A veces todo me parece poco, a veces lo poco me parece mucho, pero al final recuerdo que es inútil medir la vida en cantidades y que lo realmente importante son las calidades.
A veces me reprimo justo en el momento en que más cosas
quería decir, por suerte, creo que hay
silencios que expresan incluso más que las palabras.
Tal vez, en algún momento quise ser perfecto, pero hoy estoy
encantado de ser completamente imperfecto y de encontrarme en el camino con
personas que también lo son, pero que sin embargo llenan mi vida de luz.
A veces quiero dar, pero en otras ocasiones necesito
recibir, a veces no soy tan fuerte y estoy débil para dar.
No soy una línea recta, tengo días buenos, malos y
regulares, aunque en muchos momentos de mi vida han predominado los buenos.
Existen etapas y caminos, también existen formas diferentes
de caminar. Estoy aprendiendo a controlar mi impaciencia para esperar a recoger
los frutos que voy sembrando.
Tengo un reto, aprender a vivir mejor cada día.
Ser feliz, esperando menos y dando más. Controlando menos, improvisando más.
Tal vez no existe una ecuación matemática de la felicidad, sin embargo, Dios
siempre me lleva por el mejor de los caminos.
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