martes, 10 de junio de 2014

SOBRE EL PASAJERO DE TRUMAN



El pasajero de Truman
José Virtuoso*

Considerada como la mejor novela publicada en el país en el año 2008, esta obra de Francisco Suniaga ha cautivado a sus lectores y ha sido merecedora de innumerables elogios.


Su lectura me conmovió. Es una meditación sobre la vida política venezolana desde las preocupaciones que nos estremecen en el presente, valiéndose de un incidente que marcó el dilema de la República en 1945. Fue el momento en que el gobierno y las “oposiciones” vieron en Diógenes Escalante (1877-1964) el hombre de consenso que le permitiría a los herederos renovados del gomecismo seguir jugando en el nuevo tablero y a los líderes y partidos políticos de los nuevos tiempos avanzar hacia la conquista de sus metas.


Todo dependió entonces de aquel hombre prominente: era el candidato ideal. Oriundo del Táchira, heredero de Castro y Gómez, funcionario de Lopez Contreras y Medina, amigo personal del Presidente Truman y gran conocedor del mundo que recién salía de la Segunda Guerra Mundial. Además respetado por Betancourt y Jóvito Villalba. El drama de su candidatura se desarrolló en cuarenta y un días (agosto 7-septiembre 3, 1945). Escalante enfermó y perdió la razón el aciago lunes 3 de septiembre de 1945.


Diógenes Escalante, pese a su enfermedad pudo percibir la tragedia ocurrida en el Hotel Ávila de Caracas, donde funcionaba su comando de campaña. A los cuarenta y ocho días se produjo el golpe militar (octubre 18, 1945), y la secuela de constituciones y gobiernos que nos sucedieron hasta diciembre de 1958.


En El pasajero de Truman todo es reconstruido a partir de una conversación, imaginada por el novelista, que sostienen dos de los testigos de aquel drama, ya ancianos: Román Velandia (el historiador y ex presidente Ramón J. Velásquez) y Humberto Ordoñez (el diplo- mático Hugo Orozco).


El pasajero de Truman es una meditación sobre los avatares de nuestra vida política republicana, en especial sobre la fragilidad de nuestra cultura e institucionalidad republicana. Roberto Lovera de Sola, en sus comentarios sobre esta novela, recoge, un conjunto de juicios que sobre este tópico desgrana Suniaga a lo largo de sus reflexiones. Parafraseamos algunos de ellos.


Venezuela es un país complejo y complicado aunque no lo parezca, que cambia más rápido de lo que se puede percibir; forjado a golpes de hacha y machete. Nuestros autócratas, desde 1830 en adelante, han sido cortados por la misma tijera, no se puede disentir de ellos, ni advertirlos, ni aconsejarlos. Muchos de nuestros gobernantes, como lo advirtió César Zumeta, han sido psicópatas y psicopatógenos. Era el caso de Cipriano Castro (1858-1924): estaba loco y tenía la insólita cualidad de volver locos a los demás.


En nuestro país no hay paz que dure mucho, somos un largo y doloroso enredo. Somos una nación en la cual no hay que confundir influencia con poder. Confundir ambas categorías es una falta grave en política porque, en este negocio, el poder es la divisa verdadera. Entre nosotros ha sido práctica, desde la Independencia, que los caudillos se peleen por el poder sin pensar en las consecuencias que su pleito tendrá para las instituciones y para los ciudadanos, concepto este que, dicho sea de paso, les cuesta asimilar; prefieren hablar de pueblo. Eso de que Venezuela entró al siglo XX en 1935, a la muerte de Gómez, es verdad, pero lo que nunca nadie ha dicho es que ese pasaje tiene retorno y que, en medio de nuestros desencuentros, puede cualquiera hacernos retroceder al siglo XIX.


Cuando se pierde el orden y la anarquía destruye las sociedades, se cae en cuenta de que el orden hay que cuidarlo a diario porque es muy difícil restablecerlo una vez que desaparece. En el fondo Venezuela nunca ha cambiado ni cambiará. Se hizo de prisa, se independizó de prisa y ahora hay quienes tienen prisa por sacarla del atraso. Pero el precio de la prisa histórica ha sido demasiado alto. La política ha sido para nosotros una paradoja... tratamos de enmendar un entuerto y creamos otro. La política en Venezuela es la resultante de una mala praxis continuada de la viveza criolla.



Artículo escrito por S.J. José Virtuoso, publicado en la revista SIC del Centro Gumilla.
Junio del 2009/ Revista SIC 715 pag. 227 Ventana Cultural

Fuente: Biblioteca Digital Revista SIC



* Francisco José Virtuoso Arrieta nació en Caracas el 16 de septiembre de 1959. Es religioso de la Compañía de Jesús desde 1977 y se ordenó como sacerdote en 1990. Se licenció en Ciencias Políticas en 1986, en la Universidad Rafael Urdaneta (Maracaibo-Venezuela). En 2003 culminó un doctorado en Historia en la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas-Venezuela). José Virtuoso s.j., se desempeñó como director del Centro Gumilla y del Centro de Investigación y de Acción Social de los Jesuitas en Venezuela, actualmente ejerce el cargo de Rector de la Universidad Católica Andrés Bello.

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