Necesitamos un cambio, una conversión relacional radical.
Convocar a la reciprocidad desde la diferenciación, desde el mutuo
re-conocimiento. Exijamos la aceptación de la diferencia.
Es necesario reconocer la energía que brota de los opuestos,
de la multiplicidad y de saber situar los contrarios, y dialogar con lo
distinto. Es un proceso terapéutico arduo, trabajoso y gratificante a la vez,
que lleva a una nueva relación más espontánea e igualitaria.
Desde las necesidades de este
mundo, desde la ética y la teología comencemos a reclamar más y más la
misericordia, la piedad, la fidelidad, la ternura, la vulnerabilidad, la
compasión, el cuidado de la vida..., actitudes y expresiones del alma equilibrada, que apuntan a la esperanza de una posible curación relacional. El
"derecho de la misericordia", "la solidaridad compasiva",
"la ética de la piedad", la necesidad de unas relaciones en las que
el amor y la ternura se expliciten..., expresan algo más que un vago deseo en
algunos sectores minoritarios.
Soñemos una nueva era donde la
sensibilidad emerge como un llamado a sustituir la agresividad competitiva por
la compasión solidaria, donde el espíritu de colaboración sustituya a la
orgullosa competencia.
Necesitamos un cambio espiritual y cultural que afecte
profundamente a las relaciones y a la comunicación humana; una forma de
interrelacionarnos cualitativamente distinta.
Es el paso de la "verticalidad" jerárquica a la
vivencia más "horizontal" y solidaria de las relaciones; el paso de
la "complementariedad" a la alteridad y el reconocimiento en la
diferencia. Es nuestra responsabilidad individual y colectiva hacer una
aportación indeclinable para el bien de toda la creación y de la humanidad
completa; es, pues, necesario que nuestra voz sea escuchada y nuestra compañía
aceptada y comprendida. Es necesario también entrar con humildad y valentía en
ese proceso de purificación y re-creación.
Una ética realista y universal reclama un cambio básico, una
conversión total de las relaciones ya muy deterioradas y empobrecidas, como
primer instrumento de paz y concordia en la justicia.
Exigimos el restablecimiento de unas relaciones fraternas y
justas queridas por Dios y a las que toda la Creación tiene derecho, y ofrecemos
la mano de la reconciliación y cooperación. Esto es mucho más que una
reivindicación interesada, es una denuncia alertadora y urgente para bien de
toda la Humanidad y de toda la creación. Porque nuestro País y nuestra
Comunidad necesitan una sanación física y espiritual.
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