“el caricaturista es lo único serio en materia de psicología plástica… No necesita humor e incluso puede hacer su trabajo disgustado… Cuando en su obra no hay risa, él es más verdadero, abnegado, humano y filósofo”.
Andrés Eloy Blanco
Hace pocas semanas la caricaturista Rayma Suprani, quien durante 19 años trabajo en el diario El Universal fue despedida por los nuevos propietarios del periódico por incluir en sus trabajos, temas políticos incómodos para el gobierno de Nicolás Maduro, la excusa perfecta fue la caricatura publicada el miércoles 17 de septiembre, en la cual se ilustra la situación del sector salud en Venezuela, empleando la firma del fallecido expresidente Hugo Chávez, dicha caricatura, según la opinión de la nueva directiva del periódico fue ofensiva para un sector de la población venezolana.
En la imagen dibujada por Rayma se ven dos electrocardiogramas, uno con la palabra salud y una línea con picos altos y bajos, y otra debajo que dice salud de Venezuela que comienza con la firma de Hugo Chávez y sigue con una línea plana.
No ha sido esta la primera vez y no será la última (como hemos podido ver en días recientes con el caricaturista EDO), que dibujos y dibujantes son condenados, satanizados, intimados y perseguidos. Goya, por ejemplo, fue blanco de objeciones y censuras; o Arcimboldo, cuando sus pinceles se atrevieron a pintar lo que los puristas consideraron formas grotescas o exageradas de expresar la realidad.
En Venezuela, la caricatura política ha provocado la ira de gobiernos y grupos intolerantes, ideológicamente próximos al fascismo, que no han vacilado en recurrir a la violencia para acallar a esos comunicadores que, con sus trazos, mucho saben expresar. Al respecto es pertinente recordar la paliza propinada a Leoncio Martínez, “Leo”, en 1937 por un grupo de jovenzuelos recalcitrantes fanáticos que equivocadamente decían actuar en nombre de la fe cristiana.
Los caricaturistas no necesitan palabras para contagiar sus reparos a un determinado personaje o acto público. Pero lo que ocurrió en tiempos de María Castañas, hoy sucede de nuevo. Aquí y ahora. Con Rayma Suprani, refinada dibujante que, con encomiable economía verbal y seguras líneas, compone ácidas, hermosas e irónicas viñetas que retratan nuestra realidad de un modo tan certero que reafirman la convicción (no por lugar común, inválida) de que una imagen vale más que mil palabras y que la más compleja de las ideas puede entrar fácilmente por los ojos.
Rayma
Suprani Comunicadora
social, Periodista, Caricaturista y Artista venezolana nacida
el
22 de abril de 1969 en Caracas. A los 20 años de edad ingresó a la
escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de
Venezuela. Trabajó en los diarios Economía Hoy y en el antiguo
Diario de Caracas y
durante 19 años en El Universal.
Los
trazos de Suprani han sido reconocidos en diferentes ocasiones y por
diversas organizaciones, colocando su trabajo en las alturas de la
caricatura venezolana. En el 2005, obtuvo el premio a la mejor
caricaturista de la Sociedad de Prensa Interamericana. En
los últimos años ha desarrollado su
vocación artística, en el 2012
realiza su primera exposición individual de su obra pictórica, no
caricaturas, titulada “Frente al Espejo” en la Galería D’Museo
del Centro de Arte de los Galpones en Caracas. Durante el 2014 ha participado en el
proyecto “Los 4 fantásticos”, en
la
Exposición
“El
Perfume” en La Aliansa Francesa, en
la
Exposición
“Rayma y
Boligán” en
el Centro Cultural Chacao, en
la película
"Fantassins de la Démocratie" de Stéphanie Valloatt,
presentada
en el Festival de Canes, formó parte
de la exposición “Manifiesto Pais".
Rayma Suprani es una Comunicadora
social volcada a la opinión a través de la caricatura. Se vale de
un humor tan mordaz como inteligente, para retratar a diario un país
en el cual todos de alguna manera nos vemos reflejados.
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