¿Se preguntan ustedes por qué se hace cada vez más difícil vivir en Venezuela?
Vengo a pedirles que asuman la responsabilidad de pensar y actuar en contra de la corriente facilista, populista y premoderna que ha dominado la escena venezolana durante generaciones, caracterizadas por el subdesarrollo mental de su clase política dirigente y por la apatía de sus elites.
Si me permitieran fantasear sobre el país que quiero, diría que me encantaría vivir en un país libre, entendiendo por libertad aquello que nos permite hacer que nuestra vida tenga sentido. Como plantea el filósofo francés Alan Badiou, la libertad está donde nadie me obliga ni me convence a pensar de determinada manera, normalmente distante, ajena, casi impuesta.
Pero deben tener en cuenta que no se puede ser libre, si los demás no lo son y, en todo caso, que aun siéndolo en teoría no lo podrías disfrutar si no puedes compartirla con los demás o si debes vivir permanentemente protegiéndote de ellos. Lamentablemente, nuestras elites, llamadas a conducir la búsqueda de esa libertad integradora, están divididas y excluidas del acontecer político y social del país. Infectados de simplismo, han llegado a creer que el problema es Chávez, sin entender que él no es más que el reflejo en el espejo de nuestra propia sociedad. Mala la sociedad, malo su reflejo. Por otro lado están las masas, pauperizadas, sin educación, sin disposición a postergar gratificaciones y con una visión astrológica del futuro. Sus posibilidades de superarse están altamente comprometidas y su frustración las hace susceptibles al populismo y a cantos de Sirena.
¿Se preguntan ustedes por qué se hace cada vez más difícil vivir en Venezuela? La respuesta no está en una persona, por mala, inepta o autoritaria que ella sea. Está en un paradigma equivocado de rentismo clientelar y de sociedad excluyente, que comparten el puntofijismo y el chavismo.
¿A quién podemos delegar el reto?
Sabater plantea que el mundo está dividido en dos grandes grupos: los ratones esclavos y los leones libres. "El ratón pregunta: ¿qué me pasará?, el león pregunta: ¿qué haré? El ratón quiere obligar a los demás a que lo quieran para ser capaz de quererse a sí mismo. El león se quiere a sí mismo por lo que es capaz de querer a los demás. El ratón está dispuesto a hacer lo que sea en contra de los demás para prevenir lo que los demás pueden hacer en contra de él. El león considera que hace por sí mismo, todo lo que hace por los demás".
Los invito formalmente a convertirse en leones libres y no en ratones esclavos, estos últimos más populosos y disponibles en todos los colores: blancos, verdes, rojos, azules, arco iris... . Pero no vengo a cazar fantasmas. Vengo a buscar ejecutores de presente y soñadores de futuro. Vengo por aquellos que como Shakespeare sienten que los humanos estamos hechos con la misma sustancia con la que se trenzan los sueños. Vengo tras la pista de hacedores de libertad. Vengo por aquellos que quieren rebelarse contra nuestra vergonzosa apatía. Vengo por forjadores de su propia felicidad.
¡¡Vengo por ustedes!!"
Hace diez años pronuncié este discurso en un acto de graduación del IESA y lo reflejé en mi columna de El Universal. Haciendo una selección de artículos para un libro que espero publicar este año, me encontré con él y sentí la necesidad de volver a compartirlo (vigente una década después) con quienes quieran asumir el reto de llevar su país del primitivismo donde hemos permitido, si no contribuido, que llegue, hacia el futuro moderno y libre que merece y le debemos. Pero no se trata de que lo hagan otros, como si de predestinados se tratara. Como si son terceros los responsables de resolver nuestros problemas; como si fuera un tema de los políticos y no nuestro. Se trata de que lo hagas tú y él y yo, porque si no lo hacemos todos... no hay absolutamente ninguna posibilidad de éxito.
LUIS VICENTE LEÓN | EL UNIVERSAL
Domingo 12 de junio de 2011
Luisvicenteleon@gmail.com @luisvicenteleon
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