A quien mal obra, mal le va en la vida, a lo mejor no lo entiendas en el momento y se dejes engañar por el aparente éxito de tus venganzas y tropelías, pero el tiempo de Dios, que no es el tiempo de los hombres, es perfecto y el bien, siempre vence al mal, es la ley de la vida que no cambia, ni cambiara.
Cada vez que uno de nosotros hace el bien, nos sentimos reconfortados, alegres, fuertes, sanos con vida y como impulsados a la prosperidad.
El rostro de una persona de bien, siempre es agradable, es natural, esta lleno de luz y de un algo muy especial que solo da la bondad y el bien.
Sin embargo, cuando alguien hace daño a las personas, cuando existe odio en ellos, cuando sus deseos hacia los demás son obscuros, las personas se transforman, se cambian a si mismos. Su rostro se vuelve mustio, y aunque pongan caras de buena gente, les falta ángel, les sobra sombra y destilan maldad, coraje, odio y venganza.
Sin lugar a dudas que las personas que viven buscando hacer el mal a los demás, se van cambiando a si mismas en todos los sentidos, ya que sus rostros se tornan poco agradables, aun cuando rían a carcajadas, su sonido denota dolor, odio y rencor.
Cuídate de aquellos que sabiendo el comportamiento que te daña, pretende continuar de enlace entre tú y ellos.
La envidia es el primero de los caminos que nos lleva a ese mal destino; todo aquel que envidie lo que los demás tienen, estará iniciándose en un camino oscuro que al final nada bueno traerá.
Quien se siente ignorado por los demás y por ello busca vengarse de el mundo y de quienes ellos piensan que viven mejor; solo lograran cavar su propia tumba en el panteón de la soledad y del olvido, aun cuando traten de mostrar un rostro y un comportamiento de personas sufridas y amorosas, nunca lograran engañar a quienes ya los conocen; pueden sorprender por algún tiempo a los mas ingenuos, pero al paso del tiempo su engaño desaparece y queda a la vista de todos la verdad de su forma de ser y el porque de su comportamiento.
Quien vive odiando a la gente, solo lograra llenar de amargura su vida, se quedara sola, vivirá triste y en el olvido, aun cuando viva entre mucha gente.
Quien trata de dañar a los demás, solo encontrara tristeza en la vida y en todo lo que haga y a mas de ello vivirá cargando su soledad, su amargura y en medio de una oscuridad que no le permitirá tener un minuto de alegría.
Quien es malo, sufrirá de día y de noche, tendrá remordimientos en esta y en la vida futura y nunca encontrara la paz y la tranquilidad.
Quien es malo, nunca encontrara descanso, siempre se sentirá incomprendido; nunca podrá ser feliz y cargara por siempre con la maldad que a creado y que se le incrusta en el corazón para siempre.
Quien odia a sus semejantes, envidia a sus amigos, vecinos o parientes; solo lograra acumular maldad en su alma y tristeza en su vida.
Quien realiza acciones dañinas en contra de sus semejantes, solo atraerá la mala suerte y vera deteriorada su salud; ya que la maldad se alimenta de malas acciones y deseos, por lo que esta misma maldad va absorbiendo poco a poco la vida y salud de las personas, por ello es que a las brujas siempre las describen con facciones arrugadas, deterioradas y deformes.
Quines viven odiando, con envidia y ganas de venganza, se van consumiendo, su salud va menguando y cada vez se tornan más enfermizos, sombríos y obscuros en su comportamiento
Aunque las personas malas, quieran hacerse pasar por buenas, se sienten las malas vibras que desprenden y el universo que los rodea se contamina de esa oscuridad y malicia, contaminándolo todo y atrayendo la desgracia, la enfermedad, el dolor y el olvido.
Mi mejor consejo, y el cual les pido que transmitan a otros para que a su vez estos los transmitan a quienes los rodean es el siguiente:
No hay que guardar odio en el corazón, no hay que buscar la venganza, tampoco hay que desearle ningún mal a los demás; simplemente, para aquellas personas que no merecen estar a nuestro lado, regalémosles el olvido.
Imaginemos que nunca han existido en nuestras vidas. Demos vuelta a la página de nuestra existencia y en esta nueva etapa, no nos acordemos de ellos. No hay que desearles mal, daño o maldecidlos; tampoco hay que darles malos deseos o vivir pensando en lo que nos hicieron o en la forma en que nos dañaron. Simplemente hay que dejar que desaparezcan de nuestras vidas, olvidándonos de ellos y restándoles cualesquier valor que pudiesen llegar a tener.
Hay que romper con todo lo que existe alrededor de ellos, con quienes los apoyan o en quines los ayudan, ya que de continuar en contacto abierto con ellos, estaremos expuestos a su maldad, a su odio y malos deseos.
Al retirarnos de ello, sus malas vibras y deseos no pueden alcanzarnos, y al no tener malos deseos para ellos, no hay forma en que estos puedan dañarnos o perjudicarnos, ya que viviremos en distintas esferas de poder, que separan por siempre al bien del mal.
Quien es bueno, quien obra bien, aunque viva en una isla solitaria, nunca estará solo, siempre contara con los buenos deseos, con las buenas vibras de la gente, contara con las bendiciones y siempre habrá un ángel que lo cuide y lo ayude a salir adelante.
No vivamos deseando el mal, tampoco con el resentimiento; simplemente, quien no valoro nuestros esfuerzos, tampoco tiene derecho a destruir nuestras vidas.
No hablemos de ellos, ni bien, ni mal; simplemente borrémoslas de nuestro pasado.
Tampoco hay que olvidar la experiencia pasada, porque ello nos llevaría a repetir las amargas experiencias ya vividas.
Debemos de ser más inteligentes que aquellos que nos tratan de ofender y lastimar; debemos ser más previsores; pero aun así hay que vivir la vida y disfrutarla a plenitud.
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