CRUCIFIXIÓN
La luna pudo detenerse al fin [por] la curva blanquísima de
los caballos.
Un rayo de luz violeta que se escapaba de la herida
proyectó en el cielo el instante de la circuncisión de un
niño muerto.
La sangre bajaba por el monte y los ángeles la buscaban,
pero los cálices eran de viento y al fin llenaba los
zapatos.
Cojos perros fumaban sus pipas y un olor de cuero caliente
ponía grises los labios redondos de los que vomitaban en las
esquinas.
Y llegaban largos alaridos por el Sur de la noche seca.
Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los
caballos.
Un sastre especialista en púrpura
había encerrado a las tres santas mujeres
y les enseñaba una calavera [por] los vidrios de la ventana.
Las tres en el arrabal rodeaban a un camello blanco
que lloraba porque al alba
tenía que pasar sin remedio por el ojo de una aguja.
¡Oh Cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!
¡Oh espina clavada en el hueso hasta que se oxiden los
planetas!
Como nadie volvía la cabeza, el cielo pudo desnudarse.
Entonces se oyó la gran voz y los fariseos dijeron:
Esa maldita vaca tiene las tetas llenas de leche.
La muchedumbre cerraba las puertas
y la lluvia bajaba por las calles decidida a mojar el
co[razón]
mientras la tarde se puso turbia de latidos y leñadores
y la oscura ciudad agonizaba bajo el marttllo de los
carpinteros.
Esa maldita vaca
tiene las tetas llenas de perdigones,
dijeron los fariseos.
Pero la sangre mojó sus pies y los espíritus inmundos
estrellaban ampollas de laguna sobre las paredes del templo.
Se supo el momento preciso de la salvacion de nuestra vida
porque la luna lavó con agua
las quemaduras de los caballos
y no la niña viva que callaron en la arena.
[Entonces salieron los fríos cantando sus canciones
y las ranas encendieron sus lumbres en la doble orilla del
río.]
Esa maldita vaca, maldita, maldita, maldita
no nos dejará dormir, dijeron los fariseos,
y se alejaron a sus casas por el tumulto de la calle
dando empujones a los borrachos y escupiendo sal de los
sacrificios
mientras la sangre los seguía con un balido de cordero.
Fue entonces
y la tierra despertó arrojando temblorosos ríos de polilla.
Nueva York, 18 de octubre de 1929
Federico
García Lorca
POETA EN NUEVA YORK (1929-1930)
Al igual que las personas, a veces los poemas tienen extraños
destinos. Este poema que Lorca consideraba fundamental para su "Poeta en
Nueva York", no fue incluido en las ediciones del libro por una serie de
extravíos y de desencuentros. Hasta 1950 no vió la luz en una revista de
poesía. Ya en 2007 su manuscrito original fue subastado en Londres.
Lorca lo consideraba imprescindible en el libro. En una
carta de Lorca a Miguel Benítez, su editor:
"Queridísimo
Miguel. Estoy poniendo a máquina mi libro de Nueva York para darlo a la prensa
el próximo mes de octubre; te ruego encarecidamente me mandes a vuelta de
correo el poema Crucifixión puesto que tú eres el único que lo tienes y yo me
quedé sin copia. Desde luego irá en el libro dedicado a ti. Por primera vez en
mi vida dicto una carta que está escrita por mi secretario. Miguel, ten la
bondad de ser bueno y mandarme ese poema, porque es de los mejores que llevará
el libro".
Como bien escribieron unos periodistas en su crónica:
El día en que Federico García Lorca emborronó un papel con
los versos de Crucifixión, supo que le habían alumbrado todas las musas. Fue en
Nueva York, abrumado por las "vacas con tetas llenas de perdigones" y
por "temblorosos ríos de polilla"(La Crucifixión según Lorca.
R.Torres-Ruiz Mantilla. El Pais 27-11-07)
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