miércoles, 13 de octubre de 2021

SOBERBIA, ORGULLO Y VANIDAD

 

 

La soberbia consiste en concederse más méritos de los que uno tiene. Es la trampa del amor propio: estimarse muy por encima de lo que uno vale. Es falta de humildad y por tanto, de lucidez. La soberbia es la pasión desenfrenada sobre sí mismo. Apetito desordenado de la propia persona que descansa sobre la hipertrofia de la propia excelencia. Es fuente y origen de muchos males de la conducta y es ante todo una actitud que consiste en adorarse a sí mismo: sus notas más características son prepotencia, presunción, jactancia, vanagloria, situarse por encima de todos lo que le rodean. La inteligencia hace un juicio deformado de sí en positivo, que arrastra a sentirse el centro de todo, un entusiasmo que es idolatría personal.

Hay dos tipos de soberbia; una que es vivida como pasión, que comporta un afecto excesivo, vehemente, ardoroso, que llega a ser tan intenso que nubla la razón, pudiendo incluso anularla e impedir que los hechos personales se vean con una mínima objetividad. La otra es percibida como sentimiento cursa de forma mas suave y esa fuerza se acompasa y la cabeza aún es capaz de aplicar la pupila que capte la realidad de lo que uno es, aunque sólo sea en momentos estelares. Entre una y otra deambula la soberbia, transita, circula, se mueve y según los momentos y circunstancias hay más de la una o de la otra.

La soberbia es más intelectual y emerge en alguien que realmente tiene una cierta superioridad en algún plano destacado de la vida. Se trata de un ser humano que ha destacado en alguna faceta y sobre una cierta base. El balance propio saca las cosas de quicio y pide y exige un reconocimiento público de sus logros. Para un psiquiatra, estamos ante lo que se llama una deformación de la percepción de la realidad de uno mismo por exceso.

Ante la soberbia dejamos de ver nuestros propios defectos, quedando éstos diluidos en nuestra imagen de personas superiores que no son capaces de ver nada a su altura, todo les queda pequeño.

 Hay una gradación entre las tres estirpes, soberbia-orgullo-vanidad, que van de más a menos intensidad, tanto en la forma como en el contenido. Entre la soberbia y el orgullo hay matices diferenciales, aunque el ritornello que se repite como denominador común puede quedar resumido así: apetito desordenado de la propia valía y superioridad. Es una tendencia a demostrar la superioridad, la categoría y la preeminencia que uno cree que tiene frente a los de su entorno. En general estos dos conceptos se manejan como términos sinónimos, aunque se pueden espigar algunas diferencias interesantes.

La soberbia es más cerebral, se da en alguien que objetivamente tiene una cierta superioridad, que realmente sobresale en alguna faceta de su vida. Facetas concretas de su andadura tienen un relieve que las realzaba sobre los demás. Hay una evidencia por la que puede ser tentado por la soberbia, no necesitando del halago de los otros y haciendo él mismo su propio y permanente elogio de forma clara y difusa, rotunda y desdibujada, a tiempo y a destiempo, con ocasión y sin ella. Sus manifestaciones son más internas y privadas, aunque pueden ser observadas por una atmósfera grandiosa que él crea sobre su persona y además, a través de sus máscaras; hay arrogancia, altanería, tono despectivo hacia los demás, que se mezclan con desprecio, desconsideración, frialdad en el trato, distancia gélida, impertinencia e incluso, tendencia a humillar. Otras veces, esas máscaras son de una insolencia cínica, mordaz, con un ritintín de magnificencia que provoca en el interlocutor un rechazo frontal. En los casos algo más leves, baja la hoguera del engreimiento y entonces la relación personal se hace más soportable.

El orgullo es más emocional. Es una alta opinión de uno mismo mediante la cual la persona se presenta con una superioridad y un aire de grandeza extraordinario. Puede ser lícito y hasta respetable. Decía Luis Vives que «es un amor a uno mismo por méritos propios». Puede ponerse de manifiesto en circunstancias positivas, en donde el lenguaje coloquial se mezcla con hechos e intenciones. En esos casos dimana de causas nobles y puede ser hasta justo. El orgullo de ser un buen cirujano, un buen padre, un excelente poeta, ser de una región concreta de un país… Todo esto está dentro de unos límites normales. Puede encuadrarse en el reconocimiento a una labor bien hecha.

La palabra vanidad procede del latín vanitas,-tatis, que significa falto de sustancia, hueco, sin solidez. Se dice, también, de algunos frutos cuyo interior está vacío, en donde sólo hay apariencia. Mientras la soberbia es concéntrica, la vanidad es excéntrica. La primera tiene su centro de gravedad dentro, en los territorios más profundos de la arqueología íntima. La segunda es más periférica, se instala en los aledaños de la ciudadela exterior. La soberbia es subterránea. La vanidad está en la pleamar del comportamiento. En la soberbia uno tiene una enfermedad en el modo de estimarse uno a sí mismo, en una pasión que tiene sus raíces en los sótanos de la personalidad en donde brota el error por exceso de autonivel. En la vanidad la estimación exagerada procede de fuera y se acrecienta del elogio, la adulación, el halago, la coba más o menos afectada y obsequiosa que lleva a dilatar alguna faceta externa y que de verdad tiene un fondo falso, porque no contempla más que un segmento de la conducta.

En la soberbia y en la vanidad hay una sublevación del amor propio que pide un reconocimiento general. La primera es mas grave, porque a ella se suele añadir la dificultad para descubrir los defectos personales en su justa medida y apreciar las cosas positivas que hay en los demás, al permanecer encerrado en su geografía ampulosa.

Se pueden distinguir dos modalidades clínicas de la soberbia, entre las cuales cabe un espectro intermedio de formas soberbias. Una es la soberbia manifiesta que es notarial y que se la registra a borbotones, con una claridad absoluta, lo cual suele ser poco frecuente. Hay petulancia y presunción. La otra es la soberbia enmascarada, que es la más habitual y que se camufla a soto voce por los entresijos de la forma de ser y que es más propia de las personas inteligentes y teniendo un sentido amplio y desparramado que asoma, se esconde, salta y bulle y revolotea por su mundo personal. ¿Cuáles son estos síntomas? Voy a resumirlos esquemáticamente: 

 1.- Aire de suficiencia que refleja un bastarse a sí mismo y no necesitar de nadie. Engreimiento que esculpe y hace hierático el gesto y lleva al hábito altanero.

2.- La borrachera de sí mismo tiene su génesis de una zona profunda e íntima donde se elabora esa superioridad. Las manifestaciones más relevantes son: susceptibilidad casi enfermiza para cualquier crítica con un cierto fundamento; gran dificultad para pasar desapercibido; tendencia a hablar siempre de sí mismo, si éste no es el tema central de conversación, enseguida decae su interés en la participación y el diálogo con los demás; desprecio olímpico hacia cualquier persona que aflore en su cercanía y de la que se pueda oír alguna alabanza. Esta embriaguez puede disfrazarse de los más variados ropajes.

3.- La soberbia entorpece y debilita cualquier relación amorosa. Cuando alguien tiene un amor desordenado a sí mismo como el descrito, es difícil darse a otra persona y poner los sentimientos y todos sus ingredientes para que esa relación se consolide. Esto hace casi imposible la convivencia, volviéndola insufrible, pues reclama pleitesía, sumisión, acatamiento y hasta servilismo. No podemos olvidar, que para estar bien con alguien, para establecer una relación de convivencia estable y que funcione hace falta estar primero bien con uno mismo.

4.- En la soberbia se hospeda una obsesión exagerada por uno mismo, que ha ido conduciendo a una excesiva evaluación del propio mérito. Y afloran términos como alardear, jactarse, vanagloriarse.

Lo contrario de la soberbia es la humildad. Todo el edificio de la persona equilibrada se basa en una mezcla de humildad y autoestima. La una no está reñida con la otra. Una persona que reconoce sus defectos y lucha por combatirlos y a la vez, tiene confianza y seguridad en sus posibilidades.

Entre la soberbia, el orgullo y la vanidad hay grados, matices, vertientes y cruzamientos recíprocos. Por esos linderos se suele acabar en el narcisismo, patrón de conducta presidido por el complejo de superioridad, la necesidad enfermiza de reconocimiento de sus valías por parte de la gente del entorno y la permanente autocontemplación gustosa.

Lasch, en su libro La cultura del narcisismo, dice que en la cultura americana éste es un emblema de nuestro tiempo. Freud puso de moda este término, recordando a la planta del narciso, que crece a orillas de los estanques y se mira en el espejo que el agua le ofrece. Lipovetsky, en su obra La sociedad perdida, habla del interés desmedido por la propia imagen: por la personalidad, por el cuerpo y sus partes descubiertas (la cara y las manos) y por la necesidad de aprobación de los demás que tienen este tipo de personas. El análisis se complica más de lo que quisiéramos y hay un terreno magnético e imantado entre estas tres estirpes mencionadas.

Sólo el amor puede cambiar el corazón de una persona. Cuando hay madurez, uno sabe relativizar la propia importancia, ni se hunde en los defectos ni se exalta en los logros. Y a la vez, sabe detenerse en todo lo positivo que observa en los que le rodean. Saber mirar es saber amar. A lo sencillo se tarda tiempo en llegar.

 

@gantillano


lunes, 11 de octubre de 2021

LA TRISTEZA - POEMAS INÉDITOS DE JUAN GELMAN




EL ACOSO


Estar triste es un hecho.

Comerse la tristeza es un acto.

Entre el acto y el hecho pasan
una luna infantil y un libro
blanco donde
maquillaron la palabra dolor.

Ahora parece un fruto, una
casualidad o esperanza, isla
sola en el suelo.

Al fondo se ve el vértigo
de pájaros anónimos que matan
olvidos de la compunción.

No van más lejos
que el nacimiento de un delirio.

Alguien habla en la copia de mí
y hace ruido un temblor acosado.


LA CARTA

Gato barato, sucio, solo
en la calle husmeando una carta
que alguien sacó de su sangre. Mira
palabras tiradas, las huele
como hay que oler las palabras. Como él,
que las ve lejos de cerca.
La carta tirada está ahí,
lamida por la noche.
El gato la mira y la huele.
Nadie más.

ROSAS

Los recuerdos antiguos que se fabrican hoy
despojan al pasado. Hay rosas
para el no estar que deja
atrás incoherencias
del lenguaje que sueña.
¿El acto que rompía
la doctrina de la
vaga máscara humana?
Esto pesa como
una dificultad que cae sobre
el esternón, el palmeral, la ciega.
Las rosas hablan de
lo que hacen los grillos
cuando tu sombra es el papel.

TANTA

A Jorge Boccanera

En un colchón de piedras duerme
el saqueo del sueño, la
lengua cortada a pedacitos
de la memoria a la linda alondra.
Qué es una alondra preguntaba
la multitud que come altura, el
existir que no quiere
ser ensuciado, la violenta
luz de la suerte. Todo
se llama amor si lo llaman
amor, precio de la
flor que surca el cerebro
contra tanta
infelicidad abajo, atrás,
arriba, al frente, alrededor. 

 

Juan Gelman






NO DIRÉ MÁS



viernes, 8 de octubre de 2021

LA MORALEJA DEL DÍA

 


LA MORALEJA DEL DÍA


Una serpiente comenzó a perseguir una luciérnaga que sólo vivía para brillar. La luciérnaga se detuvo y dijo a la serpiente:


-¿Puedo hacerle tres preguntas?

La serpiente dijo, "Sí".

- ¿Pertenezco a tu cadena alimenticia?

La serpiente dijo, "No".

-¿Te hice algo?

La serpiente dijo, "No".

-¿Entonces por qué quieres devorarme?

"La serpiente respondió: "Porque no soporto verte brillar".


Moraleja de la historia...


A menudo, algunas personas no soportan verte brillar, y por eso actúan como serpientes, ¡silenciosas y listas para destruirte!



martes, 5 de octubre de 2021

ACCIÓN Y REACCIÓN



 


La tercera ley de Newton o ley de acción y reacción dice, Por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza igual pero de sentido opuesto sobre el cuerpo que la produjo. Dicho de otra forma: Las fuerzas siempre se presentan en pares de igual magnitud y sentido opuesto.
Esta ley, aunque fue formulada para describir el comportamiento de cuerpos físicos, pone de manifiesto un principio universal que todo el mundo conoce como la ley del bumerang, este principio se refiere al hecho de que cuando una persona emite una idea (pensamiento) acertada o errada, esta fuerza o energía emitida regresa al emisor trayendo consigo una carga adicional a la emitida, es decir, si yo lanzo al universo un pensamiento negativo, este se me devuelve la mayoría de las veces con el doble de intensidad.

 

"Lo que siembras es lo que cosechas"




Lo que tu colocas en tus pensamientos, sentimientos, palabras y obras, entra a tu propio ser primero y luego sale hacia la persona, lugar o condición a donde la diriges; pero desde el momento en que tú eres el Hogar de esa Vida y Energía, cuando haya alcanzado su destino, comienza su regreso a casa trayéndote de regalo todo lo que pueda de vibraciones y cualidades similares a aquello con que fue originalmente cargada. Por lo tanto, recibes de nuevo en tu mundo aquello que tú mandaste, ampliado, así fuera constructivo o destructivo.
Si criticas serás criticado, si eres injusto se te devolverá injusticia, si maltratas serás maltratado. Estas causas que tú has sembrado tienen que ser balanceadas y ajustadas antes de que puedas ser libre de sus efectos. Cuando siembras maíz, cosechas maíz, cuando siembras flores, cosechas flores, cuando siembras amor, cosechas amor.




Cuando tu vida maltrata a otra por medio de tu sentimiento, pensamiento, palabra u obras, contraes una deuda de energía que algún día tendrá que ser saldada. Muchas veces el individuo a quien tu dañaste (o el que te daño a ti) muere o sale de su cuerpo antes de que la deuda sea saldada y entonces se hace necesaria una futura oportunidad en la cual ambos individuos puedan encontrarse de nuevo y por circunstancias aparentemente naturales tengan oportunidad de armonizar aquella deuda por medio de un servicio o una asistencia dada al que fue lastimado. Estos ajustes solo pueden hacerse a través de futuras encarnaciones. La Vida los trae de nuevo, juntándolos hasta que aprendan a trabajar armoniosamente.
Esto es precisamente lo que está sucediendo en Venezuela, es tanto el odio que lanzado que ahora este se les está revirtiendo y con fuerza superlativa, estos pseudo-dirigentes, que arrían a la multitud que los sigue  por un camino de rencor, manipulación, mentiras, odio, violencia y amargura  están cosechando lo que sembraron.



“Si siembras para el Espíritu, cosecharás el fruto del Espíritu” (5:22,23)

Esto corresponde a la “vida eterna” – vitalidad espiritual progresivamente en aumento y formación de carácter.

“Si siembras para tu carne, cosecharás los frutos de la carne" (5:19-21a) 

Tu naturaleza caída, no tu cuerpo físico. Esto corresponde a “corrupción” - decaimiento espiritual y moral progresivo.

¿Cuál es la SEMILLA que sembramos en este proceso?

La SIEMBRA consiste en aquellos pensamientos y acciones que escogemos practicar. “Siembra un pensamiento, cosecha una acción. Siembra una acción, cosecha un hábito. Siembra un hábito, cosecha un carácter. Siembra un carácter, cosecha una vida.”


@gantillano 

domingo, 3 de octubre de 2021

EL OPTIMISMO TRÁGICO VS LA POSITIVIDAD TÓXICA

 



¿Qué es el optimismo trágico y por qué puede ser un antídoto contra la positividad tóxica?


Encontrar sentido en medio del caos no consiste en reprimir las emociones negativas.

Durante el último año y medio, a medida que la pandemia ha pasado de ser un hecho aterrador a un evento que altera la vida a largo plazo, nuestros mecanismos de supervivencia han tenido que adaptarse y evolucionar.

Sin embargo, hay diferencias en cómo hemos abordado el tiempo que pasamos en aislamiento.

Para algunos, la positividad fue esencial para hacer frente a la crisis; muchos disfrutaron de la oportunidad de desacelerar y reevaluar, se sintieron agradecidos de tener todavía un trabajo o mantuvieron las cosas buenas en perspectiva (incluso logrando un balance entre educación virtual, trabajo remoto y mantener a la familia a salvo).

Por supuesto, mantenerse optimista y expresar gratitud no son prácticas adversas, pero este optimismo implacable, conocido como "positividad tóImadescribe las emociones negativas como un fracaso o una debilidad.

Además, hay pocas cosas más irritantes que encontrarse con un positivista tóxico cuando estás lidiando con la cruda realidad.

Y no reconocer las dificultades puede tener un efecto perjudicial en nuestra salud mental.

Los recordatorios persistentes para reflexionar sobre "lo bueno que tenemos" en medio de una situación difícil no hacen que la tristeza, el miedo o la ansiedad desaparezcan, muestra una investigación del William and Mary College, en Virginia, EE.UU., y la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.

En cambio, reprimir las emociones negativas puede hacernos sentir peor.

Hay otro enfoque mental que tiene un encuadre más realista.

El "optimismo trágico" propone que la vida tiene sentido y que hay esperanza, al tiempo que reconoce la existencia de pérdida, dolor y sufrimiento.

"El optimismo trágico es un término medio entre las dificultades y los desafíos nos brindan un momento de aprendizaje". 

Definido por primera vez por el psicólogo austriaco y sobreviviente del Holocausto Viktor Franklen en 1985, el optimismo trágico sostiene que hay espacio para experimentar tanto lo bueno como lo malo, y que podemos crecer a partir de ambos.

Los expertos sugieren que este tipo de filosofía puede ser exactamente la que tenemos que poner en práctica mientras dura la pandemia, y que puede ayudarnos también después.


Encontrar sentido en medio del caos


El optimismo trágico, dice la periodista especializada en psicología y filosofía Emily Esfahani Smith, ofrece una perspectiva sobre la adversidad que ayuda a las personas a sobrellevar las crisis con más resiliencia y crecer como resultado de ellas.

"Reconoce las dificultades, el dolor y el sufrimiento de lo que está sucediendo y, al mismo tiempo, la capacidad de mantener la esperanza", explica.

Una piedra angular de la filosofía es la capacidad de encontrar sentido y propósito en medio de desafíos y contratiempos.

"El sufrimiento es parte de la vida, y la pregunta es: ¿cómo vas a afrontarlo?", dice Esfahani Smith, autora de The Power of Meaning ("El arte de cultivar una vida con sentido", 2017).

"Mucha gente niega o ignora su sufrimiento, y muchas otras personas se sienten completamente abrumadas por él", agrega la escritora.

Ser trágicamente optimistas es un término equilibrado en el que, en lugar de aplastar nuestro espíritu, las dificultades y los desafíos, nos brindan un momento de aprendizaje.

Por ejemplo, replantear el estrés de dar un discurso público como un desafío, en lugar de una amenaza.

Las realidades de la pandemia pueden hacer que encontrar el lado positivo sea una tarea muy difícil, por eso reconocer la pérdida, el dolor y la culpa de nuestras situaciones es tan beneficioso.

La pandemia puede ser una época de aprendizaje, sin ignorar el dolor.

Al comienzo de los confinamientos en Reino Unido la primavera pasada, Jessica Mead, estudiante de doctorado en el Departamento de Psicología de la Universidad de Swansea, trató de medir los cambios en el bienestar entre los ciudadanos.

Naturalmente, los niveles de bienestar se desplomaron como resultado de la pandemia, pero Mead y sus colegas descubrieron que los participantes que mostraron un optimismo trágico enfrentaron de manera más efectiva el trauma de la pandemia.

Los participantes calificaron hasta qué punto estaban de acuerdo con declaraciones como "he aprendido a enfrentarme y adaptarme a lo que sea que me depare la vida" y "acepto lo que no se puede cambiar en mi vida".

Se comprobó que quienes se identificaron más fuertemente con las declaraciones mostraban un optimismo trágico.

Las personas que aceptaron que la vida viene con dificultades y estaban preparadas para ellas, se enfrentaron a los confinamientos de manera más eficaz que las que no lo hicieron.

Mead también descubrió que los optimistas trágicos buscaban cosas como sus relaciones con amigos y familiares para encontrar sentido a la vida.

Ella señala que encontrar sentido en tiempos difíciles es un proceso más profundo que una solución a corto plazo, como jugar videojuegos durante unas horas para desconectarse.

El optimismo trágico puede ser una buena manera de afrontar el trauma de la pandemia.

"Centrarse en el sentido vital puede llevar un poco más de tiempo para desarrollar esa relación con lo que sea que le dé significado a cada uno, pero será mucho más duradero", dice.


Del estrés al crecimiento


Es posible que nuestra mentalidad no solo afecte la forma en que lidiamos con la pandemia en el día a día, sino también en cómo saldremos de ella en los meses venideros.

Algunas personas que experimentan un evento traumático tienen dificultades para sobrellevar la situación y pueden desarrollar trastorno de estrés postraumático (TEPT), una de las principales preocupaciones de muchos profesionales de la salud mental a medida que anticipamos el fin de la pandemia.

Este puede ser el caso de muchos que dependen de la positividad tóxica; alentar a las personas a ser optimistas y agradecidas cuando están pasando por momentos muy difíciles no fomenta el crecimiento al otro lado de la tragedia, dice Mead.

Y si bien la positividad puede, en las cantidades adecuadas, tener beneficios, llevada a los extremos, también puede hacer que las personas se sientan culpables, avergonzadas o en negación de sus verdaderos sentimientos.

Sin embargo, otros encuentran que el trauma les da una nueva oportunidad de vida, una perspectiva alterada conocida como crecimiento postraumático.

El optimismo trágico ayuda a facilitar esto: al aceptar y asimilar los sentimientos angustiosos que la pandemia nos ha impuesto, podemos usarlos para alimentar el desarrollo personal.

Paul Wong, psicólogo y profesor emérito de la Universidad de Trent en Ontario, Canadá, dice que el camino hacia esa transformación puede ser incómodo porque la vida no es fácil.

"Está bien estar solo", dice. "Está bien sentirse mal, está bien sentirse ansioso. Bienvenido al club de los humanos".

La soledad es incómoda, pero también puede ayudarnos a sanar.

Pero en lugar de dejar que estos sentimientos negativos nos abrumen, o ignorarlos por completo, como es habitual en la positividad tóxica, abrazar el optimismo trágico significa hacer un esfuerzo diario por sentirse cómodo con la soledad o la ansiedad.

Podemos aprender que disfrutamos de la soledad, que valoramos mucho la comunidad o descubrir quiénes queremos ser después de la pandemia.

Entonces, aunque puede parecer tentador sonreír y aguantar, tomar la ruta un poco más incómoda de un optimista trágico puede ayudarnos a ver que hay luz al final del túnel, y ayudarnos a respirar hondo mientras la alcanzamos.


Este artículo fue publicado originalmente en BBC Worklife.

Fuente: BBC News Mundo

BBC News | Mundo 28 · 09 · 2021



sábado, 2 de octubre de 2021

ALMA INVICTA



"INVICTA" 
William Ernest Henley

Desde la noche que sobre mi se cierne,
negra como su insondable abismo, agradezco a los dioses si existen
por mi alma invicta.

Caído en las garras de la circunstancia
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años me encuentra,
y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecho sea el camino, cuán cargada de castigo la sentencia.

Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.





viernes, 1 de octubre de 2021

TE ESTOY OBSERVANDO



EL REGRESO




Después de un año muy difícil, lleno de trágicos acontecimientos, frustración y mucha incertidumbre, he decidido regresar con un buen puñado de buenas intenciones. Nada en apariencia ha cambiado para mejor, las circunstancias externas que forzaron mi ausencia continúan siendo las mismas, pero algo en mi si cambió, la comprensión de lo efímero de la existencia del ser humano. Hoy finalmente hemos entendido que esperando que algo cambie, se nos puede ir una vida entera.


El tren nos ha dejado en la estación ya bien pasado el mediodía con un equipaje de cosas ajadas, el viaje ha sido agotador, son demasiados los que no han podido llegar y se han quedado en el camino.


He tomado el trasporte más rápido a la ciudad y en cuestión de segundos me ha dejado en la puerta de correos. Allí me esperaba un sinfín de correspondencia amontonada, triste y llena de pesimismo. Definitivamente el futuro no pinta bien y aunque se que será difícil recomponer el animo, espero tener paciencia y compañía en el camino.


Aunque he pasado ya dos noches aquí, aun nada ha podido restablecer mi voluntad hasta el punto que yo pretendía. Y aunque por ello he decidido no arrojar todavía mi escudo al suelo; si he de confesar que mis armas y otros objetos punzantes así como mi avión kamikaze y mis piedras más pesadas ya no pretenden ser útiles ni imprescindibles. Pero aquí estamos de regreso, tratando de recomponer algunas cosas, espero que no sea demasiado tarde para empezar de nuevo.




AQUÍ VAMOS, OTRA VEZ...