En esta campaña se ha repe-tido, casi hasta el cansancio,
que la clase media venezolana sabe que le conviene eso que llaman el
continuismo, aunque más bien va rumbo a la eternización. Uno, que ya conoce al
personaje, sabe por donde viene el mensaje: “ustedes saben que en medio de este
festival desordenado de petrodólares pueden seguir sacando provecho. Tendrán
sus dólares seguros para viajar, sus cinco mil anuales en la cuenta de afuera y
además la posibilidad de acceder al negocio más rentable del planeta tierra
capitalista con los bonos petroleros, amén de cuanta turbulencia corrupta
puedan conseguir con sus habilidades, contactos e ingenio.
Aunque todas estas cosas van en contra del progreso
económico del país, ustedes saben que pueden sacar provecho de ello. Saben
también que si su candidato gana tendrá necesariamente que poner orden en este
desastre, lo cual significará para ustedes que perderán beneficios”. Eso es lo
que está detrás del titular, cuando se afirma que a los empresarios también les
conviene que el saliente vuelva a ser entrante.
Efectivamente mucha gente saca provecho de lo que sucede (y
en ello si que no funciona la lista Tascón). La famosa frase de: “mi corazón es
escuálido, pero mi bolsillo chavista”, se volvió moda. Como negocio capitalista
este gobierno es excelente, creo que en nuestra historia no se ha visto nada
mejor para el enriquecimiento fácil y sin esfuerzo y esto ya es mucho decir.
Pero la diferencia entre un país de verdad y uno de caricatura es cuando los
ciudadanos saben distinguir exactamente entre lo que les conviene a ellos y lo
que le conviene a su nación y muchas veces son capaces de poner lo segundo por
encima de lo primero. Un empresario inglés, por citar la cuna del capitalismo
más brutal, nunca podría entender que su progreso pasa por la destrucción de su
economía, porque él no puede progresar si su país no lo hace.
La palabra “idiota” tiene una etimología curiosa, aunque su
común utilización actual como insulto la olvide. Viene de la voz griega
“idiótes”. En la raíz de la palabra tenemos “ídios”, que para lo griegos era lo
privado, lo personal. Para no ir más lejos, “idioma” es el lenguaje privado de
una comunidad; “idiosincracia” el temperamento particular. Los griegos pensaban
que no había cosa más deshonrosa para un ciudadano que ocuparse de sus asuntos
privados y colocarlos por encima de los públicos. Les parecía tan despreciable
esta actitud egoísta, que usaban el término “idiota”, para referirse a las
personas que incurrían en ella.
Por mucho que este gobierno nos beneficie en lo privado, no
le conviene a nuestra patria. Cuando se nos advierte que este gobierno nos
conviene, no se nos miente, quizá es una de las pocas verdades que se han dicho
en los últimos tiempos. Sin embargo, el gran debate de este momento no son
nuestros asuntos privados, sino el destino nacional. La gran pregunta que los
antiguos griegos nos harían, desde el fondo de la historia, es si el próximo
7-O vamos a comportarnos como ciudadanos o como unos auténticos idiotas.
Laureano
Márquez
Fuente: http://www.talcualdigital.com/Nota/visor.aspx?id=74905
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