martes, 28 de abril de 2020

¡DANOS LA VICTORIA!





Para los buenos guerreros

SALMO 60


Dios mío,
tú te enojaste,
te alejaste de nosotros
y nos destruiste.

¡Ahora vuelve a ayudarnos!

Sacudiste la tierra,
y se llenó de grietas;

¡sánala, porque se desmorona!

Nos has dado
pruebas muy duras;
nos has dado a beber un vino
que nos hace tropezar.

Nosotros te somos fieles:

¡respóndenos!
¡Sálvanos con tu poder!
¡Dinos qué debemos hacer
para escapar de las flechas!
Así este pueblo que amas
quedará a salvo.

Desde tu templo has declarado:
«Cuando yo triunfe
repartiré entre mi pueblo
las tierras de Siquem
y las del valle de Sucot.

Las tierras de Galaad son mías;
al norte están las tribus de José
para proteger a mi pueblo,
y en Judá he puesto al rey
.
Los de Moab son mis esclavos,
Edom es mi propiedad,
y en territorio filisteo
lanzo gritos de victoria».

¿Quién quiere llevarme
hasta la ciudad con muros?
¿Quién quiere enseñarme
el camino que lleva a Edom?

¡Tú, Dios mío,
te has alejado de nosotros
y ya no sales a pelear
al frente de nuestros ejércitos!

La ayuda humana resulta inútil;
¡ayúdanos a vencer al enemigo!

Dios nuestro, tú los vencerás;
¡con tu ayuda saldremos victoriosos!



David compuso este himno para que sirviera de enseñanza. Lo compuso cuando luchó contra los arameos que vivían en la región noroeste de Mesopotamia y en la parte central de Siria. En esa ocasión Joab regresó y venció a doce mil edomitas en el Valle de la Sal.




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