lunes, 14 de noviembre de 2016

Y SI ALGÚN DÍA EL TRABAJO...




Y si algún día el trabajo
dejara de ser una faena forzada
un itinerario de penas un tiempo de los otros
para convertirse en nuestro derecho a construir
un camino de agua un torrente de guijarros
una suma de caracolas donde albergar la risa
si no fuese ese oficio ajeno de contabilizar
salarios y plusvalías sino un almacén
de astromelias para edificar la vida
los días no tendrían esa dimensión
de calendarios
sino que abrirían sus compuertas
solares para la resurrección
de los oboes y la celebración
de las cuerdas
entonces cada hora sería festiva
y de nuestras manos saldría un estruendo
de sístoles buscando la constelación
exacta de su infinito
el ojo se engalanaría con el color
de los cristales
para alcanzar la eternidad
que mana del suspiro de los peces
y la respiración de las hojas
y la única disputa la entablarían
los azules y los verdes
los violetas y los naranjas en su afán
crepuscular de ser albergue
y aposento de la alegría del hombre
¿no bastará acaso con decidirlo
para espantar las tempestades
y hacer la travesía del adagio
al andante y del andante
a la exaltación del allegro
que nos nombra y designa
persistentes transeúntes de un tiempo
en clave de estremecidas mandolinas?

Mery Sananes /El Libro del Hombre








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