jueves, 21 de abril de 2016

ENTONCES...

 
 

FINJAMOS QUE SOY FELIZ



  
 

Finjamos que soy feliz,
triste pensamiento, un rato;
quizá podréis persuadirme,
aunque yo sé lo contrario,

que pues sólo en la aprehensión
dicen que estriban los daños,
si os imagináis dichoso
no seréis tan desdichado.

Sírvame el entendimiento
alguna vez de descanso, 
y no siempre esté el ingenio
con el provecho encontrado.

Todo el mundo es opiniones
de pareceres tan varios,
que lo que el uno que es negro
el otro prueba que es blanco.

A unos sirve de atractivo
lo que otro concibe enfado;
y lo que éste por alivio,
aquél tiene por trabajo.

El que está triste, censura
al alegre de liviano;
y el que esta alegre se burla
de ver al triste penando.

Los dos filósofos griegos
bien esta verdad probaron:
pues lo que en el uno risa,
causaba en el otro llanto.

Célebre su oposición
ha sido por siglos tantos,
sin que cuál acertó, esté 
hasta agora averiguado.

Antes, en sus dos banderas
el mundo todo alistado,
conforme el humor le dicta,
sigue cada cual el bando.

Uno dice que de risa
sólo es digno el mundo vario;
y otro, que sus infortunios
son sólo para llorados.

Para todo se halla prueba
y razón en qué fundarlo;
y no hay razón para nada,
de haber razón para tanto.

Todos son iguales jueces;
y siendo iguales y varios,
no hay quien pueda decidir
cuál es lo más acertado.

Pues, si no hay quien lo sentencie,
¿por qué pensáis, vos, errado,
que os cometió Dios a vos
la decisión de los casos?

O ¿por qué, contra vos mismo,
severamente inhumano,
entre lo amargo y lo dulce,
queréis elegir lo amargo?

Si es mío mi entendimiento,
¿por qué siempre he de encontrarlo
tan torpe para el alivio,
tan agudo para el daño?

El discurso es un acero
que sirve para ambos cabos:
de dar muerte, por la punta,
por el pomo, de resguardo.

Si vos, sabiendo el peligro
queréis por la punta usarlo,
¿qué culpa tiene el acero
del mal uso de la mano?

No es saber, saber hacer
discursos sutiles, vanos;
que el saber consiste sólo
en elegir lo más sano.

Especular las desdichas
y examinar los presagios,
sólo sirve de que el mal
crezca con anticiparlo.

En los trabajos futuros,
la atención, sutilizando,
más formidable que el riesgo
suele fingir el amago.

Qué feliz es la ignorancia
del que, indoctamente sabio,
halla de lo que padece,
en lo que ignora, sagrado!

No siempre suben seguros
vuelos del ingenio osados,
que buscan trono en el fuego
y hallan sepulcro en el llanto.

También es vicio el saber,
que si no se va atajando,
cuando menos se conoce
es más nocivo el estrago;

y si el vuelo no le abaten,
en sutilezas cebado,
por cuidar de lo curioso
olvida lo necesario.

Si culta mano no impide
crecer al árbol copado,
quita la sustancia al fruto
la locura de los ramos.

Si andar a nave ligera
no estorba lastre pesado,
sirve el vuelo de que sea
el precipicio más alto.

En amenidad inútil,
¿qué importa al florido campo,
si no halla fruto el otoño,
que ostente flores el mayo?

¿De qué sirve al ingenio
el producir muchos partos,
si a la multitud se sigue
el malogro de abortarlos?

Y a esta desdicha por fuerza
ha de seguirse el fracaso
de quedar el que produce,
si no muerto, lastimado.

El ingenio es como el fuego,
que, con la materia ingrato,
tanto la consume más
cuando él se ostenta más claro.

Es de su propio Señor
tan rebelado vasallo,
que convierte en sus ofensas
las armas de su resguardo.

Este pésimo ejercicio,
este duro afán pesado,
a los ojos de los hombres
dio Dios para ejercitarlos.

¿Qué loca ambición nos lleva
de nosotros olvidados?
Si es para vivir tan poco,
¿de qué sirve saber tanto?

¡Oh, si como hay de saber,
hubiera algún seminario
o escuela donde a ignorar
se enseñaran los trabajos!

¡Qué felizmente viviera
el que, flojamente cauto,
burlara las amenazas
del influjo de los astros!

Aprendamos a ignorar,
pensamiento, pues hallamos
que cuanto añado al discurso,
tanto le usurpo a los años.

 
Sor Juana Inés de la Cruz





ACÉPTALO




ENHORABUENA





miércoles, 20 de abril de 2016

QUE DIFÍCIL ME RESULTA..




PRAY FOR VENEZUELA



EL PESIMISMO




NO EXISTE...






LIBERTAD O SUMISION






Los seres humanos somos los únicos que elegimos de acuerdo con nuestra idiosincrasia, a diferencia de los animales, que responden a la programación de sus instintos, (aunque en ocasiones algunos se comporten como un animal más).

Elegir es lo que hacemos siempre, aún en los casos extremos, donde parezca muy limitada la posibilidad de hacerlo. Elegir nos hace libres. Aun estando en prisionero se puede elegir cómo vivir en esa circunstancia. La posibilidad de optar nos hace especiales, y de esta condición nace la moral.

Las elecciones tienen consecuencias y somos responsables de las nuestras. Cuando elegimos actuar frente a una agresión, una injusticia, lo hacemos de acuerdo con las pautas que nos rigen, con nuestra moral. Según lo hagamos, queda manifiesta nuestra calidad humana: podemos huir o enfrentar, rechazar o aceptar, construir o destruir. Aún no actuar, es, obviamente, una elección…

Nuestra vida es la oportunidad que se nos da para desarrollar y ejercer esa cualidad a la que a veces no le damos la importancia que merece. En cualquier circunstancia que el destino o el azar nos hayan impuesto, siempre está en nuestras manos cómo respondemos frente a ello, y es ahí donde se encuentra el verdadero alcance de nuestro libre albedrío.

Si nos encontramos en difíciles circunstancias y nuestra razón nos dice que este entorno de nuestra vida no es lo que deseamos, nos queda siempre en nuestras manos el poder de tomar distintas decisiones para cambiar nuestra realidad.

Si por esas cuestiones que no manejamos nos faltan los brazos al nacer o los perdemos en un accidente, podemos optar entre que nos alimente para siempre otra persona o aprender a hacerlo con nuestros propios pies (afortunadamente sobran ejemplos de esta espectacular capacidad de adaptación y coraje).

Podemos optar por convertirnos en uno de los obedientes y sumisos soldados de la revolución, podemos elegir emigrar a un país lejano, podemos optar por abandonar lo poco que tenemos y arriesgarnos a subir a un barco que ni alcanzamos a entender hacia dónde nos puede llevar, o podemos en cambio sentarnos a esperar que todo cambie.

Son muchas las elecciones que podemos hacer (y de hecho las hacemos cotidianamente) y será cada una de ellas las que imperceptible o bruscamente vayan trazando el camino que seguiremos.

El libre albedrío y la capacidad de razonamiento son aptitudes invalorables que nos diferencian de los animales en la medida en que nos dan el poder de dejar de ser pasivos y convertirnos, en cambio, en protagonistas de lo que a veces mal llamamos Destino (como si fuera éste totalmente generado por el azar y las circunstancias que determinaron nuestro nacimiento en un lugar y tiempo dado).

Sin duda no podremos cambiar todo lo que nos condiciona, pero sí lo que depende de nuestras múltiples elecciones.

En definitiva: no podemos modificar el dónde, el cuándo y el cómo nacemos, eso corresponde a un orden que está fuera de nuestro alcance y no comprendemos, pero sí está en nuestras manos decidir cómo respondemos a esas circunstancias y en ello está nuestra calidad y forma de ser que nos identifica y distingue.

Llevando este concepto a la actualidad y pensando en la situación que vivimos en Venezuela, quizás sea atinado decir que podemos optar entre lamentarnos cuestionando las injusticias y corrupción de las sociedades en que vivimos, aislándonos en un mar de inacción que nada positivo aporta, o, en cambio, podemos elegir construir con cada una de nuestras pequeñas y grandes acciones, el camino práctico y moral que nos acerque a esa soñada libertad.

Al final es tu elección....
@gantillano

lunes, 18 de abril de 2016

NADA VOLVERÁ A SER COMO ANTES,...




TRABAJAR POR PLACER







“Cuando trabajas, eres como una flauta a través de cuyo corazón el susurro de las horas se convierte en música…
¿Y qué es trabajar con amor? Es tejer una tela con hilos sacados de tu corazón, como si tu amado fuese a vestirse con esa tela…”


KHALIL GIBRAN, El profeta


Podemos elegir muchos caminos en esta vida, cada decisión nos lleva a algún lugar en concreto, unos más acertados y otros menos, y aunque de todas las situaciones podemos aprender si queremos, nos va mejor si escuchamos nuestro corazón antes de decidir. La vida es mucho más emocionante si escuchamos a nuestro Ser interior y seguimos ese deseo interno que subyace desde nuestra más tierna infancia. Esa ilusión por ser músico, o artista, o misionero, o cualquier actividad “del corazón” que por circunstancias de la vida no se ha llegado a materializar nunca. Todos tenemos un propósito principal en esta vida que envuelve el mayor aprendizaje en un entorno feliz. Es el llamado “DHARMA”. Este propósito viene acompañado de talentos especiales para poder desarrollarlo en el mejor servicio de los demás. Cuando aplicamos el talento unido con el servicio, experimentamos un éxtasis especial, un gozo difícil de describir, porque nace del espíritu, de lo más profundo de nuestro ser. Es la bendición de Trabajar por placer. Por eso debemos dejar a un lado los paradigmas que siempre nos han enseñado y con juicio cabal redirigir nuestras vidas hacia la felicidad de la realización de los sueños infantiles antes de que lleguemos a viejo y pensemos que he desperdiciado mi vida.

Trabajar por placer es en mi opinión uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos la mayoría de personas y a la vez es el principal deseo que aparcamos a un lado en la vida. Aceptamos “la realidad” y sucumbimos a trabajar por pura necesidad.

No es fácil llegar al punto en el que trabajar por placer y no por obligación, es nuestra realidad, pero he aquí algunos puntos que te invito a considerar:
Sabemos que tenemos múltiples cuerpos que tienen una cierta correlación entre sí. Está el cuerpo físico, el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo espiritual…

Todos estos tienen distintos nombres según las culturas y las religiones, pero que están ahí.
Existe una relación directa entre la actividad de estos cuerpos y la realidad que nos rodea, cada cual la afecta a su manera y según la energía que tenga en un presente dado. Así, el cuerpo emocional, es un ente con una gran capacidad de alterar las energías creadoras para que las circunstancias presentes y por tanto futuras, cambien.

El pensamiento consciente y los objetivos mentales del cuerpo mental tienen poca influencia sobre el cuerpo emocional, que sigue sus propias leyes. El cuerpo mental, con el conjunto de nuestros deseos y sueños, puede dirigir el comportamiento hacia el exterior, pero no suprimir las estructuras emocionales inconscientes.

Así, por ejemplo, una persona puede aspirar conscientemente al amor, el éxito, la buena salud, e inconscientemente, con su cuerpo emocional, estar creando lo contrario debido a la sutil línea que existe entre el deseo de algo y el sentimiento de su falta.

Cuando una persona desea algo no puede evitar ser consciente de que no lo tiene y sentir en todos sus cuerpos esa carencia, muchas veces con dolor. Al sentirlo, es lo que proyecta con su cuerpo emocional y ya hemos dicho que este tiene una gran capacidad de crear. El cuerpo emocional crea más de aquello que te hace sufrir y el círculo vicioso se cierra.

Generalmente, cuando estamos en este círculo (porque todos estamos de alguna manera, sea en la salud, en las relaciones, en el trabajo, en la economía…) no somos para nada conscientes de esta relación y nosotros mismos no podemos verlo. Es más nos enfadamos cuando alguien nos dice que es responsabilidad nuestra y no que es algo causado por un agente exterior como, “yo siempre he argumentado”.

Si tenemos la suficiente humildad para poder reconocer nuestra responsabilidad en todo el presente que nos rodea, podemos darle la vuelta a la situación, poco a poco, con esfuerzo y la asistencia de un terapeuta profesional.
Para poder darle la vuelta a esta natural y humana forma de ser de la que todos somos copartícipes, todos los maestros, desde el principio de la era humana, nos han enseñado lo mismo, que vivamos en gratitud con el presente actual, en armonía con todos y con Dios/ Todo lo que es. Una gratitud sincera que mana del corazón sabiendo que de todas las circunstancias en la vida se puede aprender.

Así mismo, que imaginemos nuestros sueños con la felicidad de un niño, sin apego al resultado y que vivamos el hoy.

Estamos en la escuela de la vida y vamos aprendiendo a ser felices.

La mayor felicidad no se obtiene por la consecución de los sueños sino por la dedicación a aquello por lo que nos hemos encarnado en servicio a los demás. Generalmente nuestros sueños profundos tienen que ver con este “Dharma” este propósito de la vida. Los sueños más pequeños o más materiales, están bien y son parte de las “posadas/hospedajes” del camino, de la diversión, el entretenimiento, la comodidad, pero la verdadera pregunta que te invito a plantearte hoy es: ¿por qué he decidido encarnarme? (o ¿por qué Dios me envió a la tierra? si lo anterior te suena raro).

Esta es la gran pregunta que nos conduce a la verdadera felicidad.

Hay una forma bastante sencilla de saber cuál es el propósito de mi vida y es haciéndonos esta pregunta:

Si yo tuviese todo el dinero necesario, todo el tiempo necesario, toda la salud necesaria, ¿qué estaría haciendo?

Se trata de ponerte en situación mental, pensando que tienes todo eso de verdad y preguntarte de corazón en qué estarías ocupado.

Una vez contestada esta primera pregunta la segunda es: ¿Cómo puedo servir a la humanidad con este deseo profundo?

Al dedicar nuestra vida a aquello que amo en servicio a los demás, viviré más feliz y también se reorganizan los distintos cuerpos para armonizar hacia los dictados de la mente consciente en lugar de los caprichos de la mente inconsciente y los poderosos engramas o programas neuro-emocionales que nos encauzan a repetir una y otra vez los mismos errores, aunque esto es otro tema.



Fuente: http://www.jaimesegarra.com/trabajar-por-placer/#sthash.D0CoYWy3.dpuf