sábado, 29 de septiembre de 2018

ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL





Oración a San Miguel

Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas, guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes espíritus infernales, humildemente te rogamos, te digne librar de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu incomparable protección adelantemos cada vez más en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que, defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas, cuando salgamos de este mundo seamos presentados por ti, libres de toda culpa, ante la Divina Majestad. 

Amén 





EL ARCÁNGEL MIGUEL




Hoy 29 de septiembre se celebra y venera al Arcángel Miguel, el Arcángel del Rayo Azul, llamado también San Miguel Arcángel por los católicos. Según la Historia religiosa San Miguel es uno de los siete arcángeles. La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los arcángeles y le llama “Príncipe de la Milicia Celestial”.

Miguel quiere decir: ¿Quién como Dios?. Es decir: ¿quién es tan grande, tan amable y justo como Dios?. Conociendo el significado de su nombre tal vez nos preguntemos: ¿quién es San Miguel?, ¿de qué o de quién nos protege?, ¿cuál es su misión?

Ya desde el Antiguo Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios y su poderosa defensa continúa en el Nuevo Testamento. Es representado como el ángel guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su pie sobre el enemigo infernal, amenazándole con su espada o traspasándolo con su lanza. Suele representárselo con una balanza, pues es defensor de la justicia y su fiesta es la más antigua de las instituidas en honor de los ángeles, la única que se celebraba en los primeros tiempos.

La cristiandad, desde la Iglesia primitiva, lo venera como quien derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del cielo. Es reconocido como guardián de los ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los cristianos contra los poderes diabólicos. Es conocido como el ángel de la plegaria y de la adoración y, finalmente, presentador de las almas de los difuntos a la luz del Paraíso, “la luz santa prometida a Abraham y a su descendencia”. En la liturgia, la Iglesia nos enseña que este arcángel está puesto a custodiar el paraíso y llevar a él a aquéllos que podrán ser recibidos allí. A la hora de la muerte, se libra una gran batalla, ya que el demonio tiene muy poco tiempo para hacernos caer en tentación, o desesperación, o en falta de reconciliación con Dios. En este momento, San Miguel, está al lado del moribundo defendiéndolo.

San Miguel es nuestro protector y para cumplir la misión de protector es necesaria, además de del poder, otra cualidad: la bondad. Su bondad, es tan grande como su poder. Bajo sus órdenes, todos los ángeles trabajan por la protección de los hombres. Ahora cabría preguntarnos: ¿nosotros nos empeñamos tanto como ellos en nuestra propia salvación?

Por otro lado, San Miguel es nuestro modelo. Modelo de recogimiento y de unión con Dios. Es modelo de inocencia y de pureza, no tiene sino pensamientos y deseos santos, modelo de humildad, confiesa que Dios lo es todo y que toda persona debe quitar de sí el orgullo, la ambición y la vanidad. Es también modelo de celo. Sólo aspira a hacer amar a Dios y a Jesucristo, su hijo. San Miguel es modelo de dulzura

El procede en todas sus acciones con perfecta calma y nos muestra claramente que la modestia, la dulzura y la paciencia son las mejores armas contra nuestros enemigos