jueves, 13 de abril de 2017

¡NECIO! ESTA MISMA NOCHE TE PEDIRÁN EL ALMA




EL HOMBRE NECIO
Martín Luther King



"¡Necio! esta misma noche te pedirán el alma"
Lucas, 12,20.




"Dejad que comparta con vosotros una sencilla pero dramática historia, muy relevante por sus implicancias y profundamente significativa en sus conclusiones. Es la historia de un hombre, al que, según las normas modernas, consideraríamos un triunfador. Y, pese a todo, Jesús le llamó necio.

El personaje central del drama es un hombre rico, cuya tierra producía tanto que decidió construir unos graneros más grandes, diciendo "reuniré allí toda mi cosecha y mis bienes y diré a mi alma: Alma tienes muchos bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, diviértete". Pero Jesús le dijo: Necio, esta noche te pedirán el alma. Y así sucedió. En medio de la mayor prosperidad murió aquel hombre.

Pensemos en este hombre. Si viviera en nuestra comunidad y en nuestros días, lo consideraríamos "un pez gordo". Le sobraría prestigio social y respetabilidad. Sería uno de los pocos privilegiados en la estructurra del poder económico. Y, ya veis, un hombre de Galilea tuvo la osadía de llamarle necio.

Jesús no lo trató de necio por tener riquezas.Jesús nunca hizo una afirmación concluyente contra la riqueza. Condenó el mal uso de la riqueza. El dinero, como cualquier otra fuerza, como lo es hoy la electricidad, no tiene valor en si mismo, y puede ser utilizado para bien o para mal. Es cierto que le dijo al joven rico que lo vendiese todo, pero como el doctor George A. Buttrick ha dicho, Jesús prescribía cirugía individual, no hacía un diagnóstico general. En la riqueza no hay nada que esté viciado inherentemente, ni tampoco hay nada en la pobreza virtuoso por si mismo.

Jesús no condenó a este hombre porque hubiera conseguido el dinero en forma deshonesta. Aparentemente adquirió la fortuna trabajando duramnte y con el conocimiento táctico y la visión de un buen hombre de negocios. ¿Porqué, entonces, era un necio?

El rico era un necio porque permitía que los objetivos para los que vivía se confundiesen con los medios gracias a los cuales vivía. La estructura económica de su vida absorbía su destino. Todos nosotros vivimos en dos niveles distintos, el interno y el externo. El interno es el nivel de los objetivos espirituales expresados en el arte, la literatura, la moral y la religión. El externo es el complejo de tácticas, técnicas, mecanismos y procedimientos por medio de los cuales vivimos. Estos comprenden la casa donde vivimos, el coche, las ropas que vestimos, las cosas materiales que debemos tener para existir. Siempre existe el peligro de que permitamos que los medios gracias a los que vivimos sustituyan a los objetivos para los cuales vivimos, que lo interno se pierda en lo externo. El hombre rico era un necio porque no supo mantener una distinción clara entre medios y objetivos, entre estructuras y destino. Su vida estaba sumergida en las aguas enfurecidas de su ciclo vital.

Esto no quiere decir que la parte externa de nuestras vidas no tenga importancia. Tenemos el privilegio y el deber de buscar las satisfacciones materiales básicas para la vida. Solamente una religión desprovista de sentido puede despreocuparse del bienestar económico del hombre. La religión verdader advierte que el alma estará aplastada mientras el cuerpo esté torturado por las punzadas del hambre y acosado por la necesidad de cobijo.

Jesús sabía muy bien que necesitamos comida, vestido, techo y seguridad económica. En términos muy claros y concisos dijo: Vuestro Padre sabe las cosas de las que teneis necesidad. (Mateo 6,8) Pero añadió: Buscad pues, primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura.(Mateo 6,33). La tragedia del hombre rico fue buscar primero los medios, y mientras tanto los objetivos quedaban absorvidos por aquellos.

Cuanto más rico materialmente se iba haciendo aquel hombre, más pobre se volvía intelectual y espiritualmente. Quizá estuviese casado, pero probablemente no debía amar a su mujer. Es probable que la llenara de presentes materiales, pero no podía darle amor y afecto. Quizá tuivese hijos, pero probablemente no los apreciaba. Quizá tuviese libros antiguos e importantes en los estantes de su biblioteca, pero no los leía nunca. Quizá tuviese acceso a la buena música, pero no la escuchaba. Sus ojos no contemplaban el solemne espledor  del firmamento. Su oido no captaba la dulzura melodiosa de la música celestial. Su espíritu estaba cerrado a los pensamientos de los poetas, profetas y filósofos. Tenía muy merecido el calificativo de Necio.

El hombre rico era un necio porque no podía darse cuenta de su dependencia respecto a los demás. Su soliloquio de unas sesenta palabras contiene dos veces las palabras YO y MIO, y ningun Nosotros y ningún Nuestro. Era víctima del cáncer del egoismo, y no se daba cuenta de que la riqueza privada es el resultado de la riqueza común. Hablaba como si pudiese contruir los graneros y labrar las parcelas el solo. No se daba cuenta de que era el heredero de un gran tesoro de ideas y de esfuerzos al que contribuyeron tanto los presentes como los antepasados. Cuando un individuo o una nación pasa por alto esta interdependencia se traduce en una trágica necedad.

Podemos comparar claramente el significado de esta parábola con la crisis mundial de hoy. La capacidad productiva de nuestra nación engendra una abundancia de alimentos tan grande que debemos edificar nuestros graneros y gastar más de un millón de dólares diarios en almacenar los excedentes. Y a pesar de todo decimos año tras año ¿Que haremos si no tengo donde recoger mis frutos?

He visto una respuesta en los rostros de hombres y mujeres chupados por la miseria en Asia, Africa y Sudamérica. He encontrado una respuesta en la aplastante miseria del delta del Misisipi y en la trágica situación de los cesantes de las grandes ciudades del Norte. ¿Que podemos hacer? La respuesta es simple. Alimentar a los pobres, vestir a los desnudos y cuidar a los enfermos. ¿Donde podemos almacenar nuestros alimentos? otra vez la respuesta es sencilla. Podemos almacenar nuestros excedentes alimenticios en los encogidos estómagos de millares de hijos de Dios que cada día se van a dormir hambrientos, y sin ningún gasto adicional. Podemos usar nuestros recursos en borrar la pobreza de la tierra.

Todo esto nos revela algo fundamental sobre la interdependencia del hombre como de las naciones. Tanto como si nos damos cuenta como si no. Cada uno de nosotros está eternamente "en deuda". Contínuamente estamos en deuda con hombres y mujeres conocidos y desconocidos. Aún no terminamos de desayunar y ya estamos en deuda con media humanidad. La esponja que usamos en el baño fue extraida del mar por un hombre de alguna isla del Pacífico. El jabón lo fabricó un francés. La tohalla la hizo un turco, el café de la mañana nos viene de un país de sudamérica. O el te nos viene de algún sudafricano occidental. Así el pan, del panadero que lo hizo. Así antes de salir al trabajo, ya hemos contraido obligaciones con media humanidad.

En un sentido real toda la vida está interrelacionada. Todos los hombres están atrapados en una red implacable de reciprocidad. Sujetos a un destino común. Todo lo que afecta a uno directamente, afecta a los demás indirectamente. Nunca puedo ser lo que debiera ser a menos que tu seas lo que tendrías que ser y tu nunca podrías ser lo que habrías de ser hasta que yo sea lo que debiera ser. Esta es la estructura interrelacionada de la realidad. El hombre rico, desgraciadamente, dejó de darse cuenta de esto. Pensaba que podría vivir y prosperar en su mundo, centrado en si mismo. Era un individualista empedernido. Realmente era un necio eterno.

Jesús le llamó necio porque no se daba cuenta de su dependencia de Dios. Hablaba como si fuera el el que dispusiera de la sucesión de las estaciones y asegurara la fertilidad de la tierra. Controlara la salida y la puesta del sol y regulase la lluvia y el rocío. Tenía la inconsciente sensación de que él era el Creador y no una creatura.

Esta necedad centrada en el hombre ha gozado de un largo reinado. Y a menudo desastroso para la historia de la humanidad. A veces se ha expresado técnicamente en la doctrina de materialismo, que sostiene que la realidad puede explicarse como la materia en movimiento, que la vida es un proceso fisiológico con significado psicológico. Que el hombre es un accidente transitorio de protones y de electrones que giran al azar. Que el pensamiento es un producto transitorio de la materia gris y que los acontecimientos históricos son una interacción de materia y movimiento accionados en virtud del principio de necesidad. Como no deja lugar para Dios o para las ideas eternas, el materialismo es opuesto tanto al teismo como al idealismo.

Esta filosofía materialista conduce inevitablemente a un callejón sin salida en un mundo intelectualmente insensible. Creer que la persona humana es el resultado de la acción mútua de átomos y electrones es tan absurdo como creer que un simio puede sentarse ante una máquina de escribir y componer por accidente una obra de Shakespeare. ¡Magia pura!

Es mucho más razonable decir, como el físico Sir James Jeans que el universo se parece más a un gran pensamiento que una gran máquina. O como Arthur Balfour, el filósofo, que dice que ahora sabemos demasiadas cosas acerca de la materia como para ser materialistas. EL MATERIALISMO ES UNA LLAMA TIMIDA QUE NO RESISTE EL SOPLO DEL PENSAMIENTO MADURO.

Otro intento para restarle importancia a Dios es el humanismo no teista. Fiosofía que deifica al hombre al afirmar que es la medida de todas las cosas. Muchos hombres modernos han abrazado esta filosofía, sosteniendo, como hiciera Rouseau, que la naturaleza humana es esencialmente buena, y que el mal se encuentra en las instituciones, y que basta eliminar la pobreza y la ignorancia y todo se areeglaría por encanto. 

Justamente, el siglo XX comenzó con un optimismo desbordante de ese tipo. Y se creyó que el hombre evolucionaría hacia un paraíso en la tierra. Herbert Spencer encajó habilmente la teoría de la evolución darwiniana con la idea del progreso automatico e ilimitado de la humaidad. Los hombres creyeron que existía una ley sociologica del progreso tan válida y exacta como la ley física de la gravitación.

Animados por ese espíritu optimista el hombre moderno forzó la entrada a las reservas de la naturaleza y extrajo muchos descubrimientos científicos y desarrollos tecnológicos que revolucionaron la tierra por completo. Las conquistas de la ciencia han sido maravillosas, tangibles y concretas, y les ha aparecido como si ella fuese el Dios que la humanidad necesitaba en su camino. Así elaboró el texto de un nuevo salmo 23.

LA CIENCIA ES MI PASTOR, NADA ME FALTARÁ. ME LLEVARA A DESCANSAR EN BUENOS PASTOS, ME DIRIGE HACUA AGUAS TRANQUILAS, ALLI RENOVARA MI ALMA, NO TEMO NINGUN MAL, PORQUE LA CIENCIA CONMIGO ESTA. SU VARA Y SU CAYADO SON MI APOYO.

Las aspiraciones de los hombres se desviaron de Dios y del cielo. Se limitaron los pensamientos de los hombres a la tierra y a si mismo. Y el hombre confeccionó una extraña parodia del Padre nuestro que dice así: HERMANOS NUESTROS QUE ESTAIS EN LA TIERRA, SANTIFICADO SEA VUESTRO NOMBRE. VENGA A NOSOTROS VUESTRO REINO. HAGASE VUESTRA VOLUNTAD EN LA TIERRA PORQUE NO HAY CIELO. Así los que antes se volvian al cielo se volvieron hacia la tierra hacia la tecnica y la ciencia pues ahora poseían los instrumentos necesarios para instaurar una nueva sociedad.

Mas tarde llegó la explosión de ese mito. Culminó con los horrores de Hiroshima y Nagasaki y la horrenda furia de las bombas de cincuenta megatones. Ahora vemos que la ciencia nos puede dar poder físico, que cuando no está controlado por el espíritu, conducirá inevitablemente a la condenación cósmica. Las palabras del gran rey Alfredo de Inglaterra nos vienen a la memoria. EL PODER NO SIEMPRE ES UN BIEN, A MENOS QUE SEA BUENO EL QUE LO DETENTA. Necesitamos algo espiritualmente superior y moralmente más orientador que la ciencia. Esta es solo un instrumento, que bajo el Espíritu de Dios, nos puede llevar a los más elevados márgenes de seguridad física y de salud, pero separada de Dios la ciencia nos puede llevar a un caos mayor.

Para que engañarnos con esas ideas falsas, cuando es mejor elevar nuestro espíritu hacia esfera divina desde donde realmente puede llegar la verdadera ayuda? Sin la sumisión a Dios nuestros esfuerzos se convertirían en cenizas y nuestros amaneceres en noches negras. Si el Espíritu Divino no vivifica nuestras vidas nos puede ocurrir lo que Chesterton denominó COMO EL EXISTIR CON CUIDADOS QUE NO CUIDAN, BENDICIONES QUE NO BENDICEN Y SOLUCIONES QUE NO RESUELVEN.

Desgraciadamente el hombre rico se olvidó de Dios, otorgó una significación infinita a cosas triviales y finitas, y elevó a la categoría de fundamental a aquello que era solo secundario. En eso estaba sumido cuando le llegó la muerte, tan común a todos los hombres. Claro que en lo profundo la muerte ya había llegado antes a su alma, y lo que en relaidad sucedió es que dejó de respirar el aire de este mundo.

¿Acaso no representa el rico a la civilización moderna? Nuestras normas de prograso están profundamente ligadas a la codicia de la adquisición de bienes materiales. Pero no hemos aprendido el simple arte de vivir unidos como hermanos. Y la abundacia material no nos ha ayudado a conseguir paz espiritual ni serenidad.

Tal como dijo un sabio escritor sirio cristiano: Abraham Mitrie Ribbany.

LLAMAIS A VUESTROS INGENIOS MATERIALES MAQUINAS QUE AHORRAN ESFUERZOS HUMANOS, PERO SIEMPRE ESTAIS OCUPADOS. AL IRSE MULTIPLICANDO VUESTRA MAQUINARIA OS VAIS SINTIENDO CADA VEZ MAS CANSADOS, ANGUSTIADOS, NERVIOSOS, E INSATISFECHOS. TENGAIS LO QUE TENGAIS, SIEMPRE QUEREIS MAS. Y DONDE QUIERA QUE ESTEIS, SIEMPRE QUERREIS IR A OTRO SITIO. TENEIS UNA MAQUINA PARA EXTRAER MATERIA PRIMA, UNA MAQUINA PARA TRANSFORMARLA, UNA MAQUINA PARA BARRER Y QUITAR EL POLVO, UNA PARA ENVIAR MENSAJES, UNA PARA ESCRIBIR, UNA PARA HABLAR, UNA PARA CANTAR, UNA PARA REPRESNETAR OBRAS, UNA PARA VOTAR, UNA PARA COSER, Y CENTENARES PARA HACER OTROS CENTENARES DE COSAS, Y CON TODO, SOIS LOS HOMBRES MAS NERVIOSAMENTE OCUPADOS DEL MUNDO. VUESTROS ARTEFACTOS NO AHORRAN TIEMPO NI SALVAN AL ESPIRITU. SON AGUIJONES QUE OS EMPUJAN A INVENTAR MÁS MAQUINARIA Y A HACER MÁS NEGOCIOS TODAVÍA.

(Que gran diagnóstico, y fue hecho en 1922, en el libro SABIOS DE ORIENTE Y DE OCCIDENTE..)

Así tenemos una civilización con proyectiles dirigidos y con hombres desorientados. El poder material ha superado el poder espiritual. Así es que nuestra esperanza es lograr un mundo donde nuevamente el espíritu, la vida interior y  la justicia social restablezcan nuestro control del mundo material, pues de que le sirve al hombre ganar el mundo entero y perder su alma?

MARTIN LUTHER KING







Martin Luther King, Pastor bautista, doctor en filosofía y en teología, premio nobel de la paz, escritor de numerosos libros, lider de los afroamericanos de los Estados Unidos de Norteamérica, gran defensor de los desposeidos, seguidor de Jesús y de Mahatma Gandhi, asesinado en Menfis, a los 39 años de edad, en 1968. Los discursos y los sermones de M.L.King son de gran importancia y profundidad, su conocimiento de los textos sagrados es excelente, y ofrece un camino adecuado a la problemática existencial del hombre y de la mujer de esta época por la amplitud de su visión de la realidad, tanto en lo contingente como en lo trascendente de la vida.


Fuente: REEDITOR.COM
https://www.reeditor.com/columna/4152/8/cultura/el/hombre/necio/sermon/martin/luther/king

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