco Linares Alcántara, que había estudiado y se había graduado en West Point, el General Felix Galavís, el coronel chileno Samuel Mc Gill. Los más visibles de las etapas posteriores, fueron el General Eleazar López Contreras y el entonces Teniente Coronel Isaías Medina Angarita, quien se había graduado en la Escuela militar y había sido muchos años su profesor.
El hecho fue que a la muerte de Gómez en 1935, Venezuela tenía la estructura fundamental de un Ejército profesional, con espíritu y reglamentación de permanencia institucional.
Ese Ejercito disciplinado fue el que hizo posible que el General Eleazar López Contreras realizara las transformaciones que eran necesarias para cambiar el carácter dictatorial del régimen en el cual él se había formado y refundara la democracia en el siglo XX.
El General López Contreras heredó una estructura de poder militar que le hubiera permitido prolongar el régimen autocrático. No lo hizo así. Y uno de los primeros indicios que dio de su carácter liberal y democrático fue cuando, después de la muerte de Gómez, se quitó el uniforme y entró a Caracas como Presidente de la República, vestido de civil.
Un detalle que merece ser recordado en estos momentos, cuando se nos está dando indicios de lo contrario.
La importancia que dentro de toda estructura militar tienen procedimientos institucionalizados de ascenso que alejen lo más posible la discresionalidad en la calificación de los méritos, se pone de manifiesto cuando vemos que una de las principales razones que alegaron los oficiales que formaban la logia de la Unión Militar Patriótica en 1945 para conspirar para derrocar al General
Medina, era que éste se había negado a retirar del Ejército a los viejos generales Prato, Ardila y Matute que los oficiales de la Escuela llamaban «chopo e’ piedra» y cuya prolongada permanencia ellos veían como bloqueando su carrera.
La Constitución de 1947 fue la primera que consignó lo que puede llamarse la doctrina militar del Estado Democrático. Esa doctrina, paradójicamente, fue inspirada y colocada en esa Constitución por los oficiales que derrocaron a Medina Angarita, por especial influencia de la mentalidad del entonces Ministro de la Defensa, Teniente Coronel Carlos Delgado Chalbaud, quien en 1946, expresó públicamente su convicción que las Fuerzas Armadas venezolanas debían ser obedientes, no deliberantes, apolíticas, institucionales y profesionales.
Esos principios se consignaron en el capítulo III del Título IV de esa Constitución, que estableció que las Fuerzas Armadas Nacionales eran una institución «apolítica, esencialmente profesional, obediente y no deliberante, organizada para garantizar la defensa nacional, mantener la estabilidad interna y respaldar el cumplimiento de la Constitución y las Leyes.»
Al principio de la impersonalidad de la institución armada al servicio de la Nación y el de la exclusividad de la funciones militares incompatibles con funciones políticas, y de ratificar el principio, de la autoridad jerárquica suprema del Presidente de la República, se sumaron los avances que habían sido logrados en el gobierno de Gómez, como eran la exclusividad y el monopolio del Poder Nacional de mantener fuerzas armadas y poseer armas de guerra.
El apoliticismo de las Fuerzas Armadas quedó sentado claramente en el Artículo 99 de esa Constitución, y los mecanismos institucionales y legales y no discrecionales de ascensos recibieron jerarquía constitucional al establecerse en el Artículo 101 que los grados militares sólo podrán obtenerse conforme a la Ley, ratificando el principio bolivariano de la atribución del Senado de autorizar ascensos.
La doctrina militar del Estado Democrático quedó muy bien consignada en la Constitución de 1961 en su artículo 132, que establece con admirable elocuencia que las Fuerzas Armadas Nacionales forman una institución apolítica, obediente y no deliberante, organizada por el Estado para asegurar la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas, y el respeto a la Constitución y las leyes, estableciendo que el acatamiento de las Fuerzas Armadas a la Ley está por encima de cualquier otra obligación, reafirmando que están al servicio de la República, y en ningún caso, al de una persona o parcialidad política.
Yo pienso que el carácter no deliberante de las Fuerzas Armadas es indispensable al mantenimiento de su disciplina y esta disciplina es indispensable para la estabilidad de cualquier orden de gobierno, democrático o no.
Pero aunque no se piense así, el hecho es que hoy, la Constitución y la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas vigente así lo mandan. El mero anuncio por el Presidente Chávez de convocar una Asamblea militar para que los militares le hablen al país, es otra violación a la Ley y a la
Constitución. Quizás la más peligrosa de todas. Hasta para él mismo y el mantenimiento de su autoridad.
Ha llegado la hora de recordarle al Presidente que los Poderes que él ofende y amenaza, merecen tanto respeto como el señor Presidente tiene el derecho de esperar de ellos. Pero estos poderes, además de ser acreedores del respeto, tienen poder y facultades positivas que el Presidente no debe desconocer o menospreciar.
El Artículo 192 de la Constitución establece que:
«El Presidente de la República es responsable de sus actos de conformidad con esta Constitución y las Leyes».
El artículo 121 de la Constitución, advierte que el ejercicio del poder por el Presidente de la República «acarrea responsabilidad individual por abuso de poder o por violación de la Ley».
El artículo 46 de la Constitución establece que si el Presidente de la República ordena o ejecuta un acto que viole o menoscabe los derechos garantizados por la Constitución «incurre en responsabilidad penal, civil y administrativa, según los casos».
La responsabilidad penal del Presidente de la República no es inmune a las consecuencias de la comisión del delito de abuso de autoridad por actos arbitrarios, y del delito de incitación a la desobediencia de las leyes.
La Corte Suprema de Justicia en pleno, tiene competencia para declarar si hay o no méritos para el enjuiciamiento del Presidente de la República.
La Ley establece que la acusación del Presidente de la República ante la Corte Suprema de Justicia es derecho de «cualquier ciudadano».
El Ministerio Público, también tiene esta facultad, según lo establece el artículo 220, ordinal 5º de la Constitución.
A la acusación deben acompañarse «los documentos, testimonios, informaciones de nudo hecho u otros medios de prueba que acrediten los hechos sobre los cuales ha de versar el juicio».
Recibida la acusación, la Corte Suprema de Justicia debe decidir si hay o no mérito para proseguir el enjuiciamiento dentro de las 10 audiencias siguientes de su presentación.
Si la Corte decide que hay méritos, lo debe participar inmediatamente a la Cámara del Senado, o a la Comisión Delegada.
El Senado está facultado para autorizar por el voto de la mayoría de sus miembros el enjuiciamiento del Presidente de la República. Hecho esto, el Presidente «quedará suspendido en el ejercicio de sus funciones» como lo establece la constitución viva y vigente.
El enjuiciamiento del Presidente corresponde a la Corte Suprema de Justicia en pleno, hasta sentencia definitiva.
El Presidente ha dicho reiteradamente que no le importa que lo enjuicien. A quienes me escuchan y les compete hacerlo, debe importarles. Si no lo hacen, no será por falta de causales.
Mucho medité acerca de lo que en esta hora y desde esta tribuna debía decir. Un viejo y sabio amigo me había aconsejado: «Deja hablar al venezolano angustiado que tienes dentro»... Eso es lo que he hecho. No se si he acertado con lo que se debe decir en este momento. Sólo se que he hablado como mi conciencia me lo manda. Eso me basta.
¿Qué más se puede decir para sacudir a los venezolanos que me escuchan y sacarlos de su apatía, de su conformismo, de su cobardía cívica? ¿Para alertarlos de lo que puede suceder y va a suceder si se deja pasar lo que se está diciendo y haciendo?
Yo no soy de los que ven en los dos escasos siglos de nuestra historia republicana, una secuencia continua de fracasos en el empeño iniciado en la fecha que hoy conmemoramos, de construir un Estado constitucional.
No es cierto que nuestras 26 constituciones sean la prueba de una sucesión constante de fracasos. Yo las veo como una secuencia constante de frustraciones. Y de la frustración siempre queda la esperanza que la constancia la lleve al éxito.
Las frustraciones de nuestra historia están eslabonadas por una sucesión magnífica, gloriosa de coraje y constancia en la defensa de los principios democráticos que fueron sembrados en un día como hoy, hace 188 años. De no haber sido por ese coraje y esa constancia, Boves habría triunfado.
En su día fueron más los que siguieron a Boves que a Bolívar. Pero para nuestra fortuna, no todos los venezolanos de entonces se hicieron soldados de Boves. Y no todos los venezolanos de hoy, son como los que ayer siguieron a Boves.
He dejado hablar al venezolano angustiado que tengo dentro. Porque no somos pocos los venezolanos que estamos angustiados por las tempestades que van a provocar los vientos de odio, de ilegalidad y de violencia sin razón ni sentido, que hoy se están sembrando. Es a esos venezolanos angustiados a los cuales les he hablado.
Y es por mis hijos y mis nietos y los hijos y los nietos de todos los que tienen hijos y nietos, por quienes he hablado. Ellos son los que van a vivir en la Venezuela del próximo siglo. Ellos son los que van a tener que pagar lo que hoy hagamos o dejemos hacer para detener, o dejar pasar, lo que tanto daño amenaza.
Mañana, mis hijos y mis nietos no me podrán reclamar el no haber dicho lo que debía decir cuando pude y debí decirlo. Lo dije. Yo cumplí. Ahora les toca a ustedes.

Jorge Olavarría