viernes, 2 de octubre de 2015

LA CANTATA DEL CAFÉ




Cantata del Café 

1 RECITATIVO 
Narrador 
Silencio, no habléis 
y escuchad la historia.
El señor Schlendrian 
viene con su hija Lieschen 
a la que gruñe como un oso.  
¡Escuchad lo que ella le ha hecho! 

2. ARIA  
Schlendrian 
¿No son los hijos la causa 
de cien mil preocupaciones?  
Diariamente se lo digo 
a mi hija Lieschen, 
pero no me hace caso.

3. RECITATIVO  
Schlendrian 
Descarada niña, chiquilla obstinada.
¡Ah, cuándo me escucharás!
¡Aparta de mí vista ese café! 

Lieschen 
¡Padre, no seáis tan severo!
Si tres veces al día
no bebo mi tacita de café,
entonces me marchitaré
al igual que una cabra asada. 

4. ARIA
Lieschen 
¡Ah, qué agradable es el aroma del café!
Más sabroso que mil besos
y más dulce que el vino moscatel.
Café, café necesito tenerlo,
y quien quiera complacerme
que me regale café.

5. RECITATIVO 
Schlendrian 
Si no dejas de beber café
no irás a la boda 
ni de paseo.

Lieschen 
¡Bien!
Entonces déjame tomar café.

Schlendrian 
¿Es que acaso eres una monita?
Ya no te regalaré 
la falda de ballenas a la última moda.

Lieschen 
 No me importa.

Schlendrian 
¡Y ya no mirarás por la ventana
a los que pasean! 

Lieschen 
De acuerdo, pero, te lo suplico, 
déjame mi café.

Schlendrian 
De mi mano no recibirás
cintas de oro o plata 
para adornar tu sombrero.

Lieschen 
¡Sí, sí, déjame mi único placer!

Schlendrian 
Lieschen, terca, 
¿aceptas todo lo que te propongo?

6. ARIA 
Schlendrian 
Las muchachas obstinadas 
no se dan por vencidas con facilidad.
Pero si se encuentra su debilidad, 
¡oh! se pueden obtener grandes resultados.

7. RECITATIVO 
Schlendrian 
Ahora, escucha a tu padre.

Lieschen 
Siempre, excepto en lo que concierne al café.

Schlendrian 
Entonces debes aceptar 
no tener jamás esposo.

Lieschen 
¡Oh sí, padre mío, deseo un esposo!

Schlendrian 
Te prometo que eso nunca lo tendrás.

Lieschen 
¿Hasta que abandone el café?
Desde ahora digo adiós para siempre al café.
¡Padre mío, no lo beberé nunca más!

Schlendrian 
Así pues, tendrás finalmente un esposo.

8. ARIA 
Lieschen 
¡Hoy mismo, hoy mismo,
querido padre, dámelo!
¡Ah, un esposo! ¡Un esposo!
¡Es justo lo que necesito,
y que sea pronto!
que a la hora de dormir,
en vez de café,
tenga un apuesto amante.

9. RECITATIVO 
Narrador 
El viejo Schlendrian marcha 
para encontrar un esposo
a su hija Lieschen;
pero Lieschen, en secreto, se propone:
«Ningún pretendiente admitiré en esta casa, 
hasta que jure y ponga en el contrato marital
que me autorizará, 
siempre que yo quiera, 
a prepararme un café»

10. CORO
Lieschen, Narrador, Schlendrian
No prohíbas al gato cazar ratones.
Las señoritas permanecen fieles a su café,
a la madre le gusta beberlo,
la abuela también lo probó, por tanto:
¿quién puede culpar a la hijas?


En el siglo XVII era una moda tomar café en Europa. Uno de los músicos más famosos de todos los tiempos, Juan Sebastián Bach compuso la Cantata del Café en 1732.

Esta especie de oratorio, con texto de Picander, se estrenó en el Collegium Musicum de Leipzig hacia 1734. La partitura emplea tres cantantes, flauta, cuerdas y continuo. El divertido texto - acaso el mejor que escribiera el modesto poeta - está compuesto como un oratorio cómico. Un tenor explica la historia al comienzo y, de nuevo, al final. 

El libreto nos introduce en el mundo burgués de Leipzig. La cantata es una deliciosa sátira del vicio del café, entonces de moda entre los burgueses de la ciudad; desde finales del siglo XVII se había extendido en Leipzig, en donde muchas "casas de café" le habían abierto sus puertas. En un establecimiento muy conocido, el Café Zimmermann de la Calle Catalina, Bach ofreció durante diez años sus conciertos públicos a la cabeza del Collegum Musicum universitario; estas audiciones eran al aire libre únicamente durante los meses de verano, en el Jardín Zimmermann de la Puerta de Grimme, los miércoles entre las cuatro y las seis de la tarde. Es fácil  imaginar que la cantata nació en este medio.

El tema de la Cantata es el enfrentamiento entre dos generaciones. Se trata de un padre (Schlendrian) que le prohíbe tomar café a su hija (Lieschen), aficionada a la deliciosa bebida (considerada un peligro en aquel tiempo, en Alemania no fue aceptada en el hogar hasta la segunda mitad del siglo XVIII, debido a una mezcla de factores: una afición por la cerveza local, una desconfianza general de las cosas "no-alemanas," y por las calumnias dirigidas específicamente contra el café). La amenaza con toda clase de castigos, que no le comprará más ropa, que no le permitirá salir ni asomarse a la ventana. Ella resiste y canta loas al café:

"¡Ah, el café!, ¡sabe tan dulce!, es más cautivador que mil besos, más suave que el moscatel. Café, café… es lo único que necesito. Si alguno quiere hacerme feliz que me ofrezca un café".

Finalmente, el padre le dice que no dejará que se case. Eso sí que es demasiado y ella promete dejar el café, pero si el padre le busca novio de inmediato. Mientras tanto, ella corre la voz que solo aceptará al novio que le permita tomar todo el café que quiera.

Se puede ver una crítica hacia el autoritarismo paterno y una visión un poco más moderna y abierta del papel de la mujer, algo que empezaba a dar sus primeros pasos en algunos lugares de la Europa del siglo XVIII.


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